La última Navidad feliz

Es diciembre de 2007. A Hugo Chávez le acaban de explotar el globito del invicto electoral. La escasez y la inflación empiezan a asomar un hocico feroz, pero la clase media puede proteger sus ingresos en automóviles, apartamentos, electrodomésticos y celulares plegables   

En el tramo del Guaire que pasa por Las Mercedes, la gente se baja de los carros para tomarle fotos a pececitos, ranitas, tortuguitas, caracolitos y delfincitos: por segundo año consecutivo, me cuentan, la fantasmagoría acuática de luces es el regalo de un tal Henrique Capriles Radonski, actual alcalde de Baruta, para la ciudad de Caracas, con el patrocinio de Bolívar Banco. Yo también me bajo de mi automóvil DeLorean DMC-12. Un tal Leopoldo López es el alcalde de Chacao y cabeza del comando del “No” que acaba de triunfar el 2-D. Una tal María Corina vigiló los resultados desde Súmate. En una pálida imitación de la revista Time, un tal Yon Goicoechea ha sido elegido hombre del año por una publicación llamada Zeta.
 
Es algún día de la última quincena de 2007. César Farías ha sido nombrado nuevo entrenador de la Vinotinto, parece que Richard Páez se fue bravo porque se metían mucho con su hijito de papá. Un boxeador apodado El Inca defiende su título mundial. Omar Vizquel se despide de los Leones del Caracas, y hace unas semanas, Soda Stereo le dio las últimas gracias totales a los venezolanos en un hipódromo. En una especie de reedición del Y2K, se aguarda con ansiedad la reconversión al Bolívar Fuerte del 1º de enero y la llegada de billeticos de colores pastel: algunos tienen la fantasía de que a los precios les quitarán tres ceros, pero no a los sueldos.

RCTV perdió su señal abierta meses antes luego de un lacrimógeno (en más de un sentido) 27 de mayo, pero sobrevive en el cable con el apellido Internacional y hace poco hasta estrenó la telenovela Toda una Dama, un remake de Señoraprotagonizado por Christina Dieckmann y Ricardo Álamo. Roberto Messuti, Mónica Spear y Lilian Tintori (que este año se casó con el papirruqui de Chacao, qué pareja tan cute) comparten en la cuña de Navidad.

La gente no lo sabe, pero 2007 es una especie de adelanto en miniatura de otro año que he visitado en mi carro DeLorean, 2015. No solo porque a Hugo Chávez (un señor que le dio una revolcada 63%-37% a Manuel Rosales el pasado diciembre) le pinchan el globito del invicto electoral. No por paliza (51% contra 49% en el referéndum por la reforma constitucional), pero perdió, y en la madrugada, en la Plaza Altamira (qué empeño en dar el primer boletín de madrugada), los vecinos celebraron: Ahora, después de nueve años, sí tendremos Navidad”, leo en un recorte del diario El Universal del 3-D.

Un gordito, Ricardo Sánchez, posa en estos días para la foto junto a Stalin González y Freddy Guevara, como si fueran los espartanos de una popular película que estrenaron este año: 300 (falta Nixon Moreno, anda asilado en la Nunciatura). La inflación cerrará el año en 20% y la escasez asoma el hocico: por primera vez, la gente empezó a quejarse de que tenía que hacer colas de dos horas para conseguir leche en polvo (limitaron su venta a 3 kilos por persona), pollo, carne, azúcar, huevos y caraotas a precio regulado. Los analistas me dicen que probablemente eso fue más decisivo que el cierre de RCTV y las manitas blancas para el desenlace del 2-D y la abstención de 44%.

Pero hay una diferencia crucial: la clase media (una división social a la que, contrariamente a la corriente de pensamiento que al parecer se ha extendido por este país, no es un crimen pertenecer) puede proteger sus ingresos con poder adquisitivo: invierte en apartamentos, automóviles, electrodomésticos de línea blanca y línea marrón, pasajes al exterior que no son solo de ida y celulares plegables Nokia o Motorola (el BlackBerry empezó a hacer estragos en las relaciones interpersonales). Un artículo que leí en el diario El Nacional define a los venezolanos como “adictos a la tecnología”. 2007 ha sido un año de consumo: se expandió galácticamente la penetración de la televisión por suscripción (pasó de 20% a 23%), Internet (15% a 19%) y telefonía celular (68% a 80%), así como las ventas de boletos de cine (de 20 a 24 millones). La marca de jamón Diablitos ofrece, en sus empaques, fichas premiadas con corotos como Play Station modelos 2 y 3, Wii, X-Box, iPod Nano, microondas, neveras y cocinas.
 
El crecimiento de la economía este año se calcula entre 5% y 6%. El barril de petróleo ha caído ligeramente pero guapea en robustos 90 dólares. Un tal Vielma Mora es valorado como un modelo revolucionario de eficiencia al frente del Seniat. El BCV se retrasó para dar las cifras de la elevada inflación en noviembre (4,4%), pero solo hasta que pasó el 2-D.
 
