La capacidad de movilización oficial es infinitamente más elevada que la de sus adversarios
Ser favoritos para obtener la mayoría de votos en las parlamentarias es suficiente para ganarlas? A lo mejor en otros sistemas parlamentarios más equilibrados sí, pero en Venezuela sólo implica una ventaja inicial, no despreciable, pero insuficiente. La composición de los circuitos para la elección de diputados trae una serie de peculiaridades que impide realizar una proyección lineal de resultados, al menos hasta tener una muestra actualizada y representativa por circuitos, algo que sólo se logrará afinar hacia el final de la campaña.
Por tal motivo, aunque la oposición se mantiene como clara favorita, no debe caer en triunfalismos por los resultados globales de las encuestas nacionales (o de circuitales parciales), puesto que el número de diputados no depende sólo de la totalidad de votos, sino de su distribución por circuitos totales. Para que una fuerza pueda anteponerse al sistema de circuitos electorales tiene que sudarse cada voto, en cada circuito y surfear con mucha participación los impactos del Gerrymandering, es decir, de la manipulación de la ingeniería electoral aplicada a la asignación de representantes.
La elección de diputados se realiza a través de dos mecanismos: circuitos y lista, siendo estos últimos los «pelúos» de arrasar en cualquier circunstancia. Para que una fuerza obtenga los dos diputados lista de un estado tiene que duplicar la votación de su adversario, nada fácil. Las posibilidades empeoran en el caso de los estados con 3 diputados lista, como Miranda y Zulia. En esos casos, para que una fuerza política se lleve todo tiene que triplicar a su contrincante. Ganar en este segmento lista no es soplar y hacer botellas, pues incluso con brechas contundentes a favor de la oposición, lo más probable es que estos 48 diputados se distribuyan casi equitativamente, lo cuál baja las expectativas de arrase total.
Sin embargo, en el caso de los diputados por circuitos, que son la mayoría, el chavismo se está enfrentando al proceso electoral más adverso de su historia política, empezando con una desventaja importante y en el medio una crisis económica que lejos de solventar, empeora como consecuencia de la agudización de sus estrategias de intervencionismo oficial. Esta situación ha afectado incluso zonas o áreas chavistas tradicionales, lo que pone en peligro muchos circuitos que antes ganaron y ahora podrían perder, arriesgándose a que las estrategias diseñadas para minimizar a la oposición terminen más bien ayudándola a crecer en la Asamblea. La oposición se encuentra en la situación inédita de arrancar ganando, lo que implicaría un primer paso para lograr el rebalance de fuerzas y una mayor capacidad de presión frente al gobierno para negociar algunos cambios fundamentales que permitan abordar la crisis y rescatar equilibrios, algo que debe ser el verdadero objetivo de todo esto, no la salida abrupta del gobierno, que para nada está planteada en esta elección, algo que debe estar muy claro para evitar frustración y expectativas sobredimensionadas.
Pero los «rusos también juegan». Es demasiado lo que pueden perder. La campaña final será feroz. La capacidad de movilización oficial es infinitamente más elevada que la de sus adversarios. Muchos votantes indepedientes siguen teniendo relación con Chávez, aunque evalúen negativamente la gestión del presidente Maduro, lo que eleva el riesgo de abstenerse o incluso cambiarse a última hora, si la oposición no logra «madurizar» los candidatos por circuito, a quienes obviamente el PSUV intenta «chavizar».
No se trata de ser optimista o pesimista. La clave es trabajar intensamente como si estuvieras perdiendo, aunque todo indique que eres el potencial ganador.
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