Omar Ávila: Un frágil camino hacia la prosperidad

Omar Ávila

El reciente levantamiento de las sanciones estadounidenses a Venezuela ha suscitado un renovado interés por las vastas reservas de petróleo del país, preparando el terreno para un posible giro económico. Sin embargo, la cuestión clave que se cierne sobre esta repentina bonanza es la durabilidad del nuevo optimismo, dado el complejo panorama político y las persistentes preocupaciones sobre el estado de la democracia bajo el gobierno de Nicolás Maduro.

El levantamiento de las sanciones, anunciado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos el mes pasado, se produjo en respuesta a un acuerdo entre representantes del gobierno de Maduro y un sector de oposición política agrupados en la llamada “Plataforma Unitaria”. El acuerdo estableció las condiciones para la celebración de elecciones libres y justas el próximo año, lo que llevó a Estados Unidos a eliminar casi todas las restricciones a los sectores petrolero, bancario y minero de Venezuela. Esto supuso un cambio con respecto al anterior enfoque gradual impulsado por la dinámica geopolítica mundial y el potencial de Venezuela para recuperarse como proveedor de energía.

Es justo recordar que las sanciones perjudican más al pueblo que al gobierno, porque este último demostró su capacidad para eludirlas a través de intermediarios que facilitan el comercio del petróleo venezolano a través de diversos canales, llegando a menudo a refinerías independientes en China. También Maduro afianzó los lazos al mantener vínculos con gobiernos antiestadounidenses, especialmente Irán, que apoya a Venezuela con gasolina y asistencia técnica.

Con la posibilidad de que Petróleos de Venezuela (PDVSA) opere dentro de los límites de la ley, se vislumbran lucrativos negocios en el horizonte, a través de PetroChina y Chevron, mientras la inflación y el bajo poder adquisitivo de los venezolanos continúa estrangulando el bienestar de la gran mayoría de la población.

Sin embargo, esperar un impacto significativo en el suministro mundial de petróleo o en los precios, a corto y mediano plazo es ilusorio, ya que la productividad de PDVSA sigue siendo excepcionalmente baja. La producción de la empresa es una fracción de su máximo alcanzado en los inicios de este siglo, lo que refleja años de falta de inversión, mala gestión y corrupción.

Con la reincorporación de Venezuela al mercado mundial del petróleo, el principal objetivo de Maduro es asegurarse el apoyo de cara a las elecciones de 2024. Sin embargo, recientemente un representante del gobierno de Joe Biden exigió al gobierno nacional que inicie un proceso de rehabilitación de los candidatos inhabilitados, de lo contrario se pudieran revertir las sanciones, lo cual añade un poco más de incertidumbre al panorama político por lo menos hasta final de mes.

El frágil camino hacia la prosperidad para el venezolano común pende del tendencioso hilo discursivo de elecciones libres, justas y transparentes, mientras que algunos grupos selectos de la sociedad aprovechan desde ya, las oportunidades económicas que se presentan con el levantamiento de las sanciones.

En esta atmósfera aparentemente optimista para un pequeño sector de la elite gubernamental, siguen persistiendo los riesgos y las exigencias para sobrevivir el día a día para el resto de los venezolanos, quienes tenemos que entender que la verdadera prueba del camino de Venezuela hacia la prosperidad no está los yacimientos petrolíferos, sino en la arena política, donde el destino de la democracia, el bienestar de los años por venir y el estado de derecho dependen del compromiso, la integridad y buena voluntad de los lideres que apoyemos.

 

 

 

Omar A. Ávila H.
Diputado a la Asamblea Nacional