Había pensado dejar de escribir mis columnas de opinión. De hecho tenía dos semana sin hacerlo, debido en gran medida a las impertinentes e intermitentes fallas en internet, que le matan la inspiración y la musa a cualquiera.
Finalmente vuelvo a poner los dedos en el teclado y constato que el panorama nacional no ha sufrido cambios significativos, salvo las variaciones en la mirada que tienen desde los Estados con respecto al conflicto político y sus posibles soluciones.
Al menos en el plano discursivo, la actual administración norteamericana le da un nuevo enfoque a la compleja realidad venezolana. Al parecer, viene perdiendo fuerza la idea de empujar soluciones “fast track” como las que desea un sector opositor extremista que espera que alguien le haga la tarea de invadir Venezuela y sacar por los bigotes a Nicolás Maduro de Miraflores.
No dejan de lado la alternativa de las sanciones pero a la vez hablan de soluciones electorales, que incluyan al chavismo, y de paso muestran en público las grietas, las contradicciones y las debilidades de la actual conducción opositora.
Lo mismo ocurre con medios de comunicación de distintos países. También ha sido un elemento importante de estos días los accidentados intentos por establecer negociaciones políticas entre oficialismo y oposición, promovidos por el gobierno de Noruega.
Aunque Juan Guaidó los dio por cancelados, es obvio que ello no es verdad porque las puertas de la negociación no se cierran ni en los peores momentos.
El gobierno de Nicolás Maduro sabe que en la
oposición se va a la mesa de negocios con complejo de culpa, con la
sensación de estar cometiendo un pecado o un acto de traición. Por eso
se empeña en ponerle limón en la herida, mientras que el extremismo
ayuda poniéndole sal…
Paralelamente, los llamados moderados de la oposición poco a poco salen a la superficie, a defender cada con menos complejos el rescate de la ruta electoral. Hay más moderados, centristas o no extremistas de lo que puede ser imaginable.
Incluso en la llamada coalición dominante opositora. Todo es cuestión de tomar la decisión de avanzar en una dirección que implique poner en revisión e incluso en el congelador el denominado mantra de los tres pasos, cuya pertinencia, vigencia e incluso viabilidad ya es cuestionada hasta por aliados internacionales.
El rescate de la ruta electoral requiere, entre otras cosas, coraje político, coherencia y, sobre todo, la decisión de hacerlo.
Humildemente, creo que no hay otra salida que esa. Todos debe apuntar a resolver este drama nacional a través de elecciones. Lo demás son espejismos y, en el mejor de los caos, aventuras que le saldrán tan caras al país como la permanencia de este gobierno.
Uno de los desaciertos de la oposición durante largos años ha sido el no romper con el extremismo, el pagar el peaje fijado por el miedo a la extorsión política. Y el extremismo ha logrado imponerse en varias ocasiones, aunque se disfrace de otra cosa.
Ese extremismo, con sucursales en el exterior, sabotea cualquier espacio de negociación, de soluciones políticas, maneja grandes laboratorios de guerra sucia y, para colmo de males, sigue influyendo en las decisiones del alto mando opositor. Lo tiene infiltrado, sometido, chantajeado.
Y ahora, con las presuntas metidas de pata y de mano en Colombia, con los supuestos guisos tras la ayuda humanitaria, muchos de quienes le hicieron coro a la guerra sucia, a la destrucción moral de los defensores de la ruta electoral, hoy se han convertido en objetivo de sus “hermanos extremistas”.
Lo de aclarar la presunta corrupción de los representantes de Guaidó en el vecino país pasa a un segundo plano. Lo importante es que se retome el mantra de los tres pasos y se reanude la conquista del poder “por las malas”.
Por lo pronto, las cosas siguen como van. El venezolano de a pie sigue en modo sobrevivencia, en un día a día cada vez más complejo, esperando soluciones que no llegan, y el gobierno creyéndose salvado porque la oposición volvió a caer en la arena movediza de sus propias contradicciones no resueltas.
Tiempos de Cambio
Vladimir Villegas
17 de Junio de 2019