En más de dos décadas la organización delictiva ha ganado plazas de drogas y territorios para delinquir
En la cima de la parroquia El Valle está el centro de operaciones de la banda del 70, que toma el nombre del barrio donde está asentada, y cuya organización es señalada por los cuerpos de seguridad de cometer secuestros y de estar vinculada a la venta de drogas, homicidios y robo de vehículos. Dos de sus líderes han sido asesinados, pero la herencia del liderazgo entre familiares les permite mantener el poder en la zona. Controlan el acceso al barrio. Manejan las rutas troncales. Se comunican a través de radios portátiles. Poseen binoculares con zoom. Administran las bodegas de la zona. Tienen granadas, armas cortas y largas y, en ocasiones, utilizan los parlantes de la radio comunitaria Radio Favela para evitar el ingreso de la policía. Cuentan con un administrador que maneja los recursos del grupo y los “gariteros” son el primer cordón de seguridad de un grupo delictivo que se resiste a perder el poder de la zona después de 20 años.
Un vecino con más de 40 años en la parroquia explica que para llegar en vehículo a la parte alta de El Valle solo se deben respetar los códigos que impone la banda: “Quienes no hacen los cambios de luces en las garitas ubicadas en la curva superior del sector Los Aguacaticos y en la Vuelta del Beso no tienen acceso porque los gariteros, que son jóvenes de entre 14 y 16 años de edad, se comunican por las radios con sus superiores o les notifican que hay personas extrañas acercándose”.
Esos “gariteros”, que están identificados por la policía y por los habitantes de la zona, son quienes dan la cara por los líderes de la banda. Desde los pasillos del edificio Cerro Grande, ubicado en la avenida Intercomunal, es fácil observarlos durante las guardias que hacen, al igual que la policía, 24 x 24 horas. Usan chores, franelillas, gorras y, por lo general, llevan un bolso cruzado para desplazarse con facilidad ante cualquier eventualidad.
Las actividades que realizan los miembros de la banda del 70 no son secreto para los habitantes de la parroquia que se han acostumbrado a convivir con las balas y con un toque de queda no anunciado.
“Cada vez que los gariteros entregan guardia hacen un disparo al aire. Si no disparan se sabe que nadie asumió el turno”, cuenta con naturalidad una mujer que vive en la calle 2 de El Valle.
Recicladora de delincuentes
“El 70 es una megabanda que cuenta con más de 100 miembros y ha ganado espacios en el barrio a medida que ha sumado delincuentes en sus filas: “Con las caídas de los líderes de Los Cardones, Manzana Roja, Las Filas y Calle Apure, que se enfrentaron con esa banda, lograron absorber a todos los integrantes que quedaron sin líder”, señala una fuente policial.
Funcionarios de Policaracas y de la PNB tienen más de cuatro meses sin poder penetrar el barrio luego de que los delincuentes declararan el territorio como “zona de paz” y se aliaran con sus pares de El Cementerio y la Cota 905 para hacerle la guerra a la policía y desplazarse a través de una trocha que habilitaron en la parte alta de Las Torres de La Vega.
“Nuestros superiores no nos permiten subir. Los delincuentes nos hicieron la guerra. Cada vez que sube la policía utilizan los parlantes de Radio Favela para alertar a la comunidad y botarnos de su zona. Dominan los consejos comunales, les regalan tarjetas telefónicas a las amas de casa para que les notifiquen cualquier novedad y en las puertas de las casas de la gente de su confianza pegan calcomanías con los ojos de Chávez”, dice un funcionario de Policaracas.
El luto en la banda del 70 no ha sido excusa para deponer las armas. El poder ha sigue liderado por una familia. Tras la muerte de “Gerson” en un enfrentamiento con el Cicpc registrado en 2013 en El Paraíso, su hijo “el Gersito” asumió las riendas de la agrupación. Meses después fue asesinado en un robo en Las Mercedes y desde entonces el número 1 de la banda es “Cabeza e’ bruja”, hermano de Gerson y tío de Gersito.
Seis crímenes y violación del acuerdo
Seis homicidios ocurridos en la parroquia esta semana vuelven a poner la lupa en esta organización delictiva que tiene más de dos décadas asentada en el barrio El 70, de El Valle.
Lisbeth Brea, de 24 años de edad, y Dailyn Guárato, de 23 años de edad, ambas procedentes de Valencia, estado Carabobo, fueron asesinadas el lunes en la madrugada por cinco miembros de la banda que ingresaron a una casa en el callejón Las Marías del barrio El 70 para despojarlas de 800.000 bolívares. Las mujeres, y una tercera que sobrevivió al ataque, viajaron a la capital para comprar ropa para vender.
Ese doble homicidio, según trascendió, motivó una reunión de miembros de la banda que rechazaron el crimen cometido en un barrio que los mismos delincuentes declararon “zona de paz”. En ese encuentro los líderes ordenaron matar a los autores del doble homicidio. Mataron a cuatro de los cinco implicados y luego abandonaron los cadáveres en el sector La Vuelta del Beso.
Tres semanas antes de eso, la banda del 70 demostró su poder cuando dieron refuerzo para repeler una fuerte incursión de funcionarios del Sebin, la PNB y Policaracas en la Cota 905, a petición de bandas de esa zona y de El Cementerio.
Mientras la banda del 70 se ha extendido con los años por más sectores de El Valle, los funcionarios destacados en la zona han sido remitidos a otras divisiones. Los agentes que aún laboran en el módulo de Policaracas, ubicado en la parte baja del edificio Cerro Grande, trabajan prácticamente acuartelados y en desventaja: los superan en armas y en número de hombres.
Angélica Lugo/El Nacional