Actualmente parece un “sueño verde” ponerse a pensar en reestablecer el balance socioeconómico del país e implantar un sistema más transparente, justo, equitativo, productivo y sostenible, pero no lo es. Es nuestro deber canalizar el discurso político en términos más realistas y beneficiosos para toda la sociedad, con el fin de trascender ese discurso mediático y además de estéril, con una fuerte tendencia polarizada.
Es evidente que el clima electoral afecta tanto a partidarios como a detractores de las elecciones, quizás lo que muchos ingenuos se resisten a aceptar, es que la política nacional tiene un nuevo ritmo y dirección en su viaje. Más temprano que tarde, el cambio se dará y quienes aspiren al poder en ese momento (indiferentemente si son de izquierda, derecha o centro) deberán tener por lo menos una vía convincente para dirigir el destino de una nación exhausta.
Quizás hace dos décadas solo bastó el carisma populista y la redacción de una nueva Constitución para ofrecerle al pueblo un buen circo con poco pan, pero ya pasado el 2020, las “fuerzas políticas” de base sucumben ante el desgaste y erosión de un Estado fallido que agoniza en medio de una hiperinflación verdaderamente apocalíptica. Si a esto le sumamos la crisis económica, climática y sanitaria que prevalece a nivel global, es entendible que “lo político” en Venezuela sea el hueso más duro que jamás algún liderazgo haya tenido que roer.
Afortunadamente, Unidad Visión Venezuela ha crecido aprendiendo las duras lecciones que brinda la objetividad, y en tal sentido, siempre hemos colocado al pueblo primero, no en el sentido populista del término, sino en el sentido más altruista y humanitario: para empoderarlo de manera participativa y representativa. Aunque el viento no siempre sople a nuestro favor, nunca soltamos el timón y por tal motivo, insistimos en difundir la vía de las 3E, a través de la cual cualquier candidato que se postule a las próximas elecciones debe tener un plan o como mínimo una propuesta para su localidad en materia de economía, energía y ecología.
La razón de ello, es que millones de venezolanos perdieron sus medios de vida y subsistencia digna producto de la hiperinflación sostenida, la crisis de gobernabilidad y la mala administración de los recursos naturales renovables y no renovables. Además, en cualquier rincón de la república, persisten problemas alimenticios, precariedad de los servicios básicos, bajo acceso a las medicinas, productos de higiene, ropa y calzado por citar los más relevantes.
Entonces, más que soñar verde con el restableciendo socioeconómico de Venezuela en los términos señalados en la Agenda 2030, es imperativo actuar concienzudamente de cara a ella: los cambios dramáticos que hemos padecido en materia energética (con la gasolina regularizada, aumentada y dolarizada a puertas de las Estaciones de Servicio), revelan la vulnerabilidad en la cual nos encontramos, la cual se agrava con las alocuciones gubernamentales que alimentan la incertidumbre y distorsionan el precario funcionamiento del comercio en el país.
En materia de energía se han acumulado récords de baja producción, malas políticas para el sector petrolero y las sanciones económicas de Estados Unidos y la Unión Europea, lo cual hace que las perspectivas de desarrollo en materia energética sean prácticamente inalcanzables en los próximos ocho años, debido a la magnitud de la crisis existente en los rubros de petróleo, gas y electricidad. Es obvio que si continuamos dependiendo exclusivamente del petróleo como hasta ahora, sin tener una visión compartida acerca de la necesidad de asumir un desarrollo sostenible y sustentable, seguiremos paralizados, aun cuando se llegase a un “acuerdo político”.
Por lo tanto, seguiremos insistiendo en un cambio de paradigma político más allá de la polaridad, porque simplemente nos estamos quedando fuera de la rueda que moverá al mundo en las próximas décadas. El país entero debe ser orientado para enfrentar las consecuencias de los verdaderos problemas que padeceremos en las próximos años: las consecuencias del cambio climático; el aumento de la demanda de alimentos y energía a medida que la población crece; la nueva forma de trabajar y producir (en la era digital); la desaparición de los ecosistemas y las amenazas de futuras pandemias.
Poco leemos de estos problemas en los medios de comunicación y redes sociales en Venezuela, las tendencias que observamos se refieren generalmente a lo que Maduro dijo y a lo que Guaidó no hace. El futuro está en nuestras manos, capacitemos a la población para que además de soñar en verde, aprenda a pensar y actuar de manera ecológica, y se encuentren en capacidad de exigir a sus representantes la ejecución de políticas públicas sostenibles y sustentables, que acompañen el restablecimiento de la producción de hidrocarburos en el futuro próximo.
Omar A. Ávila H.
Diputado a la Asamblea Nacional
Teléfonos: 04125999733 // 04166065484
Twitter e Instagram:@OmarAvilaVzla