Su nombre no resulta familiar. Pero los síntomas que ocasiona este virus, sí: fiebre, mareos, dolor de cabeza, debilidad, erupciones en la piel, dolor en las articulaciones y en los músculos.
Recuerdan al dengue, al zika y a la chikungunya.
En mayo de 2016, el Ministerio de Salud de Perú informó acerca de la aparición de 57 casos de fiebre oropouche en el norte del Departamento de Cuzco, ubicado en el sur del país.
No era la primera vez que se registraban casos de este tipo en el país, pero…
«La preocupación en este momento radica en que los brotes se están presentado con más frecuencia y que están expandiendo su rango de acción lentamente», le dice a BBC Mundo Derek Gatherer, biólogo y genetista especializado en virología de la Universidad de Lancaster, en el Reino Unido.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), era la primera vez que se reportaban casos de fiebre oropouche en el norte del Departamento de Cuzco.
A propósito del brote, la organización realizó una investigación de campo y descubrió que, en esta ocasión, la magnitud fue mayor a la que se registró la última vez, en la década de los noventa, en un departamento contiguo, Madre de Dios.
Bajo observación
Todos los pacientes afectados por el brote de 2016 se recuperaron tras recibir tratamiento sintomático.
En esa oportunidad, la OMS indicó que no se podía descartar la aparición de nuevos casos en Perú.
«Y dada la amplia distribución geográfica del vector (el mosquito transmisor) en América, hay un riesgo considerable de que se identifiquen casos en otros países. La OMS sigue observando la situación epidemiológica y realizando evaluaciones de riesgo».
A diferencia del zika, el dengue, la fiebre amarilla, la chikungunya, y el mayaro (descubierto hace poco en Haití), que son enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegypti, la fiebre oropouche es transmitida por el mosquito culex.
Y uno de los elementos distintivos de este zancudo, es que tiene un rango de acción potencialmente más amplio que el del Aedes aegypti porque se adapta mejor al frío.
«Es un mosquito subtropical que se encuentra en América del Norte, del Sur, Australia, Asia, África, el Medio Oriente y Nueva Zelanda. Es marrón, su tórax y sus alas más oscuras que el resto de su cuerpo», de acuerdo al Instituto de Ciencias Agrícolas de la Universidad de Florida, en Estados Unidos.
Y así explica su modus operandi: «Actúa en las noches y se alimenta de sangre de forma oportunista».
No se ha determinado un vector específico en la transmisión de la enfermedad, según un artículo publicado en 2016 en la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública de Perú, pero hay varios sospechosos:
- Coquillettidia venezuelensis
- Ochlerotatus serrato
- Culex quinquefasciatus
- Culicoides paraensis
Potencial riesgo
El virus fue descubierto en la década de los 50 en Trinidad y Tobago.
Desde entonces se han registrado casos en comunidades urbanas y rurales de Brasil, Ecuador, Panamá y Perú.
«No sabemos si seguirá expandiéndose o si es una fase, pero con el zika aprendimos que es posible que un arbovirus (virus transmitido por artrópodos como mosquitos), prácticamente desconocido, pudiera propagarse al punto de convertirse en una amenaza mundial».
Gatherer opina que, si se dieran las circunstancias, el oropouche y el mayaro podrían comportarse de manera similar al zika.
«Por eso hay que seguir su evolución, para evitar que se repita lo que ocurrió con el zika. Cuándo nos dimos cuenta del problema que representaba el zika, ya estaba fuera de control», afirma Gatherer.
La mejor forma de controlarlo es la prevención a través de medidas similares a las que se han tomado para manejar al zika y a sus parientes.
Entre las opciones están el uso de repelentes, los mosquiteros, la fumigación y la eliminación de agua estancada para evitar su reproducción.
Los mosquitos genéticamente modificados son otra alternativa.
Presentación clínica
Cómo no se han documentado muchos casos, hay poca información con respecto al virus y sus consecuencias.
Un estudio publicado por la Sociedad Americana de Medicina Tropical e Higiene en 2012 establece un vínculo entre el virus de oropouche y la meningoencefalitis, una enfermedad que se caracteriza por la inflamación del cerebro y las meninges.
La investigación refiere el caso de tres pacientes que recibieron ese diagnóstico y que fueron sometidos a un análisis de fluido cerebroespinal que confirmó la presencia de oropouche en su organismo.
El estudio, en el que participaron cinco universidades brasileñas, indica que se han presentado casos severos de la enfermedad en Brasil.
Pero según la información disponible en este momento, casos como los referidos anteriormente son raros.
Gatherer explica que en la etapa inicial de la propagación del zika en América Latina, se desconocía la gravedad de los posibles efectos secundarios.
Las consecuencias se entendieron mejor a medida que los casos aumentaron.
Por ejemplo, la microcefalia se presenta en mujeres embarazadas expuestas al virus en un momento específico, pero eso no se podía saber en un principio porque había muy pocos casos descritos en la literatura.
«No sabemos si el oropouche o el mayaro tienen efectos preocupantes como los del zika. Si se extendiera, lo descubriríamos», concluye Gatherer, reseña BBC