Maldonado admite que es un tipo con suerte. Corre en la Fórmula 1 con Lotus, porque con el chavismo se sacó el loto. No obstante, se queja. Asegura que si tuviera un mejor monoplaza, “un Mercedes”, ganaría siempre.
Pastor Maldonado culpa a los medios de su mala fama. En realidad, no es el único chofer chavista que hace eso. Los conductores del proceso siempre achacan a la prensa el origen de todos sus males, como si no fueran ellos los que están fundiendo a esta máquina.
Los pilotos bolivarianos se pasan de revoluciones. Chocan con todo el mundo. Con los empresarios, con los países vecinos, con los organismos internacionales, pero ellos nunca son responsables. Se llevan por delante un poste y dicen -tan anchos- que la culpa es del poste porque se atravesó en su camino.
“Con los otros 18 pilotos se puede hacer maniobras. Hay pilotos que controlan el carro, hay pilotos que no. Pastor no tiene el control de su auto”, se quejaba hace un par de semanas el mexicano Sergio Pérez. El PSUV dirá que Pastor criollo mata a cachorro del imperio; sin embargo, las palabras de Pérez merecen un análisis diplomático.
En la OEA deben pensar lo mismo: con cualquiera se puede hacer maniobras, hasta con Raúl Castro, quien ya no maneja un bólido sino una guagua. Pero en toda esta pista latinoamericana, solo hay uno que continuamente se estrella contra todo. Ciertamente, hay pilotos que no controlan el carro, que se sientan al volante pero no son los dueños de la escudería. Seguro por eso no terminan de arrancar.
Maldonado confiesa sentirse “infravalorado”. Es decir, como un bolívar fuerte. Advierte que todas las críticas que recibe surgen “porque no he tenido un auto que me permita demostrar mi talento”. Un sentimiento parecido debe experimentar aquel que ahora debe guiar este autobús destartalado en plena depresión petrolera. Con un barril a 100 dólares, sería mejor que Schumacher y Merkel juntos.
Otro defecto que comparten estos choferes es que dependen de los fondos públicos para encender sus máquinas y maquinarias. Sobre los cuestionamientos que ha sufrido por el financiamiento de Petróleos de Venezuela, Maldonado se defendió: “No sólo me apoya a mí, sino a un grupo de venezolanos, es como lo que hace Red Bull con su programa de pilotos”. La comparación es absolutamente pertinente, salvo por un detalle: la economía venezolana ha demostrado que la nueva Pdvsa Red Redcita no te da alas.
Maldonado admite que es un tipo con suerte. Corre en la Fórmula 1 con Lotus, porque con el chavismo se sacó el loto. No obstante, se queja. Asegura que si tuviera un mejor monoplaza, “un Mercedes”, ganaría siempre. Quizás Pastor tendría que seguir el ejemplo del chofer mayor, que tampoco tiene Mercedes pero sí a Tibisay: ya que no puede cambiar el cacharro que maneja, le ha pedido al CNE que le modifique los circuitos.