La ansiedad por separación es un problema muy común en los perros, genéticamente, animales que necesitan estar en manada. Podemos prevenirla y tratarla si no es grave. Si el perro manifiesta mucho estrés, es recomendable pedir ayuda a un especialista en comportamiento canino.
Cuando adoptamos una mascota contraemos también una responsabilidad que va más allá de los cuidados más básicos como pueden ser cobijo y alimentación. Estamos obligados también a proporcionarle bienestar. Y esto incluye atender a su estado mental y tratar de ayudarle a superar problemas como la ansiedad por separación. Y es que este trastorno del comportamiento, que se da fundamentalmente en perros, no solo causa estrés a los propietarios de la mascota o a sus vecinos, ellos también sufren. Por ello, es fundamental averiguar cuál es la causa y cómo se puede abordar.
¿Qué es la ansiedad por separación?
Se trata de un problema muy común. Se estima que afecta a un 15% de los perros ya que, genéticamente, están preparados para vivir en manada y no separarse de ella. Cuando esto ocurre, el animal siente ansiedad que no desaparece hasta que los miembros de la familia y, en especial, el ‘guía’ llega a casa. Según el grado de estrés que experimente, puede manifestarlo ladrando, aúllando, destrozando muebles, haciéndose pis, defecando y/o salivando.
Todos estos síntomas pueden desencadenarse desde el mismo momento en que el dueño sale por la puerta o al cabo de unos minutos. También puede ocurrir cuando se supone que los dueños ya deberíamos estár en casa pero nos retrasamos. Por ejemplo, si la hora de llegada suele darse en torno a las 14 horas y aún no hemos llegado, el animal puede empezar a manifestar su estrés y ansiedad.
«El perro es un animal altamente social. es capaz de formar un vínculo muy fuerte con la especie humana, por lo que se podría decir que su tendencia natural sería considerar la separación del grupo como una situación antinatural o negativa», explica la veterinaria y especialista en etología, Gemma López Aguado, de Kivet Sant Pere de Ribes en Barcelona, centro colaborador de Kiwoko.
Teniendo esto en cuenta, los principales factores predisponentes a la ansiedad por separación en perros son:
Apego excesivo hacia su propietario o familia. Algunos perros crean una dependencia demasiado fuerte. Seguir al dueño, solicitar atención y contacto físico continuado suelen ser algunas de las conductas típicas de estas mascotas.
Destete precoz y experiencias traumáticas durante las primeras semanas de vida del animal. Los cachorros que son separados antes de las 8 semanas de edad, cuando la madre no les ha podido enseñar todavía a gestionar la separación, pueden manifestar esta ansiedad.
Experiencias negativas durante alguna ausencia del propietario. Por ejemplo, ruidos de tormenta, petardos… En definitiva, sustos en los que desarrollan fobia a quedarse solos en un futuro.
Cambios en el entorno del animal. Cambios de horarios de trabajo de los propietarios, regreso al trabajo después de una baja laboral, mudanzas, llegada de un nuevo miembro a la familia o desaparición de alguno, ya sea humano canino o felino.
¿Qué debemos hacer para tratarla?
Lo ideal es prevenirla desde cachorros haciendo salidas graduales y tratando de mostrar al animal que siempre volveremos y que no es algo que vaya a perjudicarle. Pero no siempre es posible atajarla antes de que aparezca y habrá que tratarla. Hay que tener en cuenta que la ansiedad por separación es un problema que requiere paciencia y es necesaria la implicación de toda la familia. La veterinaria Gemma López recomienda seguir los siguientes pasos:
Entender la raíz del problema. Hay que comprender que el animal no actúa de un modo rencoroso, desobediente o de castigo hacia nosotros por haberlo dejado solo. Su conducta responde a un estado anímico de ansiedad y que, por tanto, sus actos son involuntarios y van encaminados a librarse de esa ansiedad.
Modificar el entorno. Establecer una rutina y hábitos de paseos rigurosos, así como medidas para entretener y estimular, sobretodo mentalmente al animal, a base de juego y ejercicio físico suficiente, adaptado a la necesidad de cada animal.
