No es ningún secreto que un óptimo estado de salud pasa por el mantenimiento de una dieta sana, variada y equilibrada, en la que tengan prioridad, además del pescado, las frutas y las verduras.
Sin embargo, en muchas ocasiones no aprovechamos todo lo que dan de sí estos últimos productos, por cuanto contienen partes comestibles y, además, con un excelente perfil nutricional como las cáscaras y las pieles que los envuelven, las cuales suelen acabar en el cubo de la basura, ya sea por desconocimiento o por la aprensión a las sustancias tóxicas procedentes de los microorganismos que habitan en el medio ambiente o la adición de productos fitosanitarios para su cuidado y producción.
Pero no hay motivo de preocupación, pues el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social asegura que «ingerir frutas peladas o con piel no se puede considerar relativo a la seguridad alimentaria, pues en ambos casos realizando una correcta manipulación del producto pueden calificarse como prácticas seguras y aptas para el consumidor». Eso sí, en caso de optar por consumir la piel de la fruta, se debe siempre proceder al lavado de las mismas. Dicho lavado tiene como finalidad eliminar residuos de plaguicidas, suciedades y restos de tierra que pueden aportar al alimento bacterias, virus, parásitos y contaminantes como el plomo. Las frutas y verduras deben lavarse colocándolas bajo un chorro de agua. Si están muy sucias, pueden sumergirse o emplearse desinfectantes como la lejía de uso alimentario».
Por lo tanto, está claro que la seguridad alimentaria no constituye un problema a la hora de consumir la piel o la cáscara de algunos alimentos. De hecho, hacerlo es todo un acierto, tanto para los más perezosos, pues se ahorran el trabajo, como para quienes desean enriquecer su dieta, ya que constituyen un dechado de nutrientes. Bajo esta premisa, ¿qué pieles y cáscaras son comestibles y además de lo más saludables?
Berenjena
La cáscara que rodea este vegetal de la familia de las solánaceas contiene nasusina, una antocianina con un gran poder antioxidante, pues combate los daños causados por los radicales libres, previendo la aparición de diferentes enfermedades como las degenerativas. No obstante, las funciones de dicho componente han sido analizadas en profundidad en un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos, el cual «concluye que la nasunina es un potente eliminador de los radicales y quelante de hierro que puede proteger contra la peroxidación lipídica (degradación oxidativa de los lípidos)».
Patata
Este tubérculo básico de nuestra gastronomía, por cuanto admite un sinfín de preparaciones y protagoniza innumerables platos, acopia un patrimonio nutricional excepcional, en el que destaca la vitamina C, de la que contiene el 46% de la cantidad recomendada. Sin embargo, el 20% del mismo se concentra en la piel, especialmente la vitamina C y la fibra, que además es comestible, pudiendo incluirla en cualquiera elaboración, si bien es cierto que asada o hervida está mucho más rica.
Cacahuetes
La piel de color marrón que envuelve este fruto seco, que es resultado del proceso de blanqueado y tueste que se realiza para la obtención del fruto seco comercial, a menudo supone un estorbo, por lo que la confinamos a la basura. Sin embargo, es rica en compuestos fenólicos, especialmente taninos, que despuntan por su poder antioxidante, los cuales neutralizan la acción de los radicales libres, previniendo el envejecimiento y distintas enfermedades. A este respecto, un estudio, que podemos encontrar publicado en la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos, comprobó que añadiendo un 5% de cáscara a la composición de la pasta de cacahuete, la capacidad antioxidante aumentaba de un 52% a un 63%. Además, esto hace que el alimento sea menos perecedero sin necesidad de añadir otros conservantes». La piel también contiene interesantes cantidades de proteínas y ácidos grasos esenciales, especialmente ácido linoleico, un omega 6 necesario para el crecimiento y desarrollo de nuestro organismo.
Pepino y calabacín
El pepino, un vegetal perteneciente a la misma familia que la calabaza o la sandía, destaca por su bajo contenido calórico, ideal para las dietas de adelgazamiento, y por riqueza en vitamina C, folatos, potasio. Es en la cáscara que lo recubre se concentra el mayor porcentaje de dichos nutrientes. Tal y como explica la Fundación Española de la Nutrición (FEN), contiene «pequeñas cantidades de b-caroteno, pero pelado el contenido se reduce casi a cero».
Por su parte, el calabacín también acopia buenas cantidades de vitaminas, antioxidantes, minerales y fibra, siendo una excelente aliado de la función intestinal, de la pérdida de peso y algunas dolencias gastrointestinales. Además de las infusiones, dicha piel puede utilizarse para hacer vinagres aromatizados o como ingrediente de elaboraciones, en cuyo caso hay que rallar.
Naranja
El gusto sumamente ácido y la textura dura y áspera de la monda de este cítrico lleva a muchos consumidores a desecharla. Sin embargo, no es una práctica acertada, pues constituye un auténtico tesoro nutricional, por cuanto acopia generosas cantidades de antioxidantes, fibra y vitamina C. Para sacarle el máximo partido gustativo, podemos rallarla y espolvorearla en las elaboraciones, incluirla en las infusiones o en las aguas de frutas e incluso confitarla.
Piña
La dura y consistente cáscara que recubre la piña es, aunque parezca inverosímil, comestible y, además, una fuente de nutrientes. El componente más destacado es la fibra, una gran aliada de la salud y el tránsito intestinal o la pérdida de peso, como hemos comentado en otras ocasiones. A la hora de consumirla, podemos cocerla en agua para hacer una infusión e incluso licuarla.
No obstante, la lista de pieles y cáscaras comestibles es extensa. Y de ella también forman parte la de las almendras, el plátano, la granada, la sandía, las uvas, los arándanos, el pimiento o las zanahorias. reseña el confidencial