Marta Colomina: La guerra es de Maduro contra el pueblo

“Los caraqueños parecen hoy zombis en su ciudad, caminando de un lado a otro armados con bolsas vacías. ‘Esto no es lo que el comandante Chávez nos prometió’, farfulla uno tras comprobar desolado los anaqueles vacíos”. Así publica este jueves el diario español El Mundo un excelente reporte de Daniel Lozano titulado: “En busca de la última barra de pan en Caracas”, con entrevistas a dueños de panaderías y a desesperados venezolanos en busca de una “canilla” que no pueden sustituir por una arepa, porque tampoco encuentran harina de maíz. Uno de los panaderos con 30 años en el oficio comenta: “Este modelo no funciona. Y no se puede hablar mucho. Mira al cantante, le quitaron el pasaporte por estar hablando” (refiriéndose a Nacho). Otro indica que el gobierno engaña al pueblo al decir que pronto llegarán miles de toneladas de trigo, mientras Fetrarina, a través de su presidente, asegura que “no hay barcos en tránsito ni órdenes de compra en proceso”. “A la panadería Los Nietos –narra Lozano– el lunes no le quedaba pan y estaba a oscuras. Un enorme apagón había oscurecido esa parte de la ciudad. Al día siguiente le tocó el turno al oeste, en la popular Catia. En Petare, grupos de vecinos se lanzaron a protestar a la calle. Llevan muchos días sin agua”. “Venezuela se asemeja a un enfermo en la sala de cuidados intensivos, al que le van encontrando una enfermedad tras otra y que, para remate, le diagnostican una infección hospitalaria”, anota Lozano .Concluye con una frase del propietario de una de las muchas panaderías ya cerrada por falta de insumos: “Aquí todo el mundo se va, yo tengo dos hijos en Madrid’, mientras sus empleados recogen lo poco que queda en su tienda”. Son cientos los reportes mundiales que narran el caos y la miseria de nuestro país por obra del chavismo. En Venezuela, reza El Nuevo Herald, hospitales carecen de jeringuillas, y mercados no cuentan con productos de primera necesidad. En Barinas avistó “una planta de leche que producía 126.000 litros, que fue estatizada y permanece inactiva. Lo mismo ocurrió con una central azucarera: ahora es una instalación vacía, cuyo único empleado, un vigilante, nos abrió la puerta. Los medidores de las bombas son ilegibles. Dejaron abierto el sistema de refrigeración y se oxidó. Hay murciélagos”.

Como estas verdades hay miles que derrumban el cuento de Nicolás sobre una “guerra económica” del Imperio contra su gobierno. Los hechos están a la vista: mientras Chávez y Maduro despilfarraban los recursos de la bonanza petrolera y nos endeudaban por miles de millones de dólares, otros países productores ahorraron sus excedentes petroleros y han seguido creciendo con baja inflación, aunque los precios del crudo hayan caído. “¿Dónde está el dinero?”, se pregunta BBC Mundo en un formidable trabajo titulado “Cómo Venezuela pasó de la bonanza petrolera a la emergencia económica”, en el que explica cómo el país registró la inflación más alta del mundo y gigantescos niveles de endeudamiento. ¿Dónde está el dinero entonces? El gobierno dice que se gastó en la construcción de viviendas y en políticas sociales que, si fuera verdad, Venezuela no arrojaría 74% pobreza general y 48%, de pobreza crítica, ni tendría los terribles índices de desnutrición infantil reseñados por la Fundación Bengoa. El régimen no habla del dineral dilapidado en clientelismo, en la regaladera de crudo y otros bienes a sus “panas” externos, en sobreprecios de hasta 45% en importaciones dolosas, o en empresas de maletín. Edmée Betancourt, ex presidenta del BCV, denunció que, a través del sistema estatal de control de cambios, de los 59 millardos de dólares otorgados en 2012, 29 millardos habían sido entregados a empresas fantasmas. Los ex ministros Giordani y Navarro denuncian que  más de 300 millardos de dólares habrían sido malversados. Sumemos un desfalco a Pdvsa de  7 millardos de dólares que investiga el nuevo Parlamento, más 200 millardos de dólares por fraude cambiario (Cadivi y Cencoex); y los 60 millardos de dólares en equipos de generación eléctrica que nunca funcionaron (gobierno compró 17 turbinas en 2010 y solo instaló 5 en los últimos 15 meses). Planta Centro no genera electricidad desde diciembre de 2015 y expertos advierten que podríamos quedar sin luz en menos de 40 días. Y no es por El Niño o por sabotajes opositores, como dicen los improvisados de Maduro, sino por impericia y corrupción oficiales. La lista sigue; los miles de millones de dólares en hidrorrepresas, que nunca se construyeron pero sí se pagaron, por eso hoy no tenemos agua. Los hospitales derruidos, sin insumos y con equipos dañados. Ahí están apagones en todo el país, protestas nacionales por la grave escasez de agua, y los anaqueles vacíos de alimentos y medicinas, como pruebas fehacientes de que el chavismo que se nos vendió como el redentor de los pobres ha devenido en el principal enemigo del pueblo. Frente a estos hechos restreguemos en la cara de Maduro que en 2015, en medio de la criminal escasez de alimentos y medicinas, su inmoral gobierno lideró la compra de armas en el continente.

