Estamos ante una enfermedad respiratoria crónica que se produce cuando la exposición a ciertas sustancias o determinadas circunstancias inflaman los bronquios, que se estrechan y pueden llegar a obstruirse.
Esto puede provocar problemas para respirar que, en ocasiones, suponen riesgo vital para el afectado, señala la doctora Alicia López de Ocañiz, experta médica de Cinfa, laboratorio farmacéutico que ha difundido 10 consejos para controlar esta patología.
Otros síntomas del asma son la tos, los pitidos o silbidos en el pecho al respirar -sibilancias- y la secreción de un moco viscoso y espeso, difícil de expulsar; de igual modo, puede asociarse a rinitis y sensación de dolor u opresión en el pecho.
La intensidad de los síntomas, es variable y puede cambiar incluso a lo largo del día, y a lo largo de días y meses; con frecuencia, los síntomas son mayores durante la noche o al inicio de la mañana después de despertar.
“El asma no se cura, por lo que el control ambiental es fundamental para mantener la enfermedad a raya y poder llevar un día a día lo más normal posible: los asmáticos han de identificar qué sustancias o empeoran su asma y tratar de evitarlos. También es muy importante usar correctamente el inhalador y, con la ayuda del médico, aprender a reaccionar frente a una crisis”, acentúa la doctora López de Ocáriz.
Existe consenso en la comunidad científica sobre la influencia de la contaminación ambiental en esta enfermedad. Según SEPAR, la contaminación atmosférica, puede tanto agravar el asma, como causarla.
Un estudio epidemiológico y molecular, liderado por el grupo de investigación en Neumología del Vall d´Hebron Instituto de Investigación (VHIR) de Barcelona, publicado a finales de abril en la revista “Science of the Total Environment”, constata por vez primera que la contaminación por partículas diésel puede causar asma en personas sanas.
Otros desencadenantes comunes son el tabaco, los alérgenos -polen, ácaros, algunos mohos, el pelo o la caspa de los animales…-, las infecciones respiratorias como el resfriado o la gripe, y el reflujo gastroesofágico.
Para el doctor José María Echave-Susaeta, jefe de servicio de Neumología del hospital La Luz (Grupo Quirónsalud), uno de los factores de riesgo más importantes que incrementan las probabilidades de desarrollar un asma es el hereditario. Este especialista menciona otros factores de riesgo como la obesidad, la rinitis crónica, el tabaquismo activo o pasivo, o incluso factores emocionales como el estrés laboral.
En España tiene asma un 5 por ciento de los adultos, y un 10 por ciento de los niños. El asma se suele iniciar antes de los 10 años y es menos frecuente que su inicio se produzca después de los 40 años.
Ante una sospecha de asma, señala este neumólogo, la primera prueba a realizar es la espirometría, un sencillo procedimiento que consiste en llenar los pulmones de la máxima cantidad de aire posible y expulsarlo hasta el final tan rápido como podamos. Si esta prueba informa de que están los bronquios obstruidos, se realiza un test de broncodilatación.
Respecto a los tratamientos, el doctor Echave-Susaeta destaca: “Los tratamientos actuales permiten, en la casi totalidad de los que tienen asma leve y moderado y en muchos de los que tienen asma grave, controlar la enfermedad y tener una vida normal, sin limitaciones”.
10 consejos
para controlar el asma
- Toma todos los días tu medicación, incluso aunque no sufras síntomas. Para lograr controlar tu asma y disfrutar de una buena calidad de vida, es muy importante que lo hagas en la dosis, frecuencia y duración indicadas.
- Aprende a usar bien tu inhalador. Siempre debes abrir el dispositivo, prepararlo (agitarlo, rotarlo o cargarlo), vaciar tus pulmones de aire, bloquear la respiración, colocar el orificio del inhalador en la boca, inhalar a fondo, contener la respiración de cinco a diez segundos y volver a respirar con normalidad. En el caso de los bebés o niños pequeños, existen cámaras de inhalación para facilitar que lleven a cabo adecuadamente este proceso. Por último, si el medicamento contiene corticoide, enjuágate la boca al terminar.
- Nunca abandones el tratamiento por tu cuenta. Pregunta a tu médico cualquier duda que puedas tener sobre cómo seguirlo o tus posibles temores ante efectos secundarios, muy poco probables.
- Consulta siempre a tu médico antes tomar nuevos fármacos. Nunca te automediques e informa a tu médico de nuevas prescripciones que otros especialistas hayan podido indicarte. En todo caso, comunica siempre a tu farmacéutico, dentista y médicos tu condición de persona asmática para evitar interacciones con otros medicamentos.
- Aprende a reconocer y actuar en las crisis. Pide a tu médico que te enseñe a detectar los síntomas de empeoramiento -para lo que, a veces, puede ser necesario un medidor de flujo espiratorio- y elabora con él un plan de acción escrito, que te indique con exactitud cómo debes reaccionar en caso de crisis grave (aumentar la dosis de medicamento, tomar otro nuevo o acudir a Urgencias). Conocer bien las pautas de actuación puede llegar a salvarte la vida.
- Realiza ejercicios respiratorios habitualmente. Aprende y practica de manera regular ejercicios de fisioterapia, porque te ayudarán a controlar la respiración y la ansiedad cuando llegue una crisis. Si esta se produce, toma la medicación, busca una postura cómoda -generalmente, sentado con los brazos apoyados en una mesa o barandilla-, relájate, saca el aire con los labios fruncidos y respira sin ansiedad, sirviéndote del abdomen.
- No fumes y aléjate de los ambientes con humo. El tabaco es el principal desencadenante del asma, porque incrementa la inflamación bronquial. Por lo tanto, no fumes y tampoco permitas que lo hagan junto a ti.
- Evita los alérgenos que más te afecten. Además del tabaco, debes mantener tu entorno libre de todas las sustancias que pueden empeorar tu asma, como pólenes, polvo, ácaros, hongos o el pelo de los animales. Recuerda también que alrededor del 10% de los adultos asmáticos son intolerantes a la aspirina y a los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como el ibuprofeno, por lo que deberás tener especial precaución con estos fármacos.
- Sí al deporte, pero con precaución. Realiza ejercicios de calentamiento y aclimatación antes de comenzar a practicar cualquier actividad física e incrementa poco a poco la intensidad del entrenamiento, con el fin de preparar las vías aéreas para el esfuerzo. No olvides que los deportes en ambientes húmedos, como la natación, o en salas cerradas, están más indicados para los asmáticos.
- Llévate el sentido común cuando viajes. Siempre que el asma esté bien controlada y sea estable, una persona asmática puede viajar como cualquier otra, pero ha de llevar siempre consigo sus medicamentos habituales, el plan de acción por escrito que ha elaborado con su médico y los fármacos que pueda necesitar en caso de empeoramiento o crisis. reseña efesalud