Va corriendo el tercer año de «apoyo internacional» y con los extremistas haciendo su trabajo cada día mejor. Por un lado, desde el gobierno amenazan a nuestro pueblo con quitarle el Clap, los bonos y otros beneficios, sino votan por ellos, mientras en la otra acera hacen lo propio amenazando que al que vote, le van a anular la visa (a los que tienen), o nos pondrán en la lista de la OFAC.
En fin, ha llegado la hora de rebelarnos con la única arma que tenemos los demócratas: el voto. De plantear la única vía por la cual podemos ir acumulando la fuerza necesaria, que no es otra que la ruta electoral. Pero también ha llegado la hora de desplazar a la dirección política vendedora de ilusiones, de fantasías, a esos generadores de falsas esperanzas, desenmascarándolos, y para ello es necesario comunicar al país lo que sucede en realidad.
Por falta de argumentos, quienes militan en las cúpulas políticas, se apoyan entre sí, siguiendo el mismo guion, descalificando e insultando a todo aquel que piense diferente o proponga alternativas para salir del atolladero, por eso nos llaman “alacranes”, “colaboracionistas”, “vendidos”, “corruptos”, etc. Mientras el país sigue fracturado, estas cúpulas nefastas se amalgaman cada día más. Recuerdo claramente cuando Chávez a todo pulmón y en los medios de comunicación nos llamaba “escuálidos”, “apátridas”, entre otros descalificativos, porque simplemente no pensábamos como él.
A los que califican a la ligera y de manera adelantada, señalando que las elecciones parlamentarias son “otro fraude”, hay que recordarles que han pasado más de 2 años de las elecciones presidenciales que le regalaron a Maduro los abstencionistas, con el mismo cuento de que eran “ilegitimas”, señalando que la mayoría de los países no iban a reconocer a Nicolás. Hoy, repiten de igual manera que no van a participar en el fraude, que no van a legitimar al régimen. Existe una diferencia tan grande entre las siguientes afirmaciones: “Yo creo que hubo fraude» y el «yo sé que hubo fraude, aquí están las pruebas», y eso simplemente pasa por la participación, organización, movilización y por tener las copias de las actas recolectadas por los testigos para impugnar cualquier proceso; es algo que abstencionistas no reconocerán jamás.
En resumen, un fraude es innecesario si no se participa. O dicho de otra manera, la abstención es la negación a ser parte del futuro que le espera a Venezuela.
Más oportuno no pudo ser, el comunicado de la Conferencia Episcopal, el cual desde Unidad Visión Venezuela respaldamos totalmente, ya que el mismo expresa claramente el clamor de un país que sufre y exige soluciones, como lo hemos venido diciendo nosotros a lo largo de los últimos años, la gente debe ser lo primero. Urge una estrategia clara, no más vacíos, acuerdos y extremismos absurdos. Enviamos nuestro total reconocimiento a la Iglesia Católica por su valentía de hablar por la calle del medio, defendiendo a los más pobres, a los que no usan twitter, a los que sufren día a día por la crisis, a los que no tienen comida ni medicinas.
Solo los disociados, a quienes no tiene problemas con los servicios públicos, tienen su nevera llena y un buen seguro, buscan tergiversar la posición de la Iglesia, porque están cómodos, y por ende no les importa que todo siga igual. Por ello, les perturba que otras voces reconocidas por la opinión pública, sí cumplan la misión a la que ellos renunciaron. En nuestra organización política desde hace rato estamos claros: no podemos continuar en un juego de poder, mientras el pueblo venezolano sufre terriblemente.
Para finalizar, el documento de la Conferencia Episcopal Venezolana demuestra dos cosas: por un lado que hay un grave problema de comprensión lectora, negación a leer y/o escuchar lo que no deseas o compartes, y por otro lado que los adversarios de la participación no creen en nadie. Todo lo critican e interpretan con su visión mediática y cortoplacista.
Omar A. Ávila H.
Diputado a la Asamblea Nacional