Cumpliendo con el mandato de sus millones de electores, nuestros diputados a la AN están emprendiendo medidas tendentes a reactivar la destruida economía nacional y dar prioridad a la provisión de medicinas y alimentos al pueblo venezolano, ahogado por las mentiras y el abandono oficiales. “No hay comida en Venezuela ‘por culpa del gobierno” , acusa el diputado Julio Borges, en defensa de la Ley de Producción Nacional, boicoteada por Maduro: “Es el gobierno el que decide quién y dónde siembra: el gobierno es dueño de la mayoría de los depósitos y silos; de las tierras cultivables: unas 54 millones de hectáreas que no cultiva y no están produciendo”, como ocurre con las empresas y fincas expropiadas (es decir, robadas) que hoy son peladeros, como la planta de leche y la central azucarera llena de murciélagos en Barinas. Esa Ley de Producción Nacional atiende el clamor de privatizar las empresas y fincas robadas por el gobierno a sus dueños, que hoy están improductivas, generando así empleos y la producción de alimentos e incentivando a los empresarios del campo y de la industria, en vez de perseguirlos, como ha hecho el chavismo.

Maduro dice que no “acepta ninguna imposición de la AN”, al referirse a la Ley de Producción Nacional. Sus diputados votaron contra el envío de la OMS de medicinas a Venezuela, solicitado por la oposición. Y el TSJ apoya y refrenda estas canalladas, convertido en brazo político del gobierno. La Academia de Ciencias Políticas y Sociales exigió a la Sala Constitucional del TSJ cesar sus intentos por sustituir a la legítima AN, calificados como una “contravención directa y frontal de interferir en las competencias del Parlamento” y la instó “a no contrariar, modificar o reformar la carta magna con sus interpretaciones”. Todo el aparato oficial está empeñado en aniquilar a la AN. Este jueves, la barra chavista boicoteó la presentación de la Ley de Producción Nacional: “¡La patria no se vende! ¡La patria se defiende!”, gritaban los vestidos de rojo (seguramente en la nómina de algún organismo oficial). ¿Cómo que “no se vende”? Maduro está rematando la patria a precio de gallina flaca. Está raspando hasta la olla de quienes gritan. ¿No y que Pdvsa era del pueblo? Pues Maduro acaba de vender por 500 millones de dólares 40% de Petromonagas a la rusa Rosneff y hasta le regaló la competencia para comercializar directamente su producción. Vendió por 5 millardos de dólares a la minera canadiense Gold Reserve un paquete que lo coloca como dueño virtual de las minas. Maduro piensa rematarlo todo sin que el pueblo mejore ni un ápice su miserable situación. Así están las cosas: 90% de los venezolanos no puede comprar ni la mitad de lo que necesitan; 82% responsabiliza a Maduro de los graves problemas del país, y 85% quieren que Maduro se vaya del poder. ¿Así o más claro, Nicolás?