¿A quién no le ha pasado? Has tenido un día ajetreado pero aun así decides “mantener” o “alcanzar” tu línea. Decides cenar algo ligero: una ensalada o tal vez una sopa. Te vas a la cama y las preocupaciones del día comienzan a asomarse por tu puerta, por lo que buscas distraerte con un libro, alguna serie o el celular y empiezas a revisar las redes
Sin darte cuenta, el tiempo pasó y tu estómago empieza a hablar: “-¿Tengo hambre?, dice -No vale, son las 11 de la noche y ya cené-”, te contestas. Media hora más tarde insiste: “-Tengo hambre” -Es que cené algo muy ligerito, creo que puedo comerme un dulcito y nada me va a pasar-”, te convences. Ciertamente nada de malo tiene comerse un dulcito si el cuerpo lo pide, el problema es cuando ese cuadrito de chocolate se convierte en la barra entera o la cucharada de helado en medio pote.
De acuerdo con Andrea Castellanos, nutricionista y CEO de la página web Your Diet Method, nos puede provocar comer dulce en la noche por varias razones. La primera es que no nos alimentemos de forma balanceada durante el día o dejemos muchas horas entre comida y comida. Castellanos asegura que nuestros hábitos alimenticios determinan la forma de conciliar el sueño.
La nutricionista explica que otra razón puede estar relacionada directamente con lo que se ha cenado o dejado de cenar. “La mayoría de las personas intentan hacer una cena baja en carbohidratos. Si durante el día no has comido suficientes carbohidratos y fibras, esa cena puede resultar desbalanceada. Es importante, si tienes una vida activa, consumir una porción de carbohidratos preferiblemente altos en fibra a la hora de cenar”.
También añade que generalmente, además de realizar una cena desbalanceada, la mayoría de las personas se va a dormir entre tres y cuatro horas después de haber comido, lo que produce un desbalance hormonal ya que pasado tanto tiempo suele darse una baja en el nivel de insulina que hace que el cuerpo pida dulce.
Otra razón que puede hacer que te levantes con ansiedad y con ganas de comer un dulce se debe a que exista algún desbalance hormonal por estrés. “El estrés es algo que afecta a todos pero que ninguno puede medir y va a incidir directamente en que algunas hormonas se liberen y otras no. El cortisol, producido por la glándula suprarrenal se libera como respuesta al estrés, afecta directamente tus niveles de hambre e influye en la insulina”.
Castellanos recomienda hacer actividades durante el día que ayuden a regular la angustia y la ansiedad como hacer deporte o meditar. “Si eres una persona muy estresada es probable que te de más hambre que otras que son más tranquilas”.
La especialista ofrece seis tips para evitar que la noche sea sinónimo de romper la alimentación sana que logramos durante el día:
1. Lo máximo que uno debe pasar despierto después de cenar son dos horas. Si tu estilo de vida hace que te acuestes mucho más tarde después de comer es recomendable hacer una merienda un poco antes de dormir. Debe estar compuesta por grasas sanas como nueces (máximo 12) o una cucharada de mantequilla de maní o almendras. También puedes comer alguna fruta (baja en calorías y solo si no estás buscando perder peso) y tomar algún té relajante.
2. Revisa tus cenas: deben incluir proteínas y grasas buenas (como aguacate, aceite de oliva –una cucharadita- o salmón) para mantener al cuerpo saciado por más tiempo.
3. No saltarse las comidas durante el día. Lo ideal es desayunar, almorzar, cenar y hacer dos meriendas.
4. Evita tomarte las calorías. No consumas refrescos o bebidas altas en azúcares para evitar el pico de insulina.
5. Duerme. Una persona que no descansa bien en la noche va a tender a tener ansiedad por carbohidratos y azúcares, no solo durante la noche sino durante el día. No dormir incide en la hormona Ghrelin que es la que regula el apetito. Esta aumenta cuando no dormimos, mientras que la hormona Péptido YY, avisa cuando estás saciado, disminuye y no reacciona, por lo tanto nunca te sientes satisfecho.
6. Otra forma de regular el hambre es analizar con un doctor qué sensibilidades tienes ante las comidas. Si eres alérgico o sensible a algún alimento, como el gluten, es posible que el cuerpo te lo esté pidiendo. Eliminar ese alimento hará que tu cuerpo funcione mejor y lo podrás suplementar con otro que sea más beneficiosos para tu organismo.