Lucía Silva: El arte de hablar bien

Interactuar es símbolo de “aprender” porque se conjugan una serie de ideas, pensamientos, informaciones, puntos de vista, orientaciones, directrices, entre tantas nociones que se desprenden desde la comunicación entre dos o más personas, por ello siempre hay que reflexionar sobre el resultado generado, tomando en cuenta lo positivo y lo negativo para determinar su incidencia en el mejoramiento personal y profesional.  

La expresión hablada forma parte de la imagen de un individuo, quizás la más importante, porque una manifestación con coherencia de ideas acompañada de palabras pronunciadas de manera adecuada, generan respeto, admiración y dicen más que una presentación personal baja, mediana o altamente impecable.    

Hablar bien depende de cada persona, es decisión propia, forma parte de la cotidianidad sin que influya la condición educativa, social, sexo, religión y estilo de vida. Sin embargo, se puede denotar que aún existen particularidades, que por algún patrón de conducta adoptan una manera singular de comunicarse, bien sea por desconocimiento o modismo, prevaleciendo también consciente o inconscientemente mañas adosadas, vulgarismos, palabras rebuscadas; sin obviar por otra parte, la idiosincrasia.     

Manifestarse correctamente conlleva a la pronunciación respetando la ortografía, el límite donde termina una palabra y comienza otra para evitar atropellos y que el oyente pueda entender el mensaje, no afectando necesariamente el ritmo o velocidad con que se transmite.  

Existen fallas con mucha frecuencia en las comunicaciones verbales, tanto en personas como empresas, dejando consecuencias de envergadura como malos entendidos, pérdidas de tiempo, dinero, negocios, entre otros.  Por ello, es importante analizar las formas de interpretación, bien sea directa o impersonal para corregir oportunamente errores o vicios y se logre efectividad en las mismas.  

Hay técnicas que contribuyen a mejorar y perfeccionar la pronunciación relacionadas con articulación y dicción, englobando ejercicios y prácticas que pueden incorporarse al quehacer diario aunado a utilizar un lenguaje corporal apropiado, repercutiendo también en el bienestar físico y social. Igualmente, el hábito de la lectura aporta una ampliación al vocabulario habitual que suele utilizarse.

Para tener un dominio comunicacional no es imprescindible que una persona sea especialista en el área o tener habilidades elocuentes como por ejemplo ser orador, locutor, basta solo con estar decidido a su auto desarrollo, cultivarse con disciplina, mantener la autoestima alta.

Con una buena disposición y empatía se puede contribuir al enriquecimiento del lenguaje verbal, hay muchos medios de ayudar al prójimo, aportando correcciones con sensibilidad a aquellos seres que presentan debilidades en su forma de darse a entender (independiente de la causa que lo origine). Lo importante es impregnar el ambiente con una buena habla.   

 

“El que habla de modo que lo entiendan siempre, habla bien”

 (Molière)

 

Autora: LUCÍA SILVA

Emprendedora – Escritora – Locutora – Actriz

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