En este mundo donde estamos de paso, se experimentan cambios constantes en diferentes entornos enfrentando desafíos para la adecuación a nuevos paradigmas, esto por supuesto, ha creado una dinámica acelerada, absorbente y hasta individualista. Escuchamos con mucha frecuencia la frase “cada día aprendemos algo nuevo” y en la medida que el tiempo avanza adquiere más fuerza, porque las experiencias demarcan el camino, mostrándonos señales para estar alertas sobre cuándo debemos pasar la luz verde o parar en la roja.
Dentro de esta perspectiva, no podemos ignorar a nuestras valiosas aliadas: Las Relaciones Humanas, adosadas con todo lo que ellas involucran. El ritmo que llevamos originó una especie de barrera que ha impedido notar su trascendencia en la vida; de igual forma, se observa con preocupación el aumento cada vez más pronunciado del desapego en lo que respecta a solidaridad, comprensión y colaboración que requieren las personas, indistintamente de las situaciones que atraviesan. De allí pues, se empalma la Sensibilidad Humana, que no sólo complementa las interrelaciones, sino que simboliza entrega, voluntad, nobleza, entre otros..
Es menester, destacar cada uno de esos aspectos, enfocados desde una óptica general con propósitos de realzar su importancia.
Las relaciones humanas son fundamentales e ineludibles en la convivencia de un individuo, abarcando diversos ámbitos sin temporalidad ni espacio, no obstante, su gran relevancia pasa desapercibida en una extensa mayoría, por ser considerada como una rutina más del quehacer diario.
Las interacciones fomentan la creación de vínculos afectivos, amorosos, profesionales, laborales y hasta superficiales que con el paso del tiempo se pueden fortalecer o desvanecer, pero independientemente de su índole, dejan huellas, enriquecimiento y experiencias que deben ser aprovechadas en el presente y futuro.
La intensidad y solidez de una buena relación humana depende primeramente de la retroalimentación y aceptación, afianzada en la personalidad, principios, creencias, convicciones, reconocimiento, confianza, adaptación, disposición y equilibrio de cada ser.
La responsabilidad individual marca la diferencia en la comunicación y desenvolvimiento, si realmente comprende su verdadero alcance y representación, entonces la punta de lanza debe englobar respeto, aceptación de las complejidades, armonía y cooperación.
Asimismo, estas relaciones representan un pilar esencial en el desarrollo sustentable e integral de la sociedad, definen condiciones y oportunidades que cada sujeto decide conforme a sus valores, seguridad, sentido de pertenencia y actitudes.
Por otra parte, inciden generalmente en conexiones físicas y emocionales a través de estrechos lazos como la amistad, compañerismo, hermandad que traspasan incluso otras generaciones. Son una medicina para el alma, ya que contribuyen al bienestar biopsicosocial de las personas proporcionando un sinfín de beneficios, que implican estabilidad, autoestima, aprecio, comunicación asertiva, crecimiento personal y profesional, satisfacción, motivación, protección, lealtad, como otros tantos que pueden mencionarse dentro de este contexto.
Es importante tener en cuenta, que no pueden obviarse las relaciones establecidas por compromisos, conveniencias, intereses y necesidades. Sin embargo, esa condición no exime el quebrantamiento de posturas personales apropiadas, justas, éticas y morales.
En cambio, la sensibilidad humana va mucho más allá de una interacción habitual, no todas las personas poseen un tacto especial e innato para ser benevolentes ante el prójimo, esa cualidad viene de sus entrañas y son enlazadas con sencillez y firmeza para sembrar semillas en cada camino que recorren.
No se trata de una condición que se aprende, sino de tener espíritu de servicio, humildad de corazón, arraigo de valores, entender posiciones y realidades con verdadera conciencia; ese altruismo que los caracteriza se encuentra totalmente separado de una identidad ególatra, negativa, inflexible, egoísta y falsa.
Significa ubicarse en la posición del otro, solidarizarse ante cualquier situación, entregar dignamente su apoyo incondicional, dado a que su autonomía y susceptibilidad no vincula generosidad con intercambio, oportunismo ni reconocimiento. Actúan de manera espontánea, desinteresada; más bien orientada hacia la empatía, satisfacción; muy lejos de diferenciar sesgos sociales, influencias culturales y connotaciones entre lo posible y probable.
Si bien es cierto que las relaciones humanas son vitales para el desenvolvimiento personal en la sociedad, existen diversas apreciaciones sobre su fundamento real, que son concebidas de acuerdo a patrones y características peculiares; por consiguiente, la valía de la sensibilidad humana debe prevalecer para que predomine y se potencie la integración, autenticidad, equidad, sentimientos y emociones sin menoscabar la dignidad propia, a la vez de fomentar una hermandad de entendimiento y consideración.
“Hay dos eses, sensibilidad y sentido común, que deberían ser obviedades, que deberían casi darse por hechas, pero por desgracia son valores cada vez más escasos”. Antonio Gala
Lucía Silva
Emprendedora-Escritora-Locutora-Actriz
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