En medio de los cambios globales en el comercio internacional, diversos países han explorado la utilización de monedas distintas al dólar para promover acuerdos comerciales y fortalecer sus relaciones bilaterales y regionales. China ha impulsado el uso del yuan en transacciones comerciales e inversiones, mientras que Rusia ha fomentado el uso del rublo en sus intercambios comerciales. En este artículo, analizaremos la situación económica de Venezuela, donde el dólar estadounidense se ha convertido en una moneda de facto, pero surge la pregunta: ¿Desdolarizar o desbolivarizar?
Es importante destacar que, si bien el uso de monedas distintas al dólar ha aumentado en algunos aspectos del comercio mundial, el dólar sigue siendo dominante en gran medida. En el caso de Venezuela, la pérdida de confianza en el bolívar ha llevado a que el dólar sea ampliamente utilizado en transacciones diarias. Comerciantes, empresas e incluso el gobierno han adoptado el dólar como medio de intercambio para evitar la hiperinflación y la volatilidad del bolívar. Sin embargo, esta dolarización no ha sido un proceso oficial respaldado por el gobierno, sino una respuesta espontánea de la población y el sector empresarial frente a la crisis económica y la falta de confianza en la moneda nacional.
En este contexto, es relevante plantear si el objetivo debería ser la desdolarización o la desbolivarización. Para ello, podríamos considerar soluciones adoptadas por países vecinos como Ecuador, que tomó la decisión de dolarizar su economía, logrando mantener una inflación controlada. También podemos mencionar el caso de Perú, donde se ha implementado la bimetalización de la economía, utilizando dos monedas. Asimismo, Chile ha fortalecido su moneda, el peso, a través de una disciplina fiscal sólida. Estos ejemplos muestran que la estabilidad económica y la confianza en la moneda requieren medidas concretas y una gestión responsable.
Es fundamental comprender que ninguna moneda puede tener éxito sin una disciplina fiscal adecuada. En el caso de Venezuela, la falta de políticas económicas sólidas ha llevado a la hiperinflación y a una economía en crisis. Es necesario que el gobierno aborde de manera integral la reconstrucción económica, basada en políticas austeras y resilientes que fomenten la confianza y atraigan inversiones tanto nacionales como internacionales. La mejora de la gobernanza y la reducción del estatismo son pasos clave para lograrlo.
Además, la diversificación de la economía es fundamental para disminuir la dependencia del petróleo, considerando la destrucción de la industria petrolera, la fuga de talentos especializados y la era digital. Fiscalizar de manera estricta la explotación minera y promover la inversión en otros sectores productivos pueden abrir nuevas oportunidades económicas y reducir la vulnerabilidad ante fluctuaciones en los precios del petróleo.
La economía venezolana enfrenta grandes desafíos y la búsqueda de alternativas viables es crucial para su recuperación. La dolarización ha surgido de manera espontánea como respuesta a la crisis, pero si el gobierno de Venezuela desea implementar un cambio estructural, es fundamental estudiar y aprender de las experiencias de otros países vecinos.
La desdolarización o desbolivarización requiere de una estrategia integral que incluya políticas económicas sólidas, disciplina fiscal y una gestión transparente y eficiente. Es necesario promover la confianza en la moneda nacional, ya sea a través de medidas como la dolarización formal o la adopción de una política de bimetalización.
La economía es un asunto que concierne a todos los ciudadanos, y su planificación y ejecución no pueden ser unilaterales. Se requiere una colaboración coordinada entre el gobierno, el sector privado, la sociedad civil y la asistencia financiera internacional para lograr resultados sostenibles y fomentar el crecimiento económico y la generación de empleo.
Desde Unidad Visión Venezuela, hemos propuesto diversas políticas económicas que buscan abordar los desafíos actuales, como el control de la inflación, el fortalecimiento del control fiscal y la mejora de la gestión pública. Estas propuestas se basan en la necesidad de promover la eficiencia, la transparencia y la confianza en la administración pública.