El señor llamado Chávez, especie de Big Brother de este país, parece que anda arrecho por estos días. Dijo que lo del 2-D había sido una victoria de mierda. Así mismito. El rey de España lo mandó a callar delante de todos sus colegas en noviembre. Acaba de reventar el escándalo de la maleta de Antonini Wilson con una tal Cristina a la que acaban de elegir presidenta en Argentina, y que en un futuro también será muy mala perdedora. El presidente de Colombia es un tal Álvaro Uribe Vélez, parece que eso contribuye a que Chávez se la pase arrecho (en la campaña antes del 2-D él dijo que mandaría hasta 2050, pero me consta que no podrá). La gente no lo sabe, pero dentro de unos meses habrá movilización de tropas, y en respuesta a ello, un concierto de Juanes y sus panas en la frontera, todos con franelitas blancas. Un tal Nicolás Maduro, por cierto, es el canciller de la República. Un tal Diosdado, gobernador de Miranda. Padre, Hijo y Espíritu de Mazo Dando.

En el cine están pasando todavía por estos días una película de la que se ha comentado mucho en 2007, La vida de los otros. La gente no sabe que en un futuro le aplicarán una similar al empresario Lorenzo Mendoza, que se desquitará en el jonrón derby.

En este raro país, el Gobierno decreta lo que vale el dólar: 2,15 bolívares fuertes, pero en el mercado paralelo se cotizaba en abril en 3,5 bolívares y ahorita hasta en 7 bolívares. La gente no lo sabe, pero pronto prohibirán mencionar que ese otro dólar existe. El sueldo mínimo está en 614 bolívares, aunque un profesional bien ranqueado se puede meter hasta 5.000 bolívares o más. Estos fueron algunos de los precios con los que me encontré, a los que, para comodidad de todas y todos, les quitaré los tres ceros que serán definitivamente mutilados el próximo primero de enero:

  • Canasta básica: 557 bolívares (según el Instituto Nacional de Estadística, que tiende siempre a ser gobiernero); o 1.032 bolívares (según el Cenda, que evalúa hogares reales)
  • Un apartamento en El Paraíso, La Urbina o Lomas del Ávila en los avisos clasificados (sí, eso se puede hacer): entre 200.000 y 400.000 bolívares
  • Un rústico Toyota: una Terios, entre 20.000 y 48.000 bolívares. Una Land Cruiser o FJ Cruiser, entre 90.000 y 150.000 bolívares
  • Una cena de Navidad en el Hotel Alba con la miniteca New York People y Memo Morales: 240 bolívares
  • Un pasaje Caracas-Roma ida y vuelta: 1.500 bolívares
  • Un paquete de siete noches en Cancún: 6.800 bolívares
  • El Movistar más caro, Nokia N-76: 1.599 bolívares
  • Renta básica de BlackBerry Movistar: entre 20 bolívares (3 MB) y 90 bolívares (2 GB)
  • Una laptop: 1.300 bolívares
  • Un blue-jean: 200 bolívares
  • Un pan de jamón: entre 20 y 40 bolívares
  • Una hallaca: entre 7 y 10 bolívares
  • Menú ejecutivo: 15 bolívares (Oeste de Caracas), 25 bolívares (Este)
  • Un whisky Black Label: 195 bolívares (85 a principios de 2007)
  • Kilo de leche en polvo a precio regulado: 12 bolívares (hasta 30 en los buhoneros de Quinta Crespo; todavía no han inventado la palabra bachaquero)
  • Huevos a precio regulado: 8 bolívares (14 en el mercado de Quinta Crespo)
  • Carne de primera regulada: 11 bolívares (20 en Quinta Crespo)
  • Pollo entero regulado: 4 bolívares (8 en Quinta Crespo)
  • Azúcar regulada: 5 bolívares (13 en Quinta Crespo)
  • Pernil con hueso regulado: 5 bolívares (hasta 25 en Quinta Crespo)
  • Manicure más pedicure: 35 bolívares.

Hablando de manicuristas, la gente no lo sabe, pero hay una muchacha llamada Rihanna, que este año pegó la canción “Umbrella”, cuya foto estará pronto en todas las peluquerías.

Una parte de los venezolanos todavía no lo sabe, pero a pesar del vientico más fresco que de costumbre que sopla este diciembre, la de 2007 será su última Navidad feliz. Aunque también ha estado llena de señales de mal agüero, para el que las quería ver. Justo en estos días el tal Chávez cambió incomprensiblemente la hora oficial, que se retrasó media hora. Leones del Caracas y Navegantes de Magallanes van a quedar los dos fuera de la postemporada, una catástrofe para las finanzas del beisbol. El año terminará con cifras récord de secuestros. Hace unos meses hubo uno de esos asesinatos que indignó a todo el mundo, el de un tal Yanis Chimaras.
 
La gente todavía no lo sospecha, pero en la adormilada última semana de 2007, se eliminarán las tarjetas prepago de Cadivi y se recortará draconianamente el cupo de compras por Internet: pasará de 3.000 dólares anuales a apenas 400. Quién le manda a esa clase media a ser tan malagradecida.

Ya prendí los motores y estoy de nuevo con mi carro DeLorean en el diciembre del 6-D y de los 113, que luego resultaron ser 112. Avancé en el tiempo, pero veo alrededor y siento como que más bien retrocedí. El ambiente también anda enrarecido por las arrecheras de los guiñapos del Fantasma de las Navidades Pasadas y en las tiendas de electrodomésticos venden sobre todo afeitadoras para los pelos de la nariz. Pero a pesar de todo, la gente piensa que podría ser el silver lining del regreso de muchos venezolanos que ahora intentan comer hallacas por Skype. Los habitantes de este país se preguntan: ¿será esta la primera de muchas Navidades felices? ¿O ahora sí, la última? Quisiera matarles la curiosidad, pero muy difícil me resulta.

por Alexis Correia/@alexiscorreia/ElEstímulo