Para la comunidad internacional y más de 80% de la población, Nicolás Maduro y su camarilla perpetraron el 10 de enero un asalto al poder, y para consolidar su dictadura imponen un despiadado Plan de la Patria que nos conduce a la ruina total. Las medidas anunciadas en el marco de una memoria y cuenta ante la ilegítima ANC nos demuestra la intención de deprimir más la economía, acabar con la empresa privada e imponer la dependencia a una población exhausta con promesas de unas dádivas sujetas a voluntad. Solo la determinación del pueblo para rebelarse logrará encauzar y apoyar los mecanismos trazados por el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, hasta alcanzar un gobierno de transición que signifique el desalojo de los depredadores enquistados en el poder.
Guaidó se coloca de cara a la historia; la contundencia de su discurso al llamar a la FAN a participar en el proceso y la promesa de una Ley de Amnistía facilitarán la aparición de esos factores indispensables en el complejo proceso de transición. Por supuesto, debe referirse a esos mandos asqueados de un alto mando politizado y corrupto, arrastrado a los dictámenes de la dictadura cubana y responsable de los crímenes más abominables que hemos visto en Venezuela desde el sanguinario José Tomás Boves –como fue la ejecución del comisario Oscar Pérez y de su grupo hace un año, en la masacre de El Junquito–; un alto mando despreciado que en algún momento estará sentado ante la justicia al restituirse la misión constitucional de la FAN.
El esperado desenlace no se producirá sin el concurso de Juan Guaidó, reconocido por organismos internacionales y los gobiernos democráticos del mundo como el presidente interino de Venezuela. Guaidó ha despertado la esperanza para la recuperación de la República, unir a sectores que parecían irreconciliables y obtener apoyos necesarios, como el de la líder de Vente Venezuela, María Corina Machado; su juventud y coraje lo empujan a asumir el reto. Señor Juan Guaidó, asuma el cargo que establece la Constitución y dé inicio a la transición que el país reclama. Si así lo hiciereis, ¡que Dios y la patria os lo premien, y, si no, que os lo demanden!
Un “horror” de transmisión.
La detención y liberación del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, cuando se dirigía a un cabildo abierto en el estado Vargas, demuestra el proceso de desprofesionalización en los cuerpos de seguridad y cómo el malandraje se apoderó de ellos. La versión oficial de un supuesto show mediático, en el que unos funcionarios infiltrados en el Sebin actuaron en complicidad con la ultraderecha es un disparate poco convincente. Fuentes de inteligencia explican que ese día no funcionó el sofisticado sistema de radio Tetra, con tecnología digital, en el que el gobierno gastó una millonada de dólares, debido a una falla de electricidad en la Valle-Coche, donde está ubicada la antena que sirve a toda el área, pero el mal uso en las claves del Sebin fueron las verdaderas causantes.
Se trató de un error de transmisión, cuando los funcionarios de la base territorial de Caracas les cedieron el seguimiento de Guaidó a los funcionarios de la base territorial de Vargas, a quienes les correspondía hacerlo en plena autopista Caracas-La Guaira. “Agárralo” (se refería al procedimiento) no es una clave, sino un lenguaje “malandresco”; existen códigos de seguimiento, vigilancia y otros para detener y capturar.
El comisario Rodríguez Mucura, detenido como presunto responsable, no es un infiltrado, fue el hombre que detuvo en el aeropuerto (base territorial de Vargas) al concejal Fernando Albán, posteriormente asesinado en la sede del Sebin en Plaza Venezuela. Son más peligrosos que monos con metralletas. Más que literalmente.