En exclusiva para el medio de comunicación Infobae, Ineco brindó recomendaciones para abordar adecuadamente estos prejuicios y promover un ambiente de apoyo y comprensión
por INFOBAE
*Grupo INECO es una organización dedicada a la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales. A través de su Fundación INECO, investiga el cerebro humano.
Se ha debatido ampliamente sobre el estigma relacionado con las enfermedades tanto en la salud general como en la salud mental. Este fenómeno tiene consecuencias negativas significativas, dado que lleva a los pacientes a ocultar su condición por miedo al juicio social, lo cual afecta su bienestar y libertad. Existe una presión social que impulsa a quienes sufren de depresión y otras condiciones similares a esconder su situación o a actuar de acuerdo con expectativas sociales restrictivas, lo que limita su capacidad de expresarse auténticamente.
“El estigma no podría explicarse por la definición de un diccionario, ya que es un concepto con varias aristas. El estigma, y el impacto del mismo, es una construcción social compleja y dinámica, influenciada por el contexto social, histórico y cultural, que define lo que se considera vergonzoso, punible, penoso o invalidante. En diferentes sociedades, esta percepción puede variar ampliamente, afectando cómo se percibe y se trata a las personas con estas condiciones”, comentó el licenciado Ignacio Enríquez, integrante del departamento de Psicoterapia de INECO.
Para quienes experimentan la depresión, enfrentar la enfermedad no es solo un desafío médico y emocional, sino también una lucha contra el estigma y la posible alienación social. Este ciclo puede llevar a las personas a ocultar su condición por vergüenza o por necesidad de protección propia, a pesar del costo emocional y social que esto conlleva.
“Para el padeciente de depresión, no es solo un problema lidiar con este cuadro de ánimo persistente, sino que además sería un problema extra que ‘otros’ lo sepan. Se genera así un bucle problemático: no lo digo para que no me juzguen, pero al no decirlo lidio con algo más grande de lo que puedo manejar yo solo”, mencionó el profesional de INECO.
En línea con ello, agregó: “Abordar este problema requiere un cambio cultural profundo que promueva la aceptación y la comprensión de las vulnerabilidades humanas. Es fundamental cuestionar los prejuicios arraigados que perpetúan el estigma y crear un entorno donde las personas se sientan seguras para hablar abiertamente sobre sus dificultades sin temor a ser juzgadas o marginadas. Este enfoque no solo beneficia a quienes viven con depresión, sino que también contribuye a construir una sociedad más empática y solidaria en su conjunto”.
Más allá de los contextos en los que uno crece y se desenvuelve, los valores y la moral que se desarrollan a lo largo de la vida y poder practicar la apertura a las propias debilidades y la de los demás podría ayudar a llevar a las personas a un lado diferente sobre el estigma de la depresión. En el momento en el que uno registra que se encuentra pensando bajo el paraguas de “estigma”, se está a tiempo para dar un giro en cómo responder y cómo administrar ese momento. Una acción opuesta, para construir un presente y futuro con menos estigma sobre la depresión.
A continuación, el licenciado Ignacio Enríquez compartió algunas ideas que impulsan el trayecto hacia la “acción opuesta” del estigma sobre la depresión, que asistan tanto a padecientes de la enfermedad como a familiares y amigos cercanos a personas que sospechan que podrían tener un padecer similar. Todas estas ideas están pensadas con el fin de generar cuidados, concientización, compromiso, y una “hoja de ruta” que ofrezca posibilidades.
Escribir un “brainstorming”, anotar las primeras ideas que se aparezcan a la mente, describiendo qué se piensa sobre el sentimiento de la tristeza, qué opinión se ha tenido de personas depresivas que se han conocido, qué opinaríamos de nosotros mismos si se nos notara depresivos, qué pensaríamos de una persona cercana que podría estar sufriendo algo así.
Si se identifican en estas notas pensamientos/ideas que inclinan la balanza a una invalidación de los sentimientos, evitación, juzgar negativamente estos estados, podría decirse que hay ciertos estigmas, marcas, que los acompañan cuando piensan en tristeza y depresión. Saber el problema es la mitad del problema resuelto.
No solo es exposición a compartir un sentimiento privado, sino que además es darle la oportunidad a otros de opinar y ayudarnos, si es que pueden hacerlo.
Es un buen ejercicio que de vez en cuando se pueda compartir la tristeza con una persona que uno sienta que lo puede escuchar y acompañar, aunque sienta que quizás no lo necesita.
Si se mantuviera una postura estigmatizante de la depresión y tristeza, generalmente se evitaría compartir cómo uno se siente y se optaría por distraerse de ello. Si se registrase que el sentimiento de tristeza surgió alguna vez en la semana, se podría hacer el ejercicio anti-estigma de volver a pensar sobre ese sentimiento y preguntarse acerca de lo que ocurrió y qué tan importante es realmente.
En caso de escuchar que alguien más está triste, en lugar de dar por sentado que “la tristeza se irá” o pensar que “él/ella puede manejarlo”, preguntarle en algún momento cómo está con esa tristeza: si sigue ahí, si todavía lo acompaña, si pudo estar mejor, si empeoró, etcétera. No se trata de convertirse en psicólogos, ni que el otro se convierta en paciente, cada uno es libre de develar lo que crea mejor. El punto importante en estos casos es poder sentir que al menos alguien más preguntó y se interesó sobre este malestar.
No todos cuentan con la capacidad de registrar emociones e incluirlas en la toma de decisiones. En ese sentido, si se desea realizar un ejercicio anti-estigma de la depresión, se podría tratar de lateralizar el trabajo: hacer una lectura consciente de textos que expliquen las emociones, explorar estados emocionales propios y aprender a diferenciarlos, tener un espacio privado para preguntarse cómo se está, entre otras cuestiones. De esa manera, se está trabajando en “ver las marcas”, “ver el estigma”, en lugar de ocultarlo o compensarlo.
“El propósito de estos ejercicios es practicar el antónimo del estigma. Es importante descubrir que es honrado sentirse triste, que nos hace más completos y sensibles, que sería un orgullo darnos cuenta solo que no estamos pasando un buen momento, porque nos acerca a las puertas de pedir ayuda y mejorar de a poco. Se trata de mostrar y comprender, todo lo contrario, a una conducta estigmatizante”, concluyó el licenciado Enríquez.
Si por algún motivo uno se identifica con sentimientos asociados a la depresión, o cree que alguien puede estar atravesando una situación similar, lo aconsejable es pedir ayuda a profesionales para avanzar sobre lo que ocurre y no estancarse en un lugar que, aunque sea válido, puede ser también dañino e invalidante. Sería recomendable que las atenciones a emociones y estados de ese tipo sean asistidas por profesionales de la salud mental, para que aporten una hoja de ruta y caminos posibles para lograr una recuperación.