Terapia de modificación de conducta. Es el pilar del tratamiento. Consiste en enseñar al perro a permanecer solo de manera relajada. Se recrean una serie de salidas ficticias a las que asociamos una situación agradable para el animal. De manera muy gradual, el animal va tolerando permanecer solo, ya que aprende que no se trata de una situación negativa para él.
Feromonoterapia. Se trata de acompañar la terapia con productos a base de feromonas apaciguadoras y otros relajantes, orientados a reducir los niveles de ansiedad en el perro. No son fármacos y por lo tanto no tienen contraindicaciones. Pero es aconsejable utilizarlo con el consejo de un veterinario y leerse el prospecto.
Terapia con psicofármacos. En ocasiones en los que al animal sufre ansiedad muy intensa, es necesario medicar para conseguir reducir los niveles y permitir el aprendizaje. La terapia farmacológica no sustituye al resto de estrategias, siempre debe ser complementaria al tratamiento de modificación de conducta y debe llevarse a cabo por un veterinario etólogo clínico.
¿Qué puede empeorar la situación?
Al igual que podemos adoptar estrategias que pueden llegar a erradicar este problema, algunas reacciones o costumbres de los propios dueños que no harán más que empeorar la situación por tanto, hay que cambiarlas en beneficio de nuestra mascota. Por ejemplo:
No castigues. Si al llegar a casa encontramos destrozos o que se ha hecho pis y caca, no hay que castigarle porque no sabe qué está pasando. De hecho, aunque el animal adopte una postura de sumisión para intentar apaciguar al propietario y lo interpretemos como una señal de culpabilidad, no comprende por qué se le riñe. Además, es muy importante entender que el perro no actúa por venganza.
No le ignores. Aunque algunas teorías defiendan ignorar al animal cuando se llega a casa, no es necesario hacerlo por completo.
En algunos animales puede generar todavía más estrés el hecho de buscar, de manera desesperada, nuestra atención y no obtenerla. Lo más recomendable es saludar de forma tranquila, para que el perro entienda que ya lo hemos visto, que no necesita reclamar más nuestra atención, pero que le prestaremos más atención cuando esté más relajado.
Hagas lo que hagas, sabe que te vas. No es necesario reducir las señales que le indican al animal que voy a salir de casa.
Comúnmente se ha recomendado “engañar” al perro cogiendo las llaves o poniéndonos el abrigo cuando no vamos a salir de casa para romper la asociación que hace de abrigo + llaves = me voy a quedar solo. Sin embargo, aunque eliminemos algunas asociaciones, el animal siempre acaba aprendiendo otras y siempre sabrá cuándo nos vamos a ir.
Por lo tanto, las tendencias actuales recomiendan hacer todo lo contrario. «Se aconseja ser más predecibles y enviar señales o pistas que le permitan anticipar que nos vamos a ir, incluso incluir otras más claras. Se ha demostrado, que poder predecir una situación desagradable reduce los niveles de estrés», señala la experta. «Si sabes que algo malo va a ocurrir, es menos estresante saber al menos cuándo va a suceder, lo que permite, en cierta manera, adaptarte o anticiparte a la situación», añade.
Juguetes y complementos
La educación, la terapia y corregir algunos de nuestras costumbres puede ayudar al animal a reducir su nivel de estrés y, en definitiva, a sentirse mejor. Pero además, podemos servirnos de ayuda extra. En la actualidad, disponemos de juguetes y complementos que pueden ayudarnos a vencer la ansiedad por separación de nuestra mascota. Por ejemplo, podemos echar mano de «juguetes interactivos, es decir objetos que podemos rellenar con comida (tipo Kong), huesos para que mastique, o juegos de olfato de búsqueda de comida en los que el animal deba utilizar su ingenio para poder obtener el premio. Además estará un buen rato entretenido», aconseja la especialista.
Sin embargo, en muchas ocasiones «este tipo de actividades sirven más como prevención del desarrollo de ansiedad por separación y como parte de su enriquecimiento del entorno que como ayuda en el momento de quedarse solo, ya que según el grado de ansiedad, mucho animales dejan de comer en estas circunstancias», señala. Por ello, si el problema persiste y no conseguimos reducir su nivel de estrés con la pautas anteriore, lo más conveniente es que se acuda lo antes posible al veterinario para no agravar la situación.
Fuente: hola