El encuentro con Jesús impacta nuestras vidas de una manera formidable, y a partir de ese momento sabemos que tenemos un tesoro en las Escrituras, que son la forma directa en la sabemos cuándo y en qué forma Dios se nos revela en la historia. Este impacto que, primeramente es espiritual, dado las circunstancias que vamos viviendo en nuestras vidas; se convierte en una inquietud que queremos transmitir a los demás, al mundo que nos rodea. Nuestra conducta se va transformando. Ya no somos los mismos.
En el esfuerzo por hacer saber los que nos ha pasado, ahora, perdonados, nacidos de nuevo, necesitamos conocer con mayor profundidad a ese Dios que nos ha dado a Jesús, nuestro liberador. La acción de conocer y comunicar requieren de un esfuerzo racional y sistemático, en ese trabajo es dónde la teología viene a ayudarnos.
La teología, en líneas generales es la ciencia o el entendimiento de la revelación de Dios por medio de la Biblia, pero en la Biblia hay diferentes relatos que se expresa en diversos géneros literarios, también encontrarnos un lenguaje simbólico muy rico que nos ayuda a entender misterios que con la sola literalidad sería imposible comprender para nosotros, así también encontramos tecnicismos de tipo legal, históricos y al propio tiempo momentos y sentimientos que son transmitidos por medio de la lírica o escritos sapienciales. También en la Biblia encontramos diversas escuelas interpretativas; como en Isaías, la teología joánica o pauliana. Cuando nos adentramos en la Escritura debemos estar preparados y la teología nos ofrece las herramientas para hacerlo y así comprender lo que el texto bíblico nos ofrece.
Pero, nos encontramos con otra complejidad al proponernos predicar las Buenas Nuevas de salvación. La Biblia es un compendio de libros que fueron escritos en otras épocas, hace muchos años y por diversos autores. Además, la recopilación de estos libros ha pasado por muchas traducciones y reconstrucciones para llegar hasta nosotros hoy, es una historia formidable.
Ya la Biblia en sí misma reviste, sus propias dificultades, pero a la hora de comunicar sus contenidos también debemos abordar otro inconveniente, que la difusión de nuestro mensaje debe hacerse en el mundo actual; es decir, debemos traer este aprendizaje a la sociedad, las familias y el individuo de hoy. Al acometer esta tarea, debemos primero comprender a la sociedad contemporánea y sus problemas, los retos que las dinámicas y las ideas del presente implican a la hora de predicar el Evangelio. Es por ello que, nuestra experiencia espiritual de conversión tan sencilla y llana, a la hora de informarla a los demás representa un desafío.
No debemos angustiarnos porque, ha de ayudarnos el Espíritu Santo que nos da el entendimiento para discernir todo el marco de conocimiento que se nos abre y, en segundo lugar porque, gracias a la teología contamos con muy diversos autores que han logrado interpretar o teologizar sobre situaciones que angustian al creyente: las propias verdades
bíblicas y las respuestas necesarias para el hombre de fe en la sociedad actual.
Para contextualizar nuestra fe cristiana, histórica y dinámica, podemos utilizar las ciencias sociales, el cómo los estudiosos que nos preceden abordan la problemática del ser humano en lo social y en lo individual. Esto es de gran ayuda porque nos alerta sobre las realidades de las personas y las naciones, pensemos por ejemplo, en cómo llegan las personas a sus afirmaciones personales hoy día.
Hoy la sociedad está saturada de información porque hay muy diversos canales por los cuales fluyen las noticias sobre todas las cosas que nos rodean, pero al propio tiempo dicha información no es de calidad; en las redes sociales se discuten posiciones y se construyen conceptos, el algoritmo informático agrupa usuarios afines, entre los cuales el disenso es poco valorado. Se construye una “verdad común” y se convierte en una posición colectiva, una “tendencia”.
Las personas sostienen diversas valoraciones y conceptos sobre Dios, Jesús, la fe o la salvación y la forma de acceder y comprender estos. Estas opiniones serán en muchos casos radicales, pues se cree que una forma particular o grupal de ver la vida es la “verdad”, sin darnos cuenta nuestra predicación puede ser disruptiva en algunos ambientes.
La teología nos ayuda a comprender a Dios, por medio de la Biblia, su lenguaje y sus contextos históricos propios (teología bíblica) y; también puede procesar esta realidad bíblica abarcando a la sociedad presente por medio de la apropiación crítica de las ciencias sociales (teología sistemática).
Finalmente, debemos concluir: i) Que después de creer con todo nuestro corazón, debemos disponer nuestra voluntad para que del entendimiento brote un nuevo ser, que entienda cabalmente el mensaje de Dios y la obra redentora de Jesús y; ii) Cada vez que hablamos sobre el Evangelio, el mensaje está condicionado por nuestra cultura, la teología nos ayuda a separar cada ámbito: el mensaje bíblico en su contexto, nuestro condicionamiento cultural y, las ideas y problemas predominantes en el colectivo; de esta forma podemos armonizar el mensaje y la praxis cristiana hoy.
Luis Enrique Gil es abogado, político y estudiante de teología. Director de Comunicaciones Integrales Episteme.