Las pérdidas de memoria ocasionales son normales, pero también causan preocupación en muchas personas, especialmente si tienen edades avanzadas.
En la mayoría de los casos no hay porqué angustiarse, ya que se trata de situaciones completamente manejables o tratables.
Muchos de nosotros nos hemos preguntado qué es normal y qué no en términos de pérdidas de memoria. No es fácil establecerlo, ya que a veces olvidamos las cosas frecuentemente y no necesariamente se debe a un problema como la enfermedad de Alzheimer, sino a un exceso de estrés u otros factores pasajeros.
En otras ocasiones, esos olvidos nos hablan del comienzo de un deterioro cognitivo que puede o no preceder a la enfermedad de Alzheimer. Para salir de dudas, lo mejor es informarse sobre el tema y consultar al médico. Veamos la cuestión más en detenimiento.
A partir de los 20 años todos comenzamos a perder células cerebrales y esta pérdida se incrementa con la edad. Así mismo, nuestro organismo paulatinamente reduce la formación de diversas sustancias químicas que son necesarias para que las neuronas funcionen adecuadamente.
Todos esos cambios hacen que el cerebro cambie la manera de almacenar información en la memoria. A medida que envejecemos son más habituales las pérdidas de memoria y también se reduce la capacidad para aprender cosas nuevas. Esto no es señal de ningún problema serio de salud.
Estos cambios de memoria tienen que ver con asuntos puntuales, generalmente de poca importancia. Se olvida dónde están las gafas o cuáles son los compromisos para mañana. Sin embargo, la característica de estas pérdidas de memoria es que se producen en personas mayores y no afectan la capacidad de trabajar, de llevar una vida social y de vivir de forma independiente.
Algunas veces las pérdidas de memoria se relacionan con problemas de salud más serios, pero que son tratables y reversibles. Hay factores que llevan a la dificultad frecuente para recordar, pero no suponen un proceso de pérdida definitiva de la memoria. Entre esos factores están:
- Enfermedades cerebrales, como un tumor o infección.
- Problemas de tiroides.
- Lesiones o traumatismos en la cabeza.
- Fiebre alta o deshidratación.
- Consumo de alcohol o secuelas del alcoholismo.
- Reacción a un medicamento.
- Deficiencia de vitamina B12.
- Desnutrición.
En todos estos casos lo indicado es acudir al médico para que este determine los pasos a seguir. De otro lado, también es frecuente que las pérdidas de memoria estén relacionadas con un estado emocional de estrés, duelo, ansiedad u otros problemas emocionales. En ese caso un psicoterapeuta ayuda significativamente.
La dificultad para recordar también puede ser una señal de deterioro cognitivo leve, enfermedad de Alzheimer u otra demencia relacionada. Las personas con deterioro cognitivo leve de tipo amnésico tienen más problemas de memoria de lo normal, pero no tan severos como para impedirle llevar una vida independiente.
Se sospecha de este tipo de deterioro cuando dejan de recordarse eventos importantes con frecuencia y hay dificultad para encontrar las palabras adecuadas a la hora de expresarse. Solo el médico puede diagnosticar este problema.
En los casos más graves las pérdidas de memoria se deben a la enfermedad de Alzheimer o a demencia vascular. Los síntomas de estos tipos de demencia incluyen:
- Dificultad generalizada para recordar las cosas.
- Preguntar lo mismo varias veces, o contar la misma historia repetidamente.
- Perderse en lugares que son familiares, o en condiciones normales que se recordarían fácilmente.
- Desorientación en tiempo-espacio.
- Problemas para manejar el dinero o llevar las cuentas del mismo.
- Aumento de la ansiedad o agresividad.
Cualquier persona que se sienta preocupada por el funcionamiento de su memoria debe acudir al médico para que este determine las posibles causas y, si es el caso, diagnostique tempranamente el problema de salud subyacente. Ese diagnóstico precoz suele mejorar significativamente cualquier pronóstico.
Los ejercicios de memoria y los nuevos aprendizajes, por más que cuesten o lleven tiempo, son la mejor manera de prevenir las pérdidas de memoria. El ejercicio físico regular es una medida muy aconsejable para preservar la salud del cerebro.
De momento no hay una cura para la enfermedad de Alzheimer, pero sí hay tratamientos para pausar el avance de este problema. Varias investigaciones en curso hacen suponer que la cura para este mal podría estar disponible en los próximos 10 años. reseña mejor con salud