Un asesino en la casa

Un asesino en casa sepelio de niños
Hasta los primeros días de agosto se reportaron 14 asesinatos entre parientes, en la mayoría de los casos, los homicidas son los hijos y los primos de las víctimas. Según los registros, 90 por ciento de las víctimas son niños o adolescentes. La Policía capturó en cuestión de horas a sus homicidas por la afinidad con los occisos

Andrea Querales/La Verdad

Convivieron por años y jamás se imaginaron morir en sus manos. Hasta los primeros días de agosto se reportaron 14 homicidios entre parientes. Ser padres, hijos, hermanos o primos no les impidió tomar un arma de fuego o blanca para acabar con sus familiares. La marca por la pérdida de un miembro del clan a manos de otro es indeleble. Especialmente, cuando el deceso es accidental.

Marzo, junio y julio, según los registros de La Verdad, cerraron como los meses con más casos con tres. Le siguen febrero y agosto con dos y mayo con uno. En los reportes se determina que son los hijos y los primos quienes generalmente arremeten en contra de sus consanguíneos.

Como el caso de José Reyes Fama Barrios (28) mató a machetazos a sus tres hijos, Adrián David (1), Luis José (4) y Santiago José Fama Sánchez (6); y hirió a su esposa, Indiana del Valle Sánchez Rojas (35), en Cabimas. El ama de casa arropó con su cuerpo a los pequeños para que no los descuartizara con los golpes. Al infanticida lo detuvieron, permanece en los calabozos del Eje de Homicidios. Pero la colectividad lo condena y cree que mantenerlo preso no enmienda su crimen.

Nada es igual

Perder violentamente a un pariente ya es doloroso, saber que la culpa recae en alguien cercano, lo hace peor, así lo sienten, desde el 1 de agosto, los Fuenmayor cuando Johander José Sarmiento Fuenmayor (21) mató de un balazo a su prima, Silvina Rosa Fuenmayor (14). En un arrebato de arrepentimiento el homicida intentó suicidarse. Mostrarle la pistola a sus parientes le marcó el futuro a todos.

“No quiero hablar de eso” gritó desde una venta de su casa, en el sector Pomona, la progenitora de la adolescente. Autorizó a Brayan, hermano mayor de la víctima, para que declarara al equipo de La Verdad.

El joven moreno y delgado se quedó de pie en la puerta principal, mientras relataba lo difícil que ha sido para toda la familia. “Él es primo hermano, sabemos que fue un accidente. Pero eso no es consuelo. Ella es la que está muerta”.

La relación entre las dos familias ya no es igual, se la menta el joven. “Nos tratamos poco”. Sarmiento sigue detenido en los calabozos de la Policía científica. Ninguno de los Fuenmayor ha tenido la fuerza para visitarlo.

Trastorno y pelea

Entre junio y julio se reseñaron tres casos donde los agresores, presuntamente esquizofrénicos, asesinaron. Uno de ellos ocurrió en el sector El Cruce, municipio Jesús María Semprún. Ever Bayona (25), con historial psiquiátrico, decapitó a machetazos a su padre, Edilberto Bayona Navarro (47). Aprovechó un apagón para atacarlo. Aparentemente ambos discutieron antes. Los vecinos no sospecharon sobre el parricidio, porque las peleas eran contantes al igual que las agresiones del joven hacia sus progenitores y los gritos de auxilio de este.

Jesús Morillo Delgado (36) atacó con un cuchillo a su progenitor Fernando Morillo (66). Su madre intentó detenerlo y la acuchilló  en el pómulo derecho, en el brazo izquierdo y le amputó dos dedos de la mano. Todos están detenidos.

Los detectives de la Policía científica mantienen sus móviles por cada caso. Se inclinan a la riña y al homicidio culposo (accidental) como los motivos más frecuentes en los decesos. La primera hipótesis con seis casos y la segunda con tres. Las principales armas que usan para acabar con sus víctimas son escopetas, revólveres, machetes y cuchillos.

El último caso

A Jéssica Chiquinquirá Espina Espina, de 22 años, no le importó llevarlo nueve meses en su vientres, alimentarlo con su sangre, darle vida dentro de su ser. Apenas el pequeño llegó al mundo lo mató, lo sacó de su casa, en el sector Carrican, parroquia San Rafael de Mara; caminó hasta un pozo séptico y arrojó el cuerpecito del pequeño.

Los vecinos y la denuncia oportuna de los médicos llevaron a los funcionarios a la casa de la infanticida. Este es el primer caso de los 11 reportes de abortos reportados en Zulia que termina con una detenida. Los otros 10 quedaron impunes. Los investigadores alegan que las homicidas se alejan de sus sitios de residencia para deshacerse de sus víctimas. Eso dificulta su captura.