El pasado 11 de noviembre, una explosión en el gasoducto de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en el estado Monagas agravó la ya crítica situación energética de la Isla de Margarita, debido a que este incidente interrumpió el suministro de gas natural necesario para la generación de electricidad en la región insular, dejando a miles de habitantes lidiando con largos apagones, limitaciones en el transporte y dificultades en la operación de las actividades propias del turismo. Este incidente, subraya las vulnerabilidades técnicas de la infraestructura energética del país y las consecuencias de una gestión deficiente y una planificación ineficaz a lo largo de décadas.
Socialmente, la población ha sufrido un retroceso en su calidad de vida. Los cortes prolongados de energía han paralizado servicios médicos, escolares y administrativos, aumentando la dependencia de costosos generadores privados que no están al alcance de todos. Hoteles y restaurantes operan de manera intermitente, mientras que los visitantes, ya reducidos por la crisis general del país, enfrentan experiencias insatisfactorias. Simultáneamente, los pescadores, cuyo sustento depende de la refrigeración para conservar sus capturas, evidentemente tienen cuantiosas pérdidas.
El problema energético en la Península de Macanao no es nuevo, ni carece de propuestas previas para solucionarlo. Desde 2010, el gobierno nacional anunció múltiples proyectos para diversificar la matriz energética y mejorar la infraestructura eléctrica. Entre ellos, la construcción de plantas de generación termoeléctrica en la región y el reforzamiento de redes de transmisión desde tierra firme hacia la isla. Sin embargo, la mayoría de estos planes han quedado inconclusos o avanzaron lentamente debido la falta de financiamiento oportuno, el desvío de los fondos asignados a los proyectos y obviamente a la centralización de las decisiones en Caracas, que impiden que soluciones locales se ejecuten con rapidez y precisión.
Ante esta situación, es necesario plantear alternativas viables para resolver la dependencia energética de Margarita, y ofrecer a sus habitantes diversas alternativas a la hora de enfrentar este tipo de incidentes, e incluso aquellos de tipo climático.
Desde Unidad Visión Venezuela, no nos quedamos sólo en la denuncia, en la crítica, sino que nos hacemos portavoces de una serie de recomendaciones que consideramos factibles y necesarias para contribuir a la solución de este grave problema que viene afectando a la Perla del Caribe. Inicialmente, es fundamental la inversión en la infraestructura, que permita renovar y expandir la red eléctrica existente, incluyendo la instalación de nuevas líneas de transmisión, subestaciones y generadores.
Margarita posee un clima ideal para el desarrollo de energías renovables. La construcción de parques solares y eólicos reduciría la dependencia del gas natural y la vulnerabilidad ante incidentes como el ocurrido en Monagas. Estas iniciativas pueden financiarse a través de alianzas público-privadas y organizaciones internacionales.
Es importante, otorgar mayor autonomía a las autoridades locales para implementar y supervisar proyectos energéticos, agilizaría los procesos y reducir el impacto de las decisiones centralizadas. Esto incluiría la creación de empresas mixtas con actores privados locales para garantizar la sostenibilidad y la supervisión.
Evidentemente, es importante promover el uso eficiente de la energía, lo cual requiere combinar programas educativos con la adopción de tecnologías avanzadas para optimizar el consumo. Las campañas de concienciación deben enfocarse en enseñar a las comunidades la importancia de reducir el desperdicio energético, adoptando pequeños cambios, como el apagado de dispositivos en desuso, lo cual suele generar un impacto significativo. Al mismo tiempo, es esencial impulsar la implementación de tecnologías más eficientes, como electrodomésticos de bajo consumo y sistemas inteligentes de gestión energética en hogares y empresas. Esta estrategia dual no solo contribuye a disminuir los costos y la huella ambiental, sino que también refuerza una cultura de sostenibilidad en la sociedad.
La explosión del gasoducto en Monagas y sus repercusiones en el estado Nueva Esparta son un recordatorio del alto costo que la dependencia energética le cobra a Venezuela. Si bien existen propuestas y recursos naturales suficientes para solucionar esta crisis, el desafío radica en superar la ineficiencia estructural y la falta de voluntad política. Implementar soluciones requiere no solo recursos, sino también de un cambio en el modelo de gestión, priorizando la eficiencia y la sostenibilidad a largo plazo. Margarita, con su importancia estratégica y su potencial turístico, merece un plan energético que respalde su desarrollo y garantice el bienestar de sus habitantes.
Omar A. Ávila H.
Diputado a la Asamblea Nacional