Convivir con la alergia al polvo no es tarea fácil. Se requieren muchos cambios en la rutina y en la vida cotidiana para adaptar el ambiente a la alergia. En este artículo te contamos de qué se trata esta patología y cuáles son las mejores medidas para afrontarla.
Para quien lo padece, es dificultoso el hecho de convivir con la alergia al polvo a diario. Se deben implementar cambios en lo que parece lógico y habitual, y esos cambios no son fáciles.
En realidad, cuando hablamos de alergia al polvo, estamos refiriéndonos a la alergia a los ácaros del polvo, específicamente. No se es alérgico al polvillo en sí, sino a estos diminutos insectos que viven entre las partículas del polvo.
El ácaro del polvo es un organismo pequeño que puede ser visto a través de un microscopio. Tiene gran capacidad para desarrollarse en diferentes ámbitos, aunque hay condiciones que le son muy favorables.
Se sabe que estos seres requieren una humedad relativamente alta para sobrevivir y una temperatura templada. Por ello, son más frecuentes en las zonas tropicales con costa y están menos presentes en ambientes de montaña.
Las mejores estaciones para ellos son las transicionales, como el otoño y la primavera. Es por esta razón que los alérgicos al polvo pueden ver exacerbada su condición en ambas épocas del año. Se suele atribuir falsamente la agudización a un supuesto incremento del polvo en el ambiente.
Formas de presentación de la alergia al polvo
Los que padecen esta patología, además de aprender a convivir con la alergia al polvo, deben aprender a identificar y tratar los síntomas que se desprenden de allí. Esta alergia puede adquirir tres formas clínicas:
Conjuntivitis: es la inflamación de la conjuntiva ocular. Los síntomas son lagrimeo, picor ocular e hinchazón de los párpados. La visión se altera a causa de la inflamación y el ojo toma coloración roja.
Rinitis: es la inflamación de la mucosa de la nariz. Cuando hay rinitis, aparece el goteo nasal anterior denominado rinorrea, el picor nasal y los estornudos. Suele haber una secreción clara y transparente a través de las fosas nasales. La rinitis puede también obstruir la vía respiratoria alta dificultando la respiración momentáneamente.
Asma: la forma más grave de la alergia al polvo es el desarrollo del asma alérgico. Los bronquios se cierran como reacción al agente externo y el paciente padece disnea, es decir, falta de aire. Unos silbidos bronquiales acompañan al asma como sonido característico de la respiración.
Medidas a tomar para convivir con la alergia al polvo
Convivir con la alergia al polvo implica producir cambios en el entorno. Cuando el afectado se trata de un niño, serán los padres los encargados de administrar ese ambiente para hacerlo menos alérgico. Toda la familia del alérgico es parte de esta convivencia y partícipe en el tratamiento.
Las medidas generales a aplicar para convivir con la alergia al polvo son:
No esparcir polvo al limpiar: la higiene de muebles se debería realizar con trapos húmedos.
Ropa de cama anti-polvo: existen materiales especiales para las fundas de almohadas y para cubrir colchones que repelen el polvo y evitan que se adhiera.
Lavar la ropa de cama una vez por semana: el lavado debe ser con agua caliente; así, de esta manera, se mata al ácaro.
Bajar la humedad: un aparato como el deshumidificador es una opción en una casa con alérgicos al polvo. El objetivo es disminuir la humedad ambiente a menos de la mitad.
Aspirar: parte de la rutina de limpieza debe incluir sí o sí una aspiradora. Si el aparato posee microfiltro o filtro HEPA (de alta eficiencia), mejor aún.
Prohibidas las alfombras: si la casa donde vive el alérgico tiene alfombras, hay que quitarlas. La alfombra es un lugar ideal para la proliferación de los ácaros, por humedad y por temperatura.
Peluches lavables para los niños: en el alérgico de edad pediátrica, los juguetes pueden portar ácaros y deben controlarse. El objeto más propenso a la proliferación de los mismos es el peluche. Por ello, solo puede tener peluches que sean lavables con agua caliente.
Tratamientos médicos
Además de las medidas a implementar en el ambiente para convivir con la alergia al polvo, si padeces la enfermedad, seguramente necesitarás medicamentos. No son fármacos de uso continuo, pero sí pueden ser de uso crónico, prolongándose a lo largo de los años.
Entre los tratamientos médicos para la alergia al polvo, tenemos:
Antihistamínicos: como la loratadina o la difenhidramina. Disminuyen la producción de las sustancias que despiertan la reacción alérgica en el cuerpo humano.
Corticoides: tanto por vía oral, como en forma de spray nasal o en inhaladores para el asma, son una opción terapéutica. Entre ellos están la betametamosa, la dexametasona, la prednisona y la fluticasona.
Descongestivos: para manejar los síntomas de rinitis, el médico puede prescribir descongestivos en combinación con un antihistamínico. No se pueden usar por tiempo continuado; sin embargo, ayudan a salir de los síntomas con mayor celeridad.
Inmunoterapia: los médicos alergólogos, ante el diagnóstico de alergia al polvo, pueden sugerir la realización de una terapia de inmunización. Esta consiste en la aplicación sistemática de vacunas con dosis bajas de sustancias de los ácaros. Las vacunas se aplican por algunos años hasta lograr la desensibilización del cuerpo a lo que causa la alergia.
Con información de Mejor con Salud