Me reúno largamente con María Corina Machado. Llega puntual a la cita rebosando energía y optimismo.
“Solo con calle se derrotan las dictaduras y Maduro que no tenga ninguna duda que esta olla de presión ciudadana lo va a revolcar” me advierte de entrada a propósito del gran movimiento social que se gesta en las calles de todo el territorio nacional para agregar que esa “olla de presión” es la mayor expresión de repudio, indignación y dolor que ahora se canaliza para sacar a este régimen del poder.
Con pasión que contagia me indica que la fuerza de la lucha que adelanta está inspirada en la esperanza de reconstruir a Venezuela y de no permitir nunca más la humillación, el hambre y la desidia.
Tras revisar una serie de temas, todos relevantes para el mañana que procuramos, nos despedimos con el compromiso de trabajar juntos y no desmayar en la lucha que adelantamos.
Ya de regreso reflexiono acerca de cómo calificar a María Corina Machado y entre tanto que pudiera etiquetarla concluyo que seguramente de lo más apropiado está el de Mujer Valiente.
Sin miedo, llena de coraje ciudadano, María Corina Machado se ha enfrentado y enfrenta a un régimen implacable y a pesar de lo mucho que contra ella han intentado –amenazas, agresiones, violencia verbal y física que se extiende incluso a los suyos- mantiene firme sus ideales y nada le atemoriza. Como alguna vez coreamos por el fallecido expresidente Carlos Andrés Pérez, ella “Va de frente y da la Cara”.
Vienen a mi memoria, entonces, Lilian Tintori, Mitzy Capriles de Ledezma y Patricia de Ceballos que, presos de conciencia sus esposos, los padres de sus hijos, se sobrepusieron al dolor e hicieron del activismo por la libertad y la democracia la mejor manera de honrarlos. Ellas también son Mujeres Valientes.
Veo a mi lado a Larissa, diputada a la Asamblea Nacional, y con ella a las varias parlamentarias opositoras –María Gabriela Hernández, Dinorah Figuera, Gaby Arellano, Gladys Guaipo, Delsa Solórzano y Adriana D’ellia entre otras- que con tanta entrega han asumido a plenitud su rol de gestoras por una nueva nación y no dudo en que a ellas también corresponde el calificativo de Mujeres Valientes.
Me ubico en Monagas, la tierra a la cual sirvo, y en Sandra Alfaro, Carmen Sosa, Oralia Méndez, jefes regionales de sus respectivas organizaciones políticas, aprecio también esas cualidades que en propiedad permiten llamarlas Mujeres Valientes como también lo es Mercedes Adrián.
Repaso en mis recuerdos de actividades recientes y en cada imagen que evoco allí están en mayoría mujeres de nuestro pueblo comprometidas con el cambio que demandamos. Salta entonces un hecho doloroso reciente que reforzó mi convicción de que no es posible parar: la muerte de Rosa Golindano.
Seguramente desconocida más allá de su barrio y de los cuadros parroquiales de Acción Democrática en Maturín, en cuyas filas militó hasta el último minuto de sus existencia –y después también como me lo enfatizó una sobrina cuando recé frente a su cuerpo vestido de blanco y con una gorra puesta a un lado con el logo del Partido del Pueblo- Rosa fue una de esas muchas mujeres que se dedicó a hacer bien a los demás desde su condición de dirigente vecinal. A pesar de los años y las dolencias que le aquejaban –complicadas por la escasez de los medicamentos que diariamente requería- Rosa no descansaba para fortalecer la opción opositora y exhibía una fé inquebrantable de que pronto, muy pronto, el oficialismo sería derrotado. Rosa fue una Mujer Valiente que en su muerte mostró cómo es posible desde cualquier posición labrar por el futuro deseado.
Valientes son y mucho, las mujeres venezolanas que en la noche o de madrugada dejan atrás sus casas para pasar horas y horas en una cola, humilladas las más de las veces, para obtener migajas con las que sobreviven sus hijos, valientes son y mucho las madres venezolanas que crían a sus muchachos en un ambiente hostil y los sacan adelante a pesar de tantas dificultades, valientes son y muy valientes las mujeres que siendo padres a la vez se enfrentan todos los días a la adversidad para dar lo mejor posible a sus familias.
En la escuela nos enseñaron de la valentía de la Luisa Cáceres de Arismendi o de Juana Ramírez “La Avanzadora”; ellas son historia pasada. Presente y después se multiplican a nuestro alrededor las Mujeres Valientes que están escribiendo la historia nueva de Venezuela; a todas ellas, nuestro testimonio de admiración.