No ponemos en duda que en el futuro, en las facultades de estudios sociales y de economía de nuestras universidades, el “caso Venezuela” se exponga como ejemplo de cómo se destruye un país cuando su conducción cae en manos de individuos que no pasan de ser unos improvisados aprendices de modelos estatistas que conducen a la ruina su economía y al empobrecimiento e indefensión a sus pueblos.
Cierto, otras naciones han sufrido situaciones, incluso, peores que la vive nuestra Venezuela, pero ellas fueron consecuencia de guerras o de fenómenos naturales que devastaron sus territorios, pero no existe país en el mundo que se haya empobrecido de tal manera cuando sobre él caía un verdadero chorro de dólares.
Del dispendioso “ta’ barato dame dos”, pasamos a la ruina. Lo de ahora, bajo este gobierno, que se autodenomina de los pobres, es el “solo dos por persona”, ya sea paquetes de harina o de papel higiénico, cantidad que pueden comprar los venezolanos una vez a la semana, siempre y cuando hagan una cola por muchas horas y tengan su cédula laminada en mano.
Mientras la crisis de abastecimiento y escasez de comida condena el futuro de nuestros niños y la delincuencia sigue arrebatando de manera impune las vidas de miles de venezolanos, la mayoría de ellos jóvenes, el gobierno sigue como si