Banda Tren de Aragua revolucionó el crimen organizado en América

El crimen organizado transnacional en América Latina requiere una intervención urgente por parte de las autoridades, ya que ha logrado infiltrarse en todos los niveles de la sociedad, incluso en los gobiernos. Uno de los ejemplos más destacados es el Tren de Aragua.

En una entrevista con la agencia EFE, la periodista e investigadora venezolana Ronna Rísquez habla sobre su libro “El Tren de Aragua. La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina“ (Planeta).

Después de años de seguimiento a esta “multinacional del crimen”, decidió plasmar sus investigaciones en forma de libro en 2022, tras participar en un taller en Madrid con el reconocido periodista argentino Martín Caparrós.

Rísquez enfatiza que el punto central no es el Tren de Aragua en sí, sino el crimen organizado en América Latina.  Asimismo, insta a las autoridades y gobiernos a enfocarse en cómo combatir y detener esta amenaza.

En la región, se han observado grupos criminales organizados con características especiales, como los carteles mexicanos y las maras en Centroamérica.

La peligrosidad del Tren de Aragua radica en que no solo se dedica al tráfico de drogas, especialmente cocaína, sino que también está involucrado en otras actividades que generan focos de corrupción en los gobiernos locales, regionales y nacionales.

“En las actividades o en los grupos de crimen organizado cada vez hay más participación desde la política”, advierte la periodista venezolana.

El Tren de Aragua es una organización criminal que surgió en Venezuela en 2014 y ha extendido su influencia hacia Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia y Chile.

Según las investigaciones de Rísquez, la megabanda tiene su centro de operaciones en la prisión de Tocorón, en el estado Aragua.

La prisión, conocida como la “Casa Grande” por los cerca de cinco mil reclusos que alberga, está controlada por los líderes del Tren de Aragua, entre ellos Héctor Rusthenford Guerrero, alias el “Niño Guerrero”, uno de los “fundadores” de la organización y condenado a más de 17 años de prisión por delitos que incluyen homicidio y tráfico de drogas.

Rísquez ingresó a Tocorón y para su sorpresa pudo comprobar que la “leyenda urbana” era cierta: la prisión cuenta con discoteca, piscina, parque infantil, casino, restaurantes con terrazas, bares y expendios de licores.

Pero eso no es todo: también hay cajeros automáticos e incluso un zoológico donde se pasean jaguares, pumas y otros animales exóticos, todo financiado por actividades criminales.

Las primeras víctimas del Tren son los propios reclusos, quienes deben pagar una suma en dólares semanalmente para garantizar su seguridad.

Esta cadena de crímenes se extiende más allá de las paredes de la prisión y se convierte en un “portafolio” de al menos 20 delitos en el exterior, que incluyen secuestro, robo, estafa, minería ilegal de oro, sicariato, narcotráfico, lavado de dinero, trata de personas y tráfico de migrantes.

Lo particular del Tren de Aragua, según la investigadora, es que han logrado identificar y controlar negocios criminales que antes no existían o que eran controlados por el crimen local.

Una de sus principales fuentes de ingresos son los migrantes y las mujeres para redes de prostitución.

La banda se enfoca principalmente en la población venezolana que emigra en busca de mejores oportunidades debido a la crisis que atraviesa el país desde 2015.

Se dieron cuenta de que en las fronteras de Suramérica no había “coyotes” y tomaron el control de los pasos irregulares.

Además, se aprovecharon de la restricción de ingreso impuesta por los gobiernos de la región y se percataron de que los migrantes venezolanos estaban dispuestos a pagar para cruzar, aprovechándose de su necesidad y de la falta de documentación de los viajeros.

Además, la banda ha establecido alianzas con grupos delictivos locales en los países donde operan, e incluso ha provocado luchas por el control del territorio. Esto les ha permitido convertirse en una industria transnacional del crimen.

La investigadora concluye que su objetivo con el libro es dar a conocer las dinámicas del crimen y la violencia en Venezuela, y cómo estas explican una gran parte de la situación actual del país. Considera que esta información no está clara tanto dentro como fuera de Venezuela.