Imparcial, impoluto, apolítico, casi celestial. Así debe ser el nuevo rector presidente del Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE). Que no sea ficha de nadie y que lo nombren por meritocracia. Tolerado por el gobierno, respetado por la oposición, reconocido por Estados Unidos, la Unión Europea, el Grupo de Lima y Japón. Que tambien lo avale Rusia, China, Irán, Cuba y los demás países latinoamericanos con gobiernos de izquierda que aún quedan en la región.
Que VTV lo exhiba pero sin hacerlo ver como empleado del gobierno ni militante del Psuv. Que tampoco acepte ir a cócteles vespertinos en embajadas capitalistas porque la mujer del César debe parecer honesta.
La pregunta es si este ciudadano existe en Venezuela, el país políticamente más polarizado del mundo. Y si existiere, el desafío es que los grupos de poder, de lado y lado, se decidan a su nombramiento; porque la tentación de controlar el CNE es muy grande e inclusive compromete la supervivencia de las cúpulas políticas alérgicas a la democracia liberal, la división de poderes, el «check and balances» y etc.
Ese venezolano ideal, que tendrá el voto decisivo en el CNE, deberá convivir con un directorio teóricamente conformado por dos miembros pro gobierno y dos pro oposición. Sus desafíos son inmensos, en 2020 debe garantizar condiciones electorales satisfactorias para los comicios de la Asamblea Nacional.
Un tema inevitable es la legalización de todos los partidos políticos. Si hay arlequines sin pueblo con partidos de maletín legalizados por la vía «express», cuesta explicar que los «chicos malos» no tengan partidos legales por supuesta falta de firmas. El nuevo procer del CNE tendrá que resolver esto convincentemente o no conquistará prestigio en su cargo.
Llevar el barco electoral a buen puerto este año, es decir, hacer que oposición y gobierno queden conformes, prácticamente lo consagraría como rector. No es fácil revivir el entusiasmo votante de toda una nación fatigada por problemas de todo tipo.
Alerta, hay muchos chavistas descontentos por crisis económica que ya hablan de abstenerse este año. Hay opositores convencidos de que existe trampa en el CNE y por lo tanto tampoco quieren votar.
Una baja participación electoral sería como un gancho de izquierda al hígado de la patria en sus aspiraciones de que EEUU y sus aliados eliminen las ilegales sanciones económicas. Dicho de otro modo, las elecciones legislativas deben ser políticamente eficientes con más de la mitad del padrón electoral votando o de lo contrario la situación del país no mejorará en el contexto internacional.
Al conflictivo año 2020, se le agrega el pleito de las «dos directivas» de la Asamblea Nacional. La encabezada por Guaidó no designará al nuevo CNE porque la directriz de EEUU es no reconocer a las instituciones venezolanas. Además el TSJ dice que el parlamento está en desacato y por ende todas sus actuaciones son nulas.
Tampoco será Luis Parra, como jefe del legislativo, quien firme nombramiento del nuevo CNE porque se sabe que no tiene suficientes diputados para ello y habrá más controversia. Ni Parra ni Guaidó se mandan a sí mismos, ellos obedecen a sus jefes políticos, por lo tanto jamás se unirán para designar un CNE.
Todo indica que el TSJ, por vía constitucional de omisión legislativa, es quien está en mejores condiciones para nombrar al CNE. Jurídicamente tiene facultad para ello y sólo faltaría el visto bueno de oposición y gobierno para que el nuevo poder electoral tenga nuevos rectores en un escenario de tregua política que le permita trabajar y que sus decisiones gocen de respeto ante nuestro país y más allá.
¿Cuál será la posición de este alto funcionario ante el constitucionalmente factible referendo revocatorio presidencial de 2021?
¿Qué dirá este nuevo burócrata sobre un posible llamado, o ausencia de llamado, a elecciones generales que formule la Asamblea Nacional Constituyente si se sigue la doctrina constitucional de 1999?
¿Tendrá coraje para pronunciarse? Y voy más lejos con mi pregunta ¿hará algo?
En resumen, el nuevo rector presidente del CNE tendrá la credibilidad que emane de su ejemplo pues como dice la santa palabra: por sus actos los conoceréis. Está historia continuará…