¡Quisiera regresar a Venezuela! Por Carlos Dorado

…el sentimiento de un venezolano que se fue hace seis años, y cuyo mayor deseo sería regresar

A raíz de mi artículo publicado el domingo 01 de noviembre, titulado: «¡Me quiero ir!», un lector me envió un email, que refleja en buena parte, el sentimiento de un venezolano que se fue hace seis años, y cuyo mayor deseo sería regresar a Venezuela.

«Carlos, me he reído bastante con tus artículos, pero debo reconocer que este último me ha hecho llorar. ¡Hay cosas, que para contarlas necesariamente hay que vivirlas!

Sin embargo, leyendo algunos comentarios a tu artículo, veo que hay gente que opina alegremente sin nunca haber emigrado, y son muchos menos, los que profundizan en analizar las circunstancias de por qué algunos hemos tenido que hacerlo. 

Como tú sabes, vivimos en un mundo globalizado, y es verdad que aquí se consiguen las caraotas. Aunque, debo confesarte, que no sé por qué razón nunca me quedan como las de mi madre, a pesar de que las preparo paso a paso con su receta. ¿Quizás sea por el sabor de nuestra tierra venezolana, que le da un toque especial a todo lo que brota de sus entrañas? La harina «PAN» también se consigue, y ya hay unos venezolanos en La Coruña, que comenzaron a vender Hallacas y Pan de Jamón, con envíos a toda Galicia. ¡Pero no son únicamente los productos lo que le falta a un emigrante!

Hoy precisamente cumplo seis años viviendo en Galicia, y no me termino de acostumbrar a estar lejos de mi país. Los días 24 y 31 de Diciembre de cada año pongo música de Navidad de La Billo’s, y eso que sólo tengo 42 años. Mi coche (carro) no es último modelo, pero lleva una calcomanía en la parte de atrás con la bandera de Venezuela. En la entrada de mi piso (apartamento) están las fotos de mis padres, de mis abuelos maternos, y de toda mi familia. 

De estos seis años que llevo de emigrante, me pasé muchos de ellos engrosando las filas de los «parados» de España, así que me tuve que «reinventar» profesionalmente, y dejar de ser el Licenciado Gerente de una importante empresa venezolana. Aquí he tenido que limpiar habitaciones, pelar patatas (papas), servir mesas, y luchar por una beca ante el Ministerio de Educación Español para poder costearme una nueva carrera del «reinvento» profesional, que me permitiese conseguir un mejor trabajo (¡Ojo; no un buen trabajo!)

Carlos, me imagino que también lo sabes: vivir en otro país no es nada fácil, o te cambias el «chip» o sufres exageradamente (porque sufrir, siempre se sufre).

En muchas ocasiones he pensado en volver a Venezuela, y no hay un solo día, en que no piense en la posibilidad de hacerlo, para que cuando diga la palabra «chévere» me entiendan sin tener que dar explicaciones. Para poder escuchar esos maravillosos tambores en Choroní. Para volver a mirar el mar Caribe desde el malecón. Para comer empanadas en El Palito cuando voy a Los Cayos. Para escuchar los triquitraques, cohetes, y poder jugar con luces de bengala. Para que todos los que vea a mi alrededor sean como yo: venezolanos, y no ser yo el único «sudaca».

Me imagino, que también habrá muchísimos venezolanos, que al igual que yo, todos los días piensan; pero en irse de Venezuela. ¡Unos que soñamos con regresar, otros que sueñan con irse!».

Leyendo este email del lector, me acordé de mi madre cuando me decía: «Carlos, respeta a los viejos cuando tú eres joven. Ayuda a los débiles, cuando tú eres fuerte. Reconoce tus faltas cuando estás equivocado. Porque algún día en tu vida tú estarás viejo, débil y equivocado».

Quizás, sólo le agregaría: «Respeta a los que emigraron, porque algún día podrías ser emigrante».

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