Bien sabido es que nuestro organismo necesita glucosa para obtener energía, razón por la que se ha masificado enormemente la idea del consumo de azúcar blanca para incorporar la glucosa que necesitamos. Pero los hechos nos muestran que una cosa es la glucosa y otra muy distinta es el azúcar blanca refinada. La primera, la encontramos de forma natural en frutas y miel; la segunda es un producto químico puro que al consumirlo causa muchos desequilibrios a nuestro cuerpo.
En muchas partes del mundo estamos muy acostumbrados al té, al café o las infusiones de hierbas “con dos de azúcar” (incluso tres), o ponerle a la yerba mate cada vez que cebamos. Lo que sucede al agregar azúcar es que le matamos las propiedades medicinales a la planta. Estamos acostumbrados a consumir algo que el cuerpo no necesita y que tanto a corto como a largo plazo produce más mal que bien.
Bastante se ha investigado sobre este producto que ha pasado a formar parte de prácticamente todos los hogares modernos. Sintetizaremos algunos puntos principales de interés general al respecto, en cuanto a su elaboración y a los efectos que produce:
El Azúcar Blanca es el resultado de un proceso químico de refinación, donde se extrae de la caña de azúcar o de la remolacha, el jugo, desechando las fibras y partes sólidas.
Para limpiar este jugo se agrega Cal Viva, produciendo una reacción química que destruye casi todas las vitaminas.
Luego se introduce Dióxido de Carbono para precipitar la Cal.
Se filtra, se agrega Sulfato de Calcio y el líquido es decolorado hasta quedar casi blanco.
Este líquido se hierve hasta quedar convertido en un jarabe espeso, el cual se cristaliza.
Tras un proceso de centrifugación se separa el jarabe del azúcar crudo, llamado melaza.
Este azúcar crudo o melaza ha de pasar por varios procesos más de refinación, limpiándolo con Carbonato de Calcio, blanqueándolo con Ácido Sulfúrico, filtrando con Huesos de Buey Carbonizados y cociendo hasta obtener el cristal que conocemos.
Como resultado tenemos Sacarosa Refinada, una sustancia sin vitaminas, sin minerales, proteínas, oligoelementos, fibras ni agua, y que todos conocemos como azúcar.
Este producto, que ha perdido todo o casi todos los nutrientes, deja tras su consumo, residuos ácidos, los cuales exigen al organismo neutralizarlos, poniendo en marcha mecanismos de compensación, para mantener el equilibrio homeostático. Esta compensación se realiza sacando reservas minerales del organismo, incluyendo los huesos.
Como consecuencia tenemos una desmineralización del cuerpo, ya que éste busca fuentes de glucosa, las que toma de los mismos tejidos del cuerpo. Entonces, esto hace que, cuando consumimos azúcar blanca refinada perdemos fósforo (necesario para el cerebro y la memoria), calcio, (fundamental para los huesos y la protección de los dientes), hierro (para la producción de proteínas), vitaminas del grupo B (para obtener la energía de lo que comemos), nutrientes y minerales que son tomados de nuestras reservas por este mecanismo compensatorio.
Producto de esta pérdida podemos experimentar los siguientes síntomas:
Falta de energía, cansancio y la sensación de no recuperarse con las horas de sueño.
Sensación de hambre, producto de la desmineralización, ya que el cuerpo exige la devolución de estos minerales que se perdieron.
El llamado “Sugar Blues”: después de la euforia o excitación (tanto física como psíquica) que produce a todo el organismo el consumo de azúcar, el péndulo cambia de lado y viene una sensación de fatiga, depresión mental e incluso mal humor.
Predisposición a resfríos e infecciones en general, ya que el proceso compensatorio del organismo deprime el sistema inmunológico.
El exceso de calorías será guardado en forma de grasa corporal, favoreciendo enfermedades cardiovasculares y obesidad.
Distintas enfermedades nerviosas producto de su consumo permanente.
Facilidad para desarrollar enfermedades como: osteoporosis, caries, piel seca y agrietada.
Agotamiento del páncreas que desencadena en diabetes.
Es un hecho que gran parte de la población mundial consume azúcar diariamente y sus niveles de glucosa se mantienen permanentemente por encima del nivel equilibrado; rara vez se observa una baja hacia la verdadera normalidad en los niveles de glucosa.
Finalizando, es necesario señalar que la información entregada acá tiene su respaldo científico, y que hay mucha gente que está conociendo al respecto, y lo más importante, experimentando los beneficios de no consumir azúcar (o de reducirlo considerablemente), por ejemplo, sintiendo una mayor vitalidad física y enfermándose menos. Todo dependerá de nuestro interés y necesidad de llevar una vida más saludable al respecto y sobre todo de nuestra fuerza de voluntad. ¿Para qué consumir en grandes cantidades algo que el cuerpo no necesita?
Fuente: http://senderosaludable.net