Maryclen Stelling: El Laberinto del diálogo

El laberinto, del latín labyrinthus, es un espacio creado de manera artificial, formado  por diversas calles y encrucijadas.  Suerte de trampa,  intencionadamente compleja con la finalidad de desorientar a quien se aventure a entrar e impedir que encuentre la salida.

El diálogo en Venezuela ha devenido en una complejidad inextricable de calles y encrucijadas que parecen multiplicarse irracionalmente día a día. Menuda tarea que reta la lógica del enviado del Vaticano y los mediadores de Unasur, «arrojados dentro de un laberinto» a la venezolana,  y comprometidos nacional e internacionalmente a desenmarañar la inescrutable ruta.
Conminados a lidiar con un juego político que parece balancearse entre un objetivo bélico –eliminar al adversario- y un ejercicio lúdico –juegos de guerra entre ángeles y demonios-  que distraen,  “sin querer queriendo”,  el camino al diálogo.
El enviado del Vaticano, Emil Paul Tscherrig,  anuncia,  con base en los acuerdos logrados en las reuniones exploratorias, que el diálogo iniciará el 30 de octubre en Margarita.  Monseñor Diego Padrón,  presidente de la CEV, replica y afirma que “allí habrá simplemente un encuentro para poner los puntos importantes sobre la mesa”.
Hay quien asevera que fue engañado en su buena fe. Otros, aseguran que las  conversaciones de las que habla Tscherrig no existen.   Un dirigente de oposición  ratifica que el diálogo no se ha iniciado, y acota que simplemente se limitaron a  recibir al enviado del Papa y plantearle que no hay condiciones para dialogar.
El presidente Maduro entra en acción y afirma que, aun cuando “ellos dicen que no sabían”, representantes de sus partidos participaron y “tenemos las grabaciones”. El Gobierno informa que  asistirá el próximo 30 de octubre a la mesa de diálogo convocada en la isla de Margarita.  Ramos Allup, riposta que no participará y otros prefiere que sea en Caracas.

En una suerte de ping pong,  Gobierno y oposición se acusan,  unos, de  haber manejado el diálogo en forma poco responsable y, los otros, de utilizar la palabra diálogo como les da la gana.
Voces varias de oposición plantean sus diversos condicionantes.  Para los radicales lo único que se debe dialogar es “cuándo el Gobierno entregará el poder”. Para los éticos, el diálogo está sujeto a no violar ni negociar principios, valores y convicciones.  Y para los consensuales,  el diálogo tendrá lugar “cuando la Unidad entera tome la decisión.”  Para el Gobierno el diálogo va…pero en sus términos.
Inmediatamente al anuncio del Vaticano sobre el  inicio del diálogo, la AN, en sesión especial, aprueba un acuerdo de restitución constitucional de  nueve puntos.  Destacan: declarar la ruptura del orden constitucional y golpe de Estado, abrir un juicio político a Nicolás Maduro, solicitar activación de mecanismos internacionales, denunciar al Estado ante la Corte Penal Internacional por frenar el Revocatorio, designación de cinco rectores y suplentes del CNE, y elección de nuevos magistrados del TSJ.
El Gobierno recuerda que la Asamblea está en desacato y la figura de juicio político al Presidente no está contemplada en la Constitución  ¿Cómo ir al diálogo bajo estas condiciones?
El pueblo es convocado por sus líderes y dirigentes a participar en las diferentes actividades confrontacionales en las que se requiere medición cuantitativa y apoyo público en coyunturas vitales. Los discursos de líderes y  coros están plagados de términos con connotaciones bélicas, discriminativas, xenófobas y hasta sexistas…que desdicen cualquier acercamiento, pacto o diálogo.
En medio de la crisis política, Maduro realiza una gira relámpago por cuatro países de Europa y Asia para promover la estabilidad del mercado petrolero. Se reúne con el papa en el Vaticano y con Antonio Guterres, el nuevo secretario general de la ONU. La Unión Europea se ofrece a colaborar con el diálogo y Unasur saluda apoyo del Vaticano.
El Presidente activa el 323 constitucional y convoca el Consejo de la Defensa, el máximo órgano de consulta en materia de defensa y soberanía, integrado por  los cinco poderes. En este caso se  evaluará «el golpe parlamentario» y el diálogo para la paz. Maduro: «Es la última oportunidad que le damos a Henry Ramos Allup para que entre por el aro». Quien, a su vez, responde que no se prestará para ese teatro.

Este recorrido por las inextricables calles y encrucijadas, nos lleva a preguntarnos si el diálogo se encuentra en un laberinto o si, sencillamente, Venezuela sufre de laberintis política crónica.