La dependencia emocional no obedece ninguna regla y es fácil estancarse en ella, por eso, es catalogada como una condición compleja. Proviene de una carencia de autoestima y afecto, lo que hace difícil que la persona sea consciente de sus acciones. Detrás de la dependencia, suele haber un miedo extremo. Uno siente que de soltar las cosas a lo que es dependiente emocionalmente, estaría perdido. Cuando tu felicidad comienza a depender demasiado de cualquier persona o cosa, entonces puede haber consecuencias graves.
No es algo fácil de enfrentar, pero es un desafío que es vital abordar.
Se necesita un gran coraje para aprender a superar esta sensación de depender emocionalmente de ciertas cosas, pero vale la pena hacerlo para que te sientas que retomas el control de tu vida. Llegar a ser gradualmente más independiente y menos apegado requiere tiempo y práctica y no siempre va a ser fácil, pero es posible.
Para que lo entiendas mejor, aquí hay tres tipos comunes de dependencia emocional. ¡No caigas en ellas!
Dependencia emocional de la pareja
Este tipo de dependencia es uno de los más comunes y quizá uno de los más dañinos. La persona asume que su pareja los protege de una terrible soledad, lo que hace que el otro se vuelva dependiente de su presencia. Se presenta con frecuencia en personas con grandes inseguridades; que no tienen claro de lo que son o no son capaces de hacer por sí mismos. De hecho, se ven como personas indefensas que necesitan apoyo y aprobación constante para vivir.
Claro, en toda relación se forma cierto apego pero a largo plazo se vuelve en algo negativo para ambas partes. Al final, causa un gran sufrimiento y la persona dependiente tiene tanto miedo de perder a su pareja que puede desarrollar un comportamiento que desgasta la relación en vez de fortalecerla.
Dependencia emocional a la familia
Esta es una dependencia difícil de superar ya que corresponde a estructuras familiares donde los padres sufren fuertes estados de ansiedad que lo transmiten a los hijos. Estos son educados con miedo excesivo al mundo, lo que causa que todo lo perciban como una amenaza y a sus padres como un escudo protector.
Quienes padecen esta dependencia, esperan constantemente la protección ofrecida por la familia y en el momento en que no la tienen, se sienten incapaces de seguir. De hecho, lejos de que la familia los eduque para tener confianza en sí mismos, los hacen creer que son incapaces de enfrentar grandes desafíos. De esta manera, la familia se convierte en una especie de burbuja que encarcela y que puede traer graves consecuencias en el desarrollo de una persona a largo plazo.
Dependencia emocional al entorno social.
Esta dependencia recae en la necesidad excesiva de ser reconocido y aprobado por los que nos rodean. Para una persona que la padezca, es vital tener la apreciación y aceptación para poder seguir adelante. Esto provoca que la persona hará lo que sea necesario para lograr esa compensación psicológica, aún cuando es momentánea. Sentirse rechazado, es lo peor que les puede pasar.
Lo más dañino es que la persona dependiente se siente obligada a complacer a los demás, incluso si eso significa hacer cualquier sacrificio, como renunciar a sus valores y principios.
Fuente: Nueva Mujer