¿Loco por la cafeína? Mira las consecuencias

La vida sin café es dura, al menos sin las dosis imprescindibles: el primero de la mañana, el de después de comer, el de media tarde… Si ha leído hasta aquí, seguramente es porque usted también habrá elaborado alguna vez argumentos como «voy con el piloto automático hasta que no me tomo un café» o «no soy yo sin un café».

Nunca hay que sentirse solo y en esta «guerra» sobra la compañía. Los caffeine crazies -siempre hay un término acuñado en inglés en toda tendencia que se precie- podrían formar varios ejércitos. Unos toman cafés; otros, Coca-Cola o sus versiones, y otros, bebidas energéticas, entre las que reina Red Bull con 80 miligramos de cafeína en cada bote.

Necesitamos estar despiertos, brillar y ser ingeniosos todo el tiempo. Y como vamos escasos de horas de sueño, tiramos de ayuda extra. El éxito global de Starbucks, las cafeteras Nespresso y el Red Bull atestiguan el posicionamiento de la cafeína, un polvo cristalino blanco y brillante perteneciente a la familia química de los alcaloides y que no sufre el descrédito de otras sustancias, como estimulante contra la fatiga.

Mark J. Penn, autor de Microtendencias. Los pequeños cambios que están detrás de los grandes cambios de mañana, recomienda a empresarios y políticos prestar atención a la pasión que levanta la cafeína entre sus compatriotas. Uno de cada cuatro americanos -señala Penn- bebe varios cafés durante su jornada laboral, y Red Bull ha pasado en cuatro años de ser una bebida desconocida a ser la séptima más consumida. ¿Por qué necesitamos algo que nos despierte? Penn asegura que los estadounidenses duermen un 25% menos que hace 100 años y tratan de maquillar esta carencia con toneladas de cafeína. Por otro lado, asegura que una población envejecida como la americana -también la española lo es- valora como nunca antes la sensación de vitalidad y energía. «La mayoría de nosotros quiere estar alerta, con las pilas bien cargadas, para ser superhombres o supermujeres. Nadie quiere estar cansado. Si Red Bull me puede dar todo esto, «¿qué importa que me beba tres latas al día?», escribe en su libro.

Según el experto, en Estados Unidos también triunfan inventos diabólicos como el Donut con cafeína (Buzz Donet), un intento de hacer un dos en uno y condensar café y bollo para los que van con prisas. Incluso en el Reino Unido se investigan las cifras del creciente consumo de café, que amenaza con ponerse a la altura de la británica costumbre de tomar el té.

¿Y qué hay de malo con animarnos con un poco de cafeína? La dosis letal es de 5.000 miligramos, luego habría que beber 40 tazas de café bien cargado en un corto periodo de tiempo y, la verdad, no es muy habitual. De hecho, las intoxicaciones mortales por cafeína son una curiosidad médica.

El efecto de un café con azúcar sobre el rendimiento intelectual de 80 estudiantes universitarios fue medido por un grupo de investigadores de la Universidad de Barcelona mediante técnicas de resonancia magnética. Se comprobó que las dosis bajas de una mezcla de cafeína y glucosa, como las que se encuentran en una taza de café o en un refresco de cola, mejoraban el rendimiento, el aprendizaje y la memoria. A partir de los 500 miligramos de cafeína empezaron a aparecer estados de ansiedad y un exceso de estimulación. Pero éstos son problemas menores frente a la enorme ventaja que el Homo sapiens de principios del siglo XXI ha encontrado en la cafeína: la posibilidad de estar alerta. Mark J. Penn, cuyo trabajo es dar pistas a los empresarios de buenas oportunidades de negocio, lo ve muy claro: «Es el momento de abrir bares de cafeína donde puedan juntarse personas de diferente naturaleza, cultura y nacionalidad con un objetivo común: permanecer despiertos 24 horas».

En dosis

Entre 75 y 150 miligramos. Eleva la temperatura, el ritmo respiratorio y los niveles de ácido gástrico en el estómago. Cantidades más altas pueden producir ansiedad, irritabilidad, insomnio, taquicardia y diarreas.
A partir de 350 miligramos diarios consumidos durante un mes. Aparece el síndrome de abstinencia (irritación, cansancio y depresión).
Consumo habitual de más 650 miligramos diarios. Puede producir úlceras gástricas, niveles de colesterol elevado, insomnio crónico, ansiedad y depresión. Se asocia con enfermedades cardiacas y ciertos tipos de tumores asociados a los alquitranes del café.
Un vaso de bebida de cola aporta entre 35 y 40 miligramos; una taza grande de café, aproximadamente unos 100 miligramos.

Fuente: http://elpais.com