Nicmer Evans: El PSUV antes de su «congreso» y la rebelión esperada

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A esta hora el Psuv (y por ende el gobierno) están fracturados pero tienen un yeso difícil de partir, el yeso de la necesidad de sobrevivir y la confianza de no tener al frente ningún enemigo temible y creíble.

La consistencia monolítica que había demostrado el gobierno de Chávez en torno a su indudable liderazgo, desde el principio de la unción de Maduro el 8 de diciembre del 2012 en el «pleno como la luna llena» no fue posible amalgamarla, porque la pantalla estaba compartida con Diosdado Cabello.

Pero además, en el fondo la realidad es que todos aquellos que en ese momento compartían el gabinete de ministros y que conocían plenamente a Maduro, y aún más los cercanos y de confianza de Chávez sentían y decían entre ellos que cualquiera podía ser mejor que Maduro para suplir «al comandante». Por cierto, uno de los más recelosos, porque se consideraba el llamado a relevar en un futuro a Chávez era Rafael Ramírez.

No puedo dejar de comentar que personalmente en el año 2010, convocado para una reunión de la Vicepresidencia Política que asumía Nicolás Maduro, se me invitó a formar parte de un equipo (que nunca se concreto) que tenía como fin conformar una nueva política comunicacional. El vicepresidente Nicolás Maduro, había instruido a su equipo a constituir una especia de «MINCI paralelo», y al llegar al sitio de reuniones en el PH de Cancillería, fui recibido por un joven que había sido mi estudiante en la Escuela Venezolana de Planificación y me invitó a conocer las instalaciones. Sala de redacción de páginas web, sala situacional, y «comando de campaña»… al preguntar de qué comando de campaña me estaba hablando, me dijo: «El comando de campaña presidencial de Nicolás Maduro, en el país solo hay otro como éste, el comando presidencial de Jorge Rodríguez.» Les recuerdo que esto fue en el 2010.

Eran unos cuantos los que de manera disimulada (o no tanto) ya estaban velando la presidencia de Chávez, incluso antes de su enfermedad de manera pública, o deseando la misma.

Sin embargo, vuelvo al inicio. Previo al Congreso del Psuv, hemos observado de manera muy clara pronunciamientos ambiguos y ambivalentes de actores políticos y seudointelectuales promaduristas que certifican esta fractura. Earle Herrera, Elias Jaua, Jesús Farías, Freddy Bernal, Pérez Pirela, Julio Escalona y muchos otros, que cuando quienes como yo, hacíamos exactamente la mismas críticas pero hace 5 o 6 años para evitar que llegáramos a este desastre nos señalaron de traidores, contrarevolucionarios, pagados por la CIA, agentes del imperio, y hoy, son señalados por el mismo dedo que defendían con categorías aún peores.

Hoy Maduro los llama «showseros apátridas» y aunque intentan demostrar fuerza, no están alineados internamente, ya que no responden a tendencias internas fuertes y Diosdado los utiliza al final como medio de presión para forzar a Maduro a depender más de él ya que este se vende como el instrumento de contención de la desbordante crítica que si es real y muy sincera en las bases del Psuv.

Hoy me reuní con varios dirigentes de base miembros y jefes de Clap en el estado Miranda, hartos del uso miserable e inclemente de la lealtad de quienes ingenuamente piensan que trabajando con el gobierno pueden aún aportar algo por el país. Decepcionados y decepcionadas se sumaron a MDI, pero de fondo lo que hay y se expresa es rabia, mucha tristeza y decepción ante «dirigentes» que fueron incapaces de preservar la esperanza y aún menos demostrar con acciones que teniendo todo el poder, podían hacer algo para corregir los entuertos que generaron por tanto silencio cómplice con la corrupción.

El Congreso del Psuv pondrá a prueba si esa fractura logra reventar el yeso, en lo personal creo que no, porque en él no está representada ya la base del chavismo. La disputa va a ser por cuotas de poder perdidas, y las diferencias por primera vez se harán evidentes pero no suficientes para una división, al menos que las bases logren irrumpir en el Congreso y demarcar un verdadero hito de cambio. Ninguno de los nombres antes mencionados tiene la moral para encabezar un levantamiento de este tipo, pero si pueden ser objeto de grandes presiones si las bases se arrechan.

Dos tendencias: «El madurismos» y «el madurismo descontento», lo demás es un chavismo desaparecido y convertido en exchavismo ya afuera esperando a los que se van a separar en esta nueva tanda, y sin posibilidades de que se exprese el chavismo crítico execrado hace tiempo de sus filas, y al final un diosdadismo a la casa de los próximos errores de aquellos «showseros apátridas» que le abren el camino a Diosdado para ser la única fuerza temible por el madurismo, porque ha acumulado fuerza en el PSUV y en la ANC, al punto que Maduro no es capaz de tomas la verdadera medida económica que debió tomar, sino que se la delega a una ANC adversa a los planteamiento económicos del equipo de Maduro, pero porque son aún más ortodoxos que el madurismo, y Diosdado, a la caza, incapaz de cambiar algo, sino atento para seguir empeorando aún más esta kakistocracia.

Nicmer Evans