Urica es un pequeña población ubicada al sureste del estado Anzoátegui y a pocos kilómetros de Monagas. Bordeada por los ríos Urica y Amana, hasta hace pocos años atrás se conoció por las estancias agropecuarias que la rodeaban, hoy buena parte de ellas abandonadas e improductivas.
En el pasado, Urica fue escenario de sangrientos combates durante la guerra de la independencia, de la federación y contra la tiranía castrista. Las batallas de Curareque en 1814, Altagracia en 1870 y del Puente en 1902 forman parte de la historia local pero es la Batalla de Urica, del 5 de diciembre de 1814, la que más se recuerda: en ella cayó Boves.
La segunda república pasaba por circunstancias muy difíciles. Los ejércitos realistas se imponían y el liderazgo patriota se enfrentaba entre sí. Ribas había desconocido la autoridad de Bolívar y Mariño mientras Piar hacía la guerra por cuenta propia.
En Maturín, Ribas y Bermúdez se encuentran y suman fuerzas. Enterados de la presencia de las tropas de Boves, salen a buscarlas. En Areo, informantes les advierten de la superioridad numérica de la soldadesca de Boves pero deciden no retirarse.
En el amanecer del 5 de diciembre, las tropas patriotas se encuentran, en la planicie de Urica, frente al ejército realista, desplegado en tres cuerpos. Dos batallones de infantes y unos 180 jinetes llamados rompelíneas al mando de los coroneles Monagas y Pedro Zaraza se preparan para combatir contra unos 1,200 soldados de a pie y más de 4,000 a caballo que comandaba Boves, secundado por Morales.
Cuentan que a minutos de comenzar la batalla, estaba Pedro Zaraza con la caballería debajo de unas matas afilando la lanza cuando le dijo a su estado mayor: “Allá viene Boves. Este día de hoy o se rompe la zaraza o se acaba la bovera”. Dos horas después estaba muerto José Tomás Boves. Pedro Zapata le partió el pecho de un lanzazo.
Fue cruenta, muy cruenta la guerra de la independencia; se calcula en unas 200,000 las víctimas. Fue más cruenta aún la guerra federal donde se acercaron a 300,000 los muertos.
Mucho es el riesgo que se corre con el escalamiento de la conflictividad en Venezuela y es grande la responsabilidad de quienes cierran salida pacífica a la dramática crisis que se padece.
Es obligante repasar la historia y recordar que en el pasado los venezolanos se han matado arruinando de paso a la nación en pos de una bandera. Los caídos, conviene también tenerlo presente, no han sido de una sola facción sino cada parte enfrentada aportó su cuota de sacrificio, sin contar los inocentes que se vieron afectados.
Nadie estará a salvo si se desata una conflagración, por eso es criminal promoverla o incluso dejar que suceda.
De los aciertos de Chávez, que los tuvo, hay que reconocer que el referendo revocatorio plasmado en la Constitución es uno y que este permite de manera pacífica resolver sobre el modelo de gestión gubernamental que los venezolanos merecen visto el fracaso del actual.
Son estas horas de definiciones dramáticas. En palabras de Zaraza “o se rompe la zaraza o se acaba la bovera”. Ruego a Dios, ahora más que ayer, que sea en paz.