Todo lo que quieres preguntarle sobre sexo a un especialista te lo responde la sexóloga Susanna Diez.
Conseguir sentirnos plenas en la intimidad con nuestra pareja, es resultado de estar seguras con nosotras mismas. Debemos aprender a querernos, disfrutar de cada momento y trabajar por reducir situaciones de estrés. Son algunas de las tácticas que te ayudarán a divertirte más en la cama.
A continuación, te contamos 10 cosas que una sexóloga quiere que sepas antes de acudir a su consulta, recogidas gracias a las claves, pautas y declaraciones de Susanna Diez, psicóloga y sexóloga del Institut Barcelona de Psicología i Sexologia. No seas tímida y ponte las pilas: ¡a por el buen sexo!
1. ¿Sola o en pareja?
A la hora de acudir a una consulta, en el caso de que se tenga pareja, es recomendable que vayáis los dos porque así es posible realizar ejercicios conjuntos. Eso sí, según nos confiesa la doctora, “muchos van solos, bien porque no tienen pareja, o bien porque no quieren que esta se entere”. Lo importante es que acudas.
2. ¿Cuándo voy?
Al sexólogo hay que acudir cuando se detecte algún problema o disfunción. Si no disfrutas en la cama, te pones nerviosa solo de pensar en una situación íntima o no participas en las conversaciones sobre sexo con tus amigas debes acudir a consulta. Estas situaciones problematicas o de disfunción se solucionarán identificando cuatro fases: cero (el punto de partida de la relación sexual), excitación (que se consigue mediante unos generosos preliminares), orgasmo (la culminación de la relación sexual) y fase de resolución (el desenlace que te ayudará a alcanzar el máximo placer).
3. Lo que más preguntan…
«¿Esto me pasa solo a mí?” suele ser la primera preocupación al acudir a un sexólogo. Los pacientes tienen la necesidad de sentir que no son los únicos con su problema. Sentir que no estamos solos destierra la sensación de ser unos bichos raros. Otro de los interrogantes que se plantean en la primera consulta es cuánto tiempo se tardará en solucionar el problema. Paciencia, querida. Llegar a la plenitud sexual, a veces, es una carrera de fondo.
4. La anorgasmia, una de las disfunciones más comunes
La anorgasmia es la ausencia del orgasmo y se produce porque durante los preliminares no se consigue una excitación plena; bien sea porque no se han realizado con intensidad, porque no se han realizado durante el suficiente tiempo o por una combinación de ambas. Alrededor de un 15% de las pacientes que acuden a la consulta se les diagnostica anorgasmia.
Esta disfunción puede ser la preocupación por querer tener un orgasmo -la respuesta involuntaria del cuerpo que es el resultado de la culminación de placer sexual- y por querer dar la talla con la pareja es lo que bloquea la llegada del placer. Si hay una buena excitación (no basta con tres besos y cuatro caricias) se conseguirá el orgasmo.
– Identificar cómo se consigue el orgasmo. Los dos tipos de clímax, el clitoriano y el que se consigue mediante penetración, son igual de buenos y de válidos.
– Potenciar la fase de excitación para que sea plena.
– Focalizar la atención en las sensaciones placenteras con ejercicios. Es como realizar un entrenamiento.
– Quitar la tensión de pensar que cada relación sexual lleva al orgasmo.
5. ¿Es mejor cantidad o calidad?
Pues ni lo uno, ni lo otro. Lo normal es lo que a la pareja establece como usual y satisfactorio. Esta denominación, que puede tener características muy distintas (lo comprobarás si hablas con tus amigas) depende únicamente de tí y de tu pareja.
6. ¿Fantasías o realidad?
Trasladar las fantasías a la realidad es un hecho clave en cualquier terapia. Se trabaja mucho porque el primer órgano sexual es el cerebro y, si el cerebro está erotizado, las relaciones sexuales irán a mejor. La mayor parte de ejercicios empiezan con lo que nosotros llamamos estimulación con imaginación romántica. Aunque también hay que trabajar los tabúes, que generalmente tienen las mujeres, a la hora de tener y expresar las fantasías sexuales.
7. ¿Cómo vivimos nuestra sexualidad?
Influyen la familia, la sociedad y la cultura. En una consulta siempre te preguntarán qué presencia y qué peso han tenido en tu vida la educación sexual, la normalidad o el pudor con el que te han hablado tus familiares sobre las relaciones íntimas, sobre cómo fue la primera relación y cómo es el trato con tus padres. El diálogo, en temas tan importantes como estos, suele ser crucial para afrontar de forma natural los contratiempos emocionales y las disfunciones físicas.
8. Hablemos de tabúes…
Todavía hay muchas personas marcadas por estereotipos y mitos. Eso acentúa aún más los problemas sexuales. Uno de los tabúes más extendidos entre hombres y mujeres es asociar un comportamiento sexual libre con comportarse como una prostituta (en el caso de ellas). Por eso, la sexóloga Susanna Diez lo aclara: “En la consulta tratamos de enseñar que tener libertad de pensamiento es bueno y que una cosa no tiene nada que ver con la otra”. Así que, si tu también eres de las que critica a otra mujer por hacer lo que le da la gana con su cuerpo: reflexiona.
9. ¿Toda la culpa es del estrés?
El estrés tiene un papel decisivo en la falta de apetito sexual, pero no es la causa principal. Los horarios de la vida diaria, la falta de sueño, llegar a fin de mes, la relación estresante con el jefe, los kilos de más, no estar depilada y dramas cotidianos de un calibre similar nos hacen desviar la concentración cuando estamos metidas en faena. A veces, si estamos cansados no tenemos tantas ganas de tener relaciones sexuales pero existen personas que, aunque estén estresadas, consiguen aislar en un búnker mental su desasosiego y pueden tener sexo sin ningún problema. ¡Afortunados ellos! Así que no: no culpes (siempre) al estrés de tu situación en la cama.
10. ¿Las vacaciones son la solución?
Las vacaciones no son la panacea… al menos en este caso, no nos vayas a malinterpretar. Para poder solucionar el problema, primero hay que admitirlo, después identificarlo y, por último, poner los medios para solucionarlo. Si bien los días de descanso propician relaciones sexuales más espontáneas y abiertas gracias al tiempo libre, no son el remedio que soluciona instantáneamente los problemas: hay que ir al meollo del asunto y no confiar en que los días fuera de la oficina van a mejorar tu situación sexual porque ¿qué pasará, entonces, cuando vuelvas a la rutina? Muchas parejas que no resuelven sus preocupaciones vuelven de las vacaciones y rompen, así que lo que hay que hacer siempre es fomentar una comunicación sana con la pareja para llegar a la raíz del asunto.