Esta semana la principal protesta en Venezuela ha sido por la falta de agua, pero semanas atrás fue por los apagones y más atrás por el gas… y es que así está el país… cayéndose a pedazos.
El régimen, causante y promotor del desastre solo atina a rotar ministros y vemos cosas realmente asombrosas, funcionarios que se encargaban del turismo ahora construyen, los que “supuestamente” construían pueden terminar en salud y así sucesivamente, toeros pues. Parafraseando a Gallegos: incompetentes para todo, especialistas en nada que no sea la destrucción.
En diciembre -de llegar allí- cumpliremos 20 años de la pesadilla llamada revolución. Afortunadamente, los venezolanos mayoritariamente entendimos (unos primeros y otros recientemente), que la revolución no es el “sueño” ofrecido de unos militares con Chávez a la cabeza para impulsar un proyecto de país donde el desarrollo y emprendimiento produjera calidad de vida para sus habitantes y donde el combate a la corrupción sería el norte, no. Sabemos, porque lo hemos sufrido y padecido, que es un proyecto de la delincuencia internacional diseñado en Cuba, para que el narcotráfico y el terrorismo se hicieran del poder de un Estado, acabar con sus instituciones, el tejido social, comprar conciencias, obtener colaboradores y desde aquí, Venezuela, expandir el proyecto delincuencial al continente primero y, al resto del mundo después.
Casi logran apoderarse de la región con Lula, los Kirchners, Correa y demás cómplices. Hoy día unos están muertos, otros presos, alguno a punto de estarlo y posiblemente otro sea arrojado del poder en breve. El foro de Sau Paulo está duramente golpeado, sin ofertas, sin pueblo y con gran repudio del mundo democrático por estar todos incursos en lo que aseguraban combatirían: la corrupción en su máxima expresión.
Lo sucedido en Venezuela es un caso inédito ya que lo que se forjó aquí no es una dictadura, totalitarismo o autoritarismo convencional. Repito, lo que aquí se incubó fue el secuestro de un país por parte del narcotráfico, el terrorismo y el hampa organizada internacional. Para salir de esto, se necesitan mecanismos también inéditos, novedosos y originales.
Entonces, si el chavismo-madurismo es un proyecto internacional, la salida debe ser de la mano de los organismos y la comunidad internacional. Hay que impulsar los mecanismos que se utilizan cuando se combate la delincuencia organizada, activar la Corte Penal Internacional para proporcionarle seguridades a aquellos que juraron defender la constitución y brindar protección a sus habitantes, aquellos que buscan cumplir con el deber de rescatar al país secuestrado por hampones que le mantienen además, hambreado y enfermo. Para ello, se hace necesaria la activación de la Convención de Palermo para que la Policía Internacional brinde apoyo logístico y tecnológico para capturar al delincuente que tiene la seguridad del planeta en ascuas e inquieta. Los venezolanos no podemos solos a pesar que el régimen está débil. Necesitamos del auxilio de los demócratas del mundo.
Funcionarios de organismos multilaterales ya asoman la necesidad de la colaboración internacional. El secretario Almagro hizo público el informe de los delitos de lesa humanidad que comete el régimen de Maduro. Anunció que lo había enviado a algunos gobiernos de la región y a la Corte Penal Internacional. La Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de Naciones Unidas por su parte, presentó un informe que sugiere la intervención de la Corte Penal Internacional en el país por los graves y sistemáticos abusos cometidos y la impunidad generalizada en Venezuela.
Ante esto, la fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, no debe seguir taponeando una investigación que solicita el mundo entero. Ella está en deuda con 30 millones de venezolanos que vivimos esta tragedia de crímenes de lesa humanidad que están detalladamente documentados y que le han sido entregados en varios informes. Está en deuda con una región que hace enormes esfuerzos en recibir a millones de venezolanos que huyen despavoridos a diferentes países en busca de seguridad física y jurídica. Está en deuda con la paz del planeta acosada por delincuentes que no tienen limites morales ni de fronteras para cometer toda clase de delitos contra los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Voluntad para el cambio hemos demostrado los venezolanos. Esperamos que la fiscal muestre la suya para frenar el hampa que se instaló en Venezuela.