Seis delincuentes abatidos y decenas de ráfagas de disparos dejan a La Vega una vez más quebrantada. Pese al esfuerzo de más de 300 funcionarios policiales, los antisociales lograron burlar el perímetro de seguridad y escapar hacia la Cota 905.
Los vecinos de La Vega tenían más de 72 horas sin conciliar el sueño. Las balas sobrevolaban los techos de zinc y cartón, en medio de la lucha entre delincuentes de la Cota 905 por tomar el control del sector.
Este viernes más de 300 funcionarios de la Dirección de Investigaciones Penales (DIP) y la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) acudieron desde tempranas horas del día a la redoma de La India, cercaron la zona e iniciaron la planificación para la toma del barrio La Vega, en un intento por capturar a los delincuentes que mantenían a los vecinos en vela.
Desde la parte alta del barrio se escuchaban cientos de disparos de armas automáticas. Las autoridades no se esperaban el anticipo de los antisociales, razón por la que acordonaron el perímetro en cuestión de minutos.
La refriega tuvo su epicentro en la calle Zulia del barrio, lugar donde delincuentes entre callejones, escaleras y casas poco estables, se escudaban de los funcionarios.
Tras un enfrentamiento con la DIP y la FAES, seis sujetos resultaron abatidos; entre ellos, el Mono y el Guacamaya, dos delincuentes presuntamente miembros de la banda de alias el Coqui.
Durante seis horas, o más, los disparos alcanzaron a residencias adyacentes. Los habitantes del oeste de la ciudad registraron en imágenes lo ocurrido desde la parte alta de edificios y casas del sector.
Tras una tarde de incertidumbre por las ráfagas de disparo, decenas de delincuentes -portadores de armas largas y de gran calibre- huyeron hacia la Cota 905, presuntamente por vías montañosas que los hampones han habilitado para escapar de las autoridades.
Luego de un intento fallido por acabar con la banda de el Coqui, se mantuvieron desplegados los funcionarios de seguridad en la redoma de La India, La Vega, El Paraíso y el Cementerio.
Los peatones que continuaron en las adyacencias lograron regresar a sus casas, y como un día corriente comentaron: «Ojalá se acabe el problema con los malandros, que se acabe este lío ya».