El pueblo pasará factura a un régimen hambreador que somete a los ciudadanos a todo tipo de humillaciones, a soportar horas útiles haciendo cola detrás de un pollo raquítico o de dos kilos de arroz. La desesperación va in crescendo, la agresividad incontinente se mostrará de un momento a otro en su forma más primitiva.
La gente está de a toque, por medio kilo de café son capaces de matar; recientemente, en un automercado en la urbanización El Marqués, dos hombres sacaron unos cuchillos para disputarse el producto que comenzaba a agotarse. Al día siguiente, en la misma zona y en otro expendio de alimentos, abarrotado hasta los tequeteques por bachaqueros, irrumpieron tres hombres fuertemente armados, no para asaltar, sino para hacer un ajuste de cuentas con alguien que buscaban. ¡De terror! Las amas de casa y todos los ciudadanos están expuestos a correr graves riesgos cuando rastrean un pote de leche, pañales y otros productos de primera necesidad. Estamos frente a una situación extrema que no tiene que ver con supuestas incitaciones dirigidas por la oposición. El único generador de violencia y de caos es el gobierno, con su manifiesta incapacidad para hacer frente a la crisis y la toma de medidas arbitrarias que agravan el desabastecimiento, como la apropiación indebida del centro de distribución de Polar en La Yaguara, dizque para construir viviendas. Los saqueos en San Félix, estado Bolívar, con un resultado de una persona muerta y sesenta detenidos no es un hecho aislado; también se registraron saqueos en Monagas y en Sucre, hay protestas frente a los mercados. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social ha contabilizado 56 saqueos y otros 76 intentos en el primer semestre de este año. Nada hace predecir que esta situación lamentable pueda subsanarse en un futuro inmediato, y eso, a pesar de las negociaciones chimbas con gobiernos “amigos” para que envíen alimentos a cambio de redimir la deuda petrolera, como hicieron con República Dominicana y Jamaica, con los que transaron por 50% de lo que debían; lo mismo hacen con los inconsecuentes países del Caricom –a pesar de que apoyan a Guyana en sus pretensiones con el Esequibo–. En su desesperación por obtener dólares a Maduro no le importa perdonarlos y rebajarles la deuda a la mitad. Lo mismo pasa con Uruguay, con la salvedad de que los alimentos que despachen serán compartidos con Cuba. El gobierno no ha hecho otra cosa que activar una bomba de tiempo, las protestas por el derecho humano a la alimentación son hechos de carácter espontáneo, la molestia por la escasez es disparadora del vandalismo que se manifestará como una onda expansiva por todo el país y no habrá manera de detenerlo sino con represión y suspensión de garantías que justifiquen una prórroga de las elecciones parlamentarias, hasta que llegue el préstamo de 15 millardos de dólares que Irán le prometió a Maduro cuando las grandes potencias le descongelen sus cuentas como consecuencia del Acuerdo Nuclear. Es la última esperanza del régimen, sin embargo, el desbloqueo de las cuentas iraníes no es un hecho inmediato, se tomará tiempo, por eso, irresponsablemente, intensifican la conflictividad social para dar al traste con las elecciones que tiene ganadas la oposición. Hay que prepararse para cualquier escenario, es decir, el peor.
Tic tac
El gobierno extremará las agresiones a demócratas opositores; pretenden inhabilitar al diputado Andrés Velásquez, separarlo de la Asamblea y meterlo preso, bajo el cargo de generar violencia en el estado Bolívar. Según las fuentes, el defensor del pueblo, Tarek William Saab, busca las artimañas legales para sacarlo.