Si alguna vez habéis escuchado que el amor engorda, o que estar en una relación hace que aumentéis el peso, es más que posible que aquellas personas tuvieran mucha más razón de la que creemos.
Efectivamente, aunque algunas investigaciones encuentran que el matrimonio correlaciona con una mejor salud e, incluso, una menor mortalidad. Otras investigaciones encuentran que el índice masa corporal suele correlaciones de manera alta entre miembros de una misma pareja. Por lo que, aparentemente, el desarrollo de obesidad o sobrepeso por parte de uno de los miembros de la pareja podría aumentar el riesgo que la otra persona tiene de acabar padeciendo obesidad.
La duda más importante, sin embargo, era conocer cuáles son los mecanismos por los que esta correlación existe y si está relacionado con la duración de la relación o con la cohabitación entre otras cosas. Para descubrir esto, Gordon-Larsen y su equipo analizaron información de unas 7000 personas en edad adolescente en 1996, posteriormente también analizadas en 2001-2002 y, finalmente, unas 1200 parejas de ese mismo periodo (2001-2002) que o bien estaban saliendo, viviendo juntos o casados.
Lo que encontraron es que aquellas personas que pasaron de estar solteras o saliendo con alguien a la cohabitación o el matrimonio en esos años tenían más riesgo de acabar sufriendo obesidad que aquellos que tan solo estaban saliendo sin cohabitar en ambas etapas. Además, los resultados señalaban que las personas, tanto hombres como mujeres, que se casaban tenían más riesgo de padecer obesidad.
No solo eso, sino que las personas que convivían por un largo periodo de tiempo con su pareja – más de dos años -, independientemente de su estatus marital, tenían mayor riesgo de padecer obesidad, comportamientos sedentarios e inactividad. Sin embargo, las parejas que vivían juntas durante menos tiempo mostraban una correlación con la obesidad más débil, lo que señala a posibles por factores ambientales compartidos.
La conclusión de estos investigadores es que los miembros de las parejas podrían ,el uno al otro, comportamientos poco saludables que, además, podrían trasladarse también a sus hijos. Debemos tener en cuenta, eso sí, que en esta investigación no obtuvieron resultados de lo que ocurría más allá de los cinco años de convivencia y que el estudio se hizo únicamente en parejas jóvenes heterosexuales.
Esto quiere decir que se trata de unos resultados que no se pueden extrapolar ni generalizar. En cualquier caso, se trata de una información interesante a tener en cuenta cuando se hacen intervenciones con uno de los miembros de la pareja para mejorar sus hábitos de salud. Es posible que la intervención no sea posible si no se hace con ambos miembros y se estudia bien el ambiente que tienen en casa. reseña vitónica