Días atrás, un periodista español preguntó en entrevista a Lilian Tintori, “¿Es ineludible que se produzca un diálogo entre el chavismo y la oposición?”
La esposa de ese líder excepcional que es Leopoldo López respondió, textualmente: “No solo es necesario, es la única vía para recuperar la paz que tanto necesitamos los venezolanos. El diálogo es un elemento necesario para poder encontrar soluciones a los problemas que tenemos en Venezuela, que pasan por recuperar la calma y la convivencia democrática entre todos. Un compromiso sincero de escuchar al otro, de reconocer su existencia aunque ese otro piense distinto. La democracia nos exige a todos eso, que es justamente lo que permite que podamos progresar.”
Horas después en la presentación de su Memoria y Cuenta, el Presidente Maduro llamó al dialogo a lo que el líder de la oposición venezolana y de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, replicó que existía la mejor disposición a dialogar siempre que el llamado fuese sincero y permitiese obtener resultados. Por cierto, precisó que se quiere la paz, pero no “Pax Romana”, no paz de los sepulcros, ni siquiera la paz de los vencedores del pasado proceso electoral sobre los vencidos, sino la paz de los iguales.
Es muy grave la crisis que hoy azota a Venezuela y lo lamentable es entender que en las próximas semanas se agravará aún más poniéndonos a las puertas de una crisis humanitaria.
Son escalofriantes los datos sobre la escasez de insumos y medicinas en clínicas y hospitales que nos dan directivos de centros de salud pero es peor la información que nos suministran proveedores de ambos ítems sobre las existencias disponibles.
Abruma conocer que son pocos los alimentos que esperan por ser desembarcados en los puertos venezolanos y menor aún lo que se encuentra en almacenes en suelo patrio sin contar lo irrelevante de la producción nacional.
Aterra leer los pronósticos del FMI o del Bank of America sobre la inflación del 2016 que pudiera superar el 500 % vale decir cerca del doble de lo que ya fue la del 2015.
Angustia –tomando la palabra que el Presidente de la Asamblea Nacional utilizó varias veces para referirse a lo que sentía la bancada oficialista cuando se vieron obligados a oír la magnitud de los errores y corruptelas de sus años de gobierno- escuchar a Nicolás Maduro afirmar que el precio promedio del petróleo venezolano bordea los 24 dólares cuando es saber común que el precio promedio de producción se acerca a 20 dólares pero la cosa llega a pánico cuando nos topamos con opiniones de expertos que advierten que el precio del barril puede derrumbarse hasta 14 o incluso 10 dólares a mitad del verano occidental.
Vergonzosamente casi nos acostumbramos a ver como parte de nuestro paisaje urbano, a las colas que cada día son más largas pero también donde cada vez se acumula más rabia. Colas por harina pan, azúcar, aceite, arroz, espagueti; colas por papel tóale, desodorante, jabón, toallas sanitarias; colas por baterías, cauchos; colas en el cajero para sacar efectivo que se esfuma en minutos. Colas que hoy no se ven en ningún país civilizado del mundo y ahora ni siquiera en Cuba –un país que se cansó de chulearnos y, anótenlo, está a punto de darnos la espalda por su nuevo amor, los Estados Unidos-. Colas que más que nada ponen de bulto el fracaso de un modelo que junto con hambre y miseria, solo va a dejar –cuando se deseche- inseguridad, colapso de los servicios públicos entre ellos el de salud, desinversión.
Soy partidario del dialogo y creo que es de urgente necesidad. Dialogo que no debe limitarse a los actores políticos sino extenderse más allá a empresarios –nacionales y extranjeros-, trabajadores, campesinos los que quedan, representantes de las comunidades, del quehacer deportivo y cultural. Dialogo que no puede alargarse indefinidamente y convertirse en una “habladera de paja”. Dialogo con un objetivo superior que, en palabras de Lilian Tintori, nos lleve a progresar.”
Diálogo de iguales, parafraseando a Henry Ramos Allup, donde las partes cedan en posiciones extremas, despojadas de rigideces ideológicas –que cada quien puede mantener para sí- y capaz de ofrecer a los millones de venezolanos y venezolanas que sufren y esperan, “por ahora” dixit el comandante eterno, con paciencia que ha sido mucha pero que pudiera estar agotándose.
Dialogo para que Venezuela sea distinta y para que los venezolanos por igual disfrutemos de la vida que merecemos, nosotros y nuestros hijos.
Dialogo que tenga presente que sí fracasa, el próximo tiempo lo será de confrontación, que nadie quiere, que absolutamente nadie quiere.