El estruendoso fracaso del socialismo del siglo XXI no solo se debe a la incompetencia y la corrupción, también a la gran falta de sensibilidad y de humanidad que ha condenado a todos los venezolanos a una atroz lucha por la vida comenzando por su fase más primitiva, la alimentación.
Los estragos causados por el hambre que se manifiestan en el déficit nutricional son evidentes, según la organización de la Iglesia Católica, Cáritas-Venezuela, uno de cada 8 niños muere de hambre, cerca de 300.000 niños podrían morir de hambre en los próximos meses, 80% de los niños experimenta déficit nutricional y 10% sufre una desnutrición severa.
Hoy un bistec de carne de res es solo un recuerdo idealizado, una proteína inalcanzable que pueden adquirir los que tienen divisas extranjeras. Con la hiperinflación, que según estimaciones del FMI llegará este año a 1.000.000%, la crisis humanitaria se agravará a corto plazo y pasaremos a una situación de pobreza extrema, que incrementará el éxodo de los venezolanos desesperados por la hambruna, que se ven forzados a emigrar.
Los directores diocesanos de Cáritas se pronunciaron a través de un comunicado, en el que se refieren a la inocultable ruptura del orden social, y afirman que “en este momento la dignidad humana está siendo agredida e irrespetada, especialmente en aquellos que son los más vulnerables, en los que se ha acentuado la fragilidad y dependencia por el déficit nutricional, falta de medicamentos, el abuso de poder por parte del Estado y el deterioro de servicios básicos indispensables…”.
Ante la contundencia y magnitud de los hechos el gobierno, maestro en el arte del engaño, responde con la falsificación de la realidad, habla de una prosperidad virtual cuando en realidad la rimbombante “patria nueva” es solo ruina y miseria. Nuestra pródiga naturaleza es solo un recuerdo del pasado, derrotada por la ineptitud de una revolución, que en casi veinte años no ha hecho otra cosa que arrebatarles sus tierras a los productores y ha convertido al Estado en el mayor terrateniente improductivo en la historia del país.
Obligado constitucionalmente a garantizarle al pueblo los derechos a la vida, la alimentación y la salud el gobierno, se hace el loco y desatiende los graves problemas que sufre la población; responde, como siempre, con la falsificación de los hechos cuando es el único responsable de la crisis creada en socialismo, en casi veinte años.
En un rapto de aparente sinceridad, el dirigente socialista Freddy Bernal reconoció: “Esta crisis no la provocó la cuarta república ni Carlos Andrés Pérez. La provocamos nosotros, porque tenemos 19 años en revolución”. En su mea culpa, Bernal confiesa: “Me da hasta vergüenza, hemos perdido incluso hasta la gobernabilidad”.
La autocrítica del jefe nacional de los CLAP ha sido bien recibida en la opinión pública y manifiesta el sentimiento de un sector a lo interno del partido de gobierno que debiera expresarse en el III Congreso del PSUV del fin de semana. Aunque de esos congresos no puede esperarse sino alucinaciones ideológicas.
De todas formas, contrastan los juicios de Bernal con los crueles desplantes del gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez, quien despachó sin ningún rubor una sentencia infame: “Si usted no tiene para comer no es culpa de nosotros, trabaje más duro y quizás así pueda vivir como quiere; y si no le gusta el socialismo, las fronteras están abiertas para que se vaya del país”. Es el verdadero pensamiento madurista, que prioriza sus convicciones frente a una cuestión, para ellos menor, como la alimentación y la sobrevivencia.