José Guerra: El ajuste 2016

En 2013, Maduro decidió cerrar la brecha de ingresos mediante una brutal contracción del consumo doméstico y en ese ajuste apenas vamos a medio camino. Para 2016 nos espera un recorte adicional, de modo que dentro de doce meses nuestro nivel de consumo será aproximadamente un tercio menor de lo que es hoy día, por supuesto, si todo marcha conforme al plan de ajuste de Maduro (si lo dejamos).

Al respecto, el más reciente reporte del Bank of America, lo pone en los términos más amables posibles: “Venezuela enfrenta lo que podría terminar siendo el choque externo más prolongado de su historia, y consideramos que resulta cada vez más evidente que se trata de un choque permanente más que uno transitorio. El país está reaccionando a este choque con una combinación de recortes en las importaciones y liquidación de activos. No obstante, en nuestra opinión la magnitud del ajuste es todavía insuficiente y reducciones adicionales en las importaciones serán necesarias para estabilizar las cuentas externas.” Nada que no hayamos advertido oportunamente, pero que deja por fuera un elemento clave del diagnóstico: no solo se trata de un choque externo, producto del ajustes en el mercado petrolero, sino que además experimentamos un severo choque interno como resultado del colapso progresivo del aparato productivo, un colapso que arrancó con fuerza en 2011 pero que se precipitó a partir del 2013 (hecho en socialismo, pues).

Este último elemento es clave porque la ruta tomada por Maduro para cuadrar sus cuentas (recortar importaciones y rematar activos) no solo impone un sufrimiento innecesario a la población y vuelve agua y sal la cacareada inversión social, sino que acelera la destrucción de los encadenamientos productivos domésticos, incluyendo los petroleros, sin los cuales no es posible un cierre permanente en la brecha de ingresos. Esto quizás se entienda mejor si uno considera cual era la ruta de política alternativa para compensar la caída en los ingresos petroleros. Para comenzar: refinanciar la deuda externa, cerrar el chorro de dólares que se van en sobrefacturación, cerrar el chorro de petróleo que se regala olímpicamente, restablecer el derecho a producir y exportar libremente, crear las condiciones para atraer la inversión directa y en general abandonar el fracasado modelo socialista. ¿Recortar importaciones?, para nada, no haría falta. De hecho, mantener los niveles de consumo de los hogares y facilitar las oportunidades de mejora y modernización de las empresas deben ser prioridades en cualquier proceso de ajuste sostenible.

Ciertamente, el draconiano ajuste que experimentamos se debe en parte a que este gobierno no puede creíblemente adoptar las políticas correctas, pero también responde al hecho que Maduro y su combo entienden la economía solo en términos de cantidades, el muy soviético “balance de materiales”. En esa visión pre-moderna de la economía, fenómenos como la inflación y las distorsiones de precios son secundarias, lo central es balancear cantidades. Así, ante una caída en los ingresos petroleros se recortan las importaciones a mansalva y se ajustan linealmente los volúmenes que se consumen de cada cosa, sin molestarse en ajustar los precios relativos. Eso es lo que han venido experimentando consumidores y productores en estos años y es lo que nos espera para el 2016 si no se le pone un alto a los planes de Maduro de ajustar la brecha externa como sea.