La región de Palestina desde el 7 de octubre ha entrado en una guerra terrible. Y por supuesto allí las flores se han marchitado, y el sol ha desaparecido porque ha llegado la oscuridad, y los jóvenes no pueden cantar, y los niños no pueden jugar descuidadamente en las calles, y las palomas blancas de la paz no vuelan en el cielo sombrío.
¿Y quién tiene la culpa de esta tragedia? ¿Es culpa del pueblo israelí? ¿Es culpa del pueblo palestino? Claramente no. Ambos pueblos son inocentes y buenos. Los israelíes tienen derecho a tener su propio Estado, pero también lo tienen los palestinos a tener su propio terreno con estatus de Estado. Pero los políticos, y principalmente los del lado israelí poderoso, en todos los años anteriores, no tomaron las medidas correctas necesarias para resolver este problema candente en la región de Medio Oriente, lo que resultó en la trágica situación actual.
¿Y cuáles son estos pasos? Durante 75 años–desde 1948, cuando se estableció el Estado de Israel–la ONU ha tomado una decisión sobre la creación de un Estado palestino independiente y no se ha implementado. En ese momento, Israel ocupaba el 52% del área designada como “Palestina histórica”, y en el 48% restante se determinaban las fronteras para el Estado palestino que se iba a crear. Por otro lado, el Estado de Israel–y el estado son los líderes que gobiernan cada vez–ataca al pueblo palestino y ha ampliado la ocupación de tierras palestinas.
Y, por supuesto, los pueblos de todo el mundo son inocentes y buenos. La inmensa mayoría de la gente de todos los países no quiere la guerra, no quiere matanzas, muertes ni crímenes. Quieren vivir en un ambiente pacífico, hermoso y feliz. Quieren paz. Quieren sonreír todos los días y soñar. Todas las personas en este mundo se fijan metas y tratan de alcanzarlas, dando así sentido a sus vidas. No quieren que estos objetivos se vean interrumpidos violenta, repentina y abruptamente, como sucede cuando un país se sumerge en el torbellino de una guerra. No quieren hundirse en este horror durante meses o incluso años bajo ninguna circunstancia. Los padres y las madres quieren ver progresar a sus hijos y hacerlos sentir orgullosos. No quieren que los envíen a la guerra y los maten de la manera más espantosa.
¿Pero quién en este planeta hace las guerras? Por supuesto, las enormes potencias económicas que dominan nuestro planeta y mediante guerras promueven sus intereses, propósitos y planes. Literalmente se alimentan de guerras y no les importa cuántos miles o incluso millones mueren. Por supuesto, algunos políticos que establecen, promueven e intentan implementar aspiraciones nacionalistas y conquistadoras extremas también tienen un papel en las guerras.
Y hoy vemos que la humanidad se ha visto sumida en la locura de la guerra. La humanidad hoy está atravesando la fase más crítica de su historia, ya que está literalmente a un paso de la Tercera Guerra Mundial, cuyos devastadores resultados para la civilización humana muchos de nosotros no viviremos para ver. Y como dijo Albert Einstein «Si hay una tercera Guerra Mundial, la cuarta se librará con porras».
Entonces, en cualquier caso, las víctimas son las personas. Pagan la guerra con su sangre. En el pasado ha habido pueblos que han sido atraídos por sus políticos mediante propaganda incesante, lavado de cerebro y sembrando miedo por este camino pernicioso y trágico. Típico es el ejemplo del pueblo alemán que fue víctima del nazismo y la propaganda goebeliana y, por tanto, se convirtió en palanca para el exterminio de otros pueblos.
Y, por supuesto, el alma y el corazón de toda persona buena y compasiva están destrozados por los trágicos acontecimientos que tienen lugar hoy en Oriente Medio, pero también en Ucrania y en otros lugares. Cualquier buena persona no puede evitar llorar ante la horrible visión de personas con cabezas, brazos y piernas cortadas. No puede evitar llorar ante la imagen de niños desfigurados y bañados en sangre. No puede evitar llorar ante las caravanas de refugiados que abandonan su amada tierra con bombas colgando sobre sus cabezas. No puede evitar derramar lágrimas por cada persona que muere, ya sea armada o civil, ya sea palestina, israelí, rusa, ucraniana o de cualquier otra nacionalidad. Al fin y al cabo, todos los humanos, biológicamente somos iguales, hemos salido del mismo útero y tenemos el mismo destino.
Todas las personas, y sobre todo aquellas que ocupan posiciones claves de poder político, y quiero creer que también hay políticos cuerdos y políticos de cierta estatura política, deben luchar para detener las guerras despiadadas y asesinas, evitar una Tercera Guerra Mundial catastrófica y dar origen a un nuevo mundo democrático que se basará en la cooperación, el respeto mutuo y la coexistencia pacífica de todos los estados y pueblos del planeta.
Palestina año 2023
Una región sumida en la guerra repugnante
Sin alegría, sin flores abrazadas, sin sol cada albor
Regada con lágrimas amargas y sangre abundante
Sin niños despreocupados, sin canciones de amor.
Cadáveres horriblemente esparcidos en cada lugar
Sin cabezas, sin piernas, sin manos, sin cuerpo
Casas heridas se han derrumbado en el suelo
Y las palomas en ninguna parte del cielo.
Caravanas de refugiados sin destino definido
Con bombas volando en el aire afligido
Dejan con miedo de su patria amada
Y en la pértiga la bandera ensangrentada.
Sueños enterrados en barro difusible
Y corazones rotos en mil pedazos como vasos
Rostros desgarrados por un dolor indescriptible
Y alrededor está la Muerte con sus malditos caballos.
Víctimas en este mundo injusto y miserable
Siempre son los pueblos inocentes y los niños
Que de su alma brotan un perfume agradable
O son israelíes o palestinos.
Oh Palestina, nuestra alma está llena de amargura
Para esta terrible tragedia y grande crudeza
Nuestro planeta se hunde en la espesa negrura
Y en nuestros ojos, ira y tristeza.
Isidoros Karderinis nació en Atenas en 1967. Es periodista, novelista y poeta. Estudió economía y completó estudios de posgrado en economía del turismo. Sus artículos han sido publicados en periódicos, revistas y sitios web de todo el mundo. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés y español y publicados en antologías poéticas, revistas literarias y columnas de periódicos literarios. Ha publicado ocho libros de poesía y tres novelas en Grecia. Sus libros han sido traducidos y publicados en Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia y España.