Mientras en nuestro país el salario de los trabajadores suba por las escaleras y a la par la inflación suba por el ascensor, nunca serán suficientes los aumentos que se decretan desde Miraflores.
Esta semana entró en vigencia el noveno aumento del salario mínimo dispuesto por el gobierno. En números chiquitos, el nuevo salario mínimo de 7.421,66 bolívares implica un incremento de 22,48 bolívares diarios. Esto apenas es suficiente para comprar una canilla pequeña, y eso mientras las panaderías puedan seguir estirando la masa para elaborarlas, pues ya la industria de la harina alertó que apenas tiene inventario de trigo hasta finales de este mes. Y esta es la realidad del 70% de los trabajadores venezolanos.
Que el ingreso de un padre o una madre de familia apenas alcance para un pan diario es una realidad dramática en un país que tiene las reservas petroleras más grandes del mundo, con grandes existencias de oro, bauxita y minerales estratégicos, y con un gran potencial agrícola y forestal, que no tiene país alguno. Gobiernos de otras naciones, que no cuentan con estas riquezas naturales, desearían tenerlas para dar a su gente las mejores oportunidades de alimentación, empleo y prosperidad. Lamentablemente, aquí tenemos a un gobierno ineficiente ante la crisis económica y social, que está como una olla de presión, a punto de explotar.
Pañitos calientes es lo que este gobierno aplica para tratar de paliar la crisis que vivimos los venezolanos. Pero la solución de todos los problemas económicos que afrontamos pasaría por frenar la inflación galopante que se come los ingresos de nuestros trabajadores.
Por mucho que el gobierno se empeñe en ocultar al país los indicadores económicos que conoce el BCV, no puede ocultar que donde tú vayas, en cualquier rincón de nuestro país, hay colas en los establecimientos comerciales. Las largas filas de venezolanos que buscan desesperadamente qué llevar a sus casas son una cachetada a esos enchufados que afirman, despectivamente, que se trata de bachaqueros, o que las colas se hacen porque hay productos para comprar y dinero en los bolsillos.
¡No señores! Eso no es verdad. Las colas son ahora parte de la cotidianidad porque no hay suficiente producción para satisfacer la demanda de los venezolanos. Ver una cola para comprar un jabón, un paquete de harina o, como está ocurriendo en las últimas semanas, para comprar los cuadernos que necesitarán los muchachos para el próximo año escolar, se ha vuelto parte del paisaje urbano. En nuestra Venezuela hoy falta de todo y los grandes responsables de esta situación son el señor que ocupa la silla de Miraflores y el grupito de ineptos que lo acompañan.
Sordos, ciegos y mudos, así son los enchufados de este desgobierno que actúa como una banda de saqueadores de las riquezas del país. No solo regalan el petróleo de los venezolanos y endeudan a Pdvsa hasta la coronilla, sino que además han destruido la industria privada, la agricultura la redujeron a conuquitos y postraron las industrias básicas. Todo eso durante el más largo período de bonanza petrolera que ha vivido nuestro país, con precios que llegaron a 116 dólares por barril. ¡Nunca le había ingresado a Venezuela tanto dinero como en los últimos años! Y la última perla de este gobierno es que están raspando la olla con la venta de oro no monetario para obtener liquidez en divisas.
El gobierno no sabe cómo, y al parecer tampoco le interesa, enfrentar la crisis económica. Tampoco sabe ni tiene cómo hacerlo con la crisis social. Está paralizado. Ahora mismo, poblaciones de los estados Táchira y Apure están en emergencia por las lluvias y el gobierno permanece impávido. Solo se activa para enemistarse con personajes y gobiernos de naciones que expresan su preocupación por lo que está pasando en nuestra Venezuela y para perseguir e insultar a quienes disienten y alertan sobre las consecuencias de sus desastres.
Definitivamente, no vamos por buen camino. Hoy, 204 años después de la firma del Acta de Independencia, vemos cómo se han multiplicado las carencias que nuestro pueblo sufre debido a la entrega de nuestros recursos a otros países. Este gobierno piensa en beneficiar a otros, antes que al pueblo venezolano y deshonra la historia de la que tanto habla.
El 5 de julio de 1811 nuestros próceres nos otorgaron la condición de “ciudadanos”, consolidándonos como venezolanos libres del yugo de cualquier imperio. Logramos la independencia del pueblo venezolano, optamos por el sufragio para seleccionar a los gobernantes, desaparecieron para siempre los fueros y privilegios, se fundó un estado de derecho sostenido sobre el principio de la igualdad y se consagró la libertad de expresión como principio constitucional.
Como venezolanos, hijos de Bolívar, no podemos permitir que tantos años de lucha se pierdan, y el 6 de diciembre tenemos una oportunidad para luchar juntos por nuestra independencia, no olvidemos que quienes están ahora y representan al gobierno en la Asamblea Nacional son corresponsables del caos que vivimos, desde allí se dictan las directrices de nuestra economía, se aprueba el presupuesto nacional y de las regiones, se suscriben las leyes, se designan las autoridades y se ejerce control sobre el gobierno. El cambio en la Asamblea Nacional abrirá el camino para que el país cambie de rumbo.
Porque tener verdadera independencia es poder crear tu propio negocio y planificar tu futuro, que el sueldo te alcance para comprar comida sin tener que hacer cola, que puedas vivir y dormir tranquilo, y trabajar en lo que sabes y te gusta.
¡Venezuela merece y necesita un cambio! En nuestras manos está la llave para abrirle a nuestra Venezuela las puertas al futuro. La voz de cada uno de nosotros debe hacerse sentir con fuerza este 6 de diciembre. Los venezolanos tenemos la oportunidad de iniciar los cambios que el país necesita. Vayamos juntos como un solo pueblo, no permitamos más divisiones, porque sobran razones para unirnos y sacar pa´lante a nuestro país ¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!