La gastropediatra Keila Córdoba Hernández alerta sobre los síntomas y efectos en el menor.
El confinamiento y la propia pandemia que afecta a gran parte de la humanidad pueden conjugarse para generar consecuencias negativas en la salud de la población y, de manera especial en los niños, según advierte la gastropediatra Keila Córdoba Hernández, integrante del grupo de especialistas de la Unidad Bariátrica y Metabólica (UBAM) de la clínica La Floresta, de Caracas.
“Alteraciones emocionales como la ansiedad y la depresión han sido relacionadas con los diagnósticos de dispepsia y reflujo desde hace mucho tiempo. Y por todos, es bien sabido que la situación actual por causa de la pandemia, en su condición de inédita e inesperada, ha traído consecuencias negativas, también desde el punto de vista psicoafectivo, lo cual puede desencadenar síntomas inherentes al aparato digestivo, pudiéndose muchas veces confundir con cuadros de organicidad”, considera la doctora Córdoba.
En tal sentido, indicó que también es necesario aclarar que en el curso de la infección por coronavirus pueden presentarse manifestaciones digestivas como parte del cuadro clínico general; por lo que estima conveniente, en muchos casos, el manejo multidisciplinario del paciente, con la evaluación conjunta de distintas especialidades, a fin de obtener resultados más precisos.
La gastropediatra se refirió a varios de los aspectos sobre los que se observan mayores dudas con más frecuencia durante las consultas médicas, como son entre otras las relacionadas con los síntomas y efectos de la gastritis en la salud del niño.
Precisó en primer lugar que, la gastritis (definida como inflamación aguda o crónica del estómago), “obedece a la descripción anatomopatológica que se realiza en el curso de los procesos inflamatorios en que se ve afectada la mucosa gástrica”.
“La patología inflamatoria esófago-gástrica del niño es objeto de creciente interés debido a su elevada incidencia y prevalencia. Al contrario de lo que comúnmente pueda pensarse, las gastropatías son muy frecuentes en la edad pediátrica y pueden presentarse como procesos agudos o crónicos y tener causas múltiples, sean infecciosas o no”, explicó la especialista.
Agregó que la inflamación de la mucosa gástrica y duodenal “son consecuencia del desequilibrio entre factores agresivos y defensivos de la mucosa; dependiendo del grado de desequilibrio se desarrollará una gastritis de intensidad variable y, en casos más graves, una ulceración franca de la mucosa, pudiendo coexistir o no ambas lesiones”.
Diversidad de manifestaciones
Debido a que, según lo indica, son tan diversas las manifestaciones clínicas, cada paciente debe ser estudiado de manera individual. Así, se puede observar desde quienes se presentan asintomáticos o con pocos síntomas, hasta aquellos en quienes las manifestaciones son muy floridas e intensas, comprometiendo incluso la vida del paciente cuando ocurren complicaciones.
En cuanto a las consultas más frecuentes, señala:
– Dolor epigástrico recurrente, que es el síntoma característico de la enfermedad úlcero-péptica, donde destaca el hecho que para los más pequeños es complejo identificar este síntoma.
– Rechazo o aumento de la ingesta de alimentos, dada la sensación de vacío o llenura en el epigastrio (parte alta del abdomen) que pueden presentar.
– Halitosis, como síntoma frecuente en la consulta, que no siempre va relacionada con patologías digestivas, pero que puede presentarse en niños con gastropatías.
-Náuseas o vómitos, los cuales pueden ser esporádicos, intermitentes o persistentes, pudiendo incluso limitar las rutinas del niño e influir de manera significativamente desfavorable en su desempeño escolar, dinámica familiar y estado nutricional, lo cual podría comprometer su desarrollo integral, si se considera la infancia como una etapa vulnerable de la vida.
– Pueden presentarse adicionalmente manifestaciones de reflujo y sus consecuentes síntomas digestivos o extradigestivos, donde podría involucrarse la afectación de otros órganos o sistemas, como por ejemplo, pacientes con manifestaciones respiratorias altas y bajas.
La experta considera importante que un grupo reducido de niños mayores o adolescentes con gastritis infecciosa por helicobacter pylori, desarrollarán úlcera duodenal e incluso un tipo de linfoma relacionado (tipo MALT) que, a pesar de ser infrecuente, debe tenerse en cuenta, ya que además muchos de estos niños al alcanzar la adultez, pueden presentar diferentes modalidades de evolución, por lo que ameritan seguimiento estrecho.
En tal sentido, la doctora Córdoba considera conveniente tener en cuenta que, las manifestaciones de sangrado en el curso de una hemorragia digestiva superior se considera para el estudio de enfermedad ulcero péptica; y que pacientes con anemia crónica también deben ser evaluados por el especialista en gastroenterología infantil, para descartar pérdidas hemáticas que, en ocasiones, no son percibidas por el paciente o sus cuidadores.
De esta manera, indica, “podemos apreciar como una entidad que muchas veces es pasada por alto o no se le da la debida significancia, puede afectar a nuestros pequeños pacientes de manera exponencial. La recomendación va dirigida a los cuidadores, para que soliciten la intervención de un equipo médico especializado y de manera oportuna”.
Procedimientos desde la UBAM
El procedimiento médico que desarrolla la Unidad Bariátrica y Metabólica ((UBAM), de la cual forma parte la doctora Córdoba, es un proyecto que integra el trabajo de un equipo médico multidisciplinario, a fin de brindar exclusividad y manejo adecuado de manera personalizada. “Para el tratamiento de patologías digestivas de esta índole, contamos con el recurso humano de alta competencia, pero además con las herramientas técnicas y equipos necesarios para diagnóstico y tratamiento”, dijo finalmente.