Los medicamentos actuales no son especialmente eficaces contra los hongos y la situación es cada vez más difícil porque estos organismos están desarrollando resistencia a los tratamientos antimicrobianos, al igual que las bacterias. La Candida auris es un patógeno emergente que se conoce desde hace unos cinco años. Se trata de un hongo muy agresivo y altamente resistente a los principales antibióticos. Preocupa ahora porque la comunidad científica ha detectado que está proliferando debido al calentamiento global.
Por La Razón
Las alarmas saltaron hace unos días tras conocerse el caso de un paciente que ingresó en el hospital All’Angelo en Mestre (Italia). El paciente es un veneciano que trabaja en el extranjero y regresó después de haber sido operado fuera de Italia de otras enfermedades graves. Y es precisamente en el centro de salud extranjero donde el hombre pudo haber contraído esta infección propia de los ambientes hospitalarios.
Conocido como el “hongo asesino”, Candida auris causa infecciones invasivas graves y brotes con una alta mortalidad. De hecho, puede acabar con la vida de la mitad de los afectados en tres meses. Las posibilidades de no sobrevivir a la infección fúngica oscilan entre el 30 y el 70%, dependiendo de las patologías previas de los pacientes. Puede provocar infecciones graves en las personas vulnerables, pero sobre todo preocupa por su contagiosidad, ya que se puede transmitir por contacto con una persona infectada, pero también con superficies.
“Puede colonizar la piel de las personas y contaminar las superficies y el medio ambiente”, confirma al medio Corriere del Veneto, director de Microbiología del Hospital All’Angelo, Claudio Scarparo. “Es difícil de erradicar porque es resistente a los antisépticos comunes. En Liguria tardaron dos años en deshacerse de él”, explica en referencia a un brote del hongo en Italia en 2019. “Hemos hecho test a todas las personas hospitalizadas en planta, al sanitario y a las superficies y de momento los resultados son negativos”, añade el experto.
La Candida auris se aisló por primera vez en 2009 en Japón. Sin embargo, el primer espécimen conocido hasta la fecha data de 1996 y fue identificado retrospectivamente en algunas muestras coreanas. Desde entonces, la cantidad de casos ha aumentado rápidamente y ya se ha propagado en más de 50 países. En Europa, los primeros brotes se detectaron por primera vez en 2015 en Francia y también se han aislado algunos casos en Liguria y Emilia-Romaña (Italia).
La presencia de este patógeno solo puede establecerse mediante análisis microbiológicos específicos , ya que los síntomas de la infección son bastante generales e incluyen dolor muscular, dificultad para tragar, fiebre, fatiga y acidez estomacal. Lo que más sorprende es su capacidad de resistencia a los medicamentos. Alrededor de 9 de cada 10 de los casos aislados hasta el momento, han mostrado resistencia al menos a una de las tres clases de antifúngicos (equinocandinas, azoles y polienos) típicamente utilizados para este tipo de infección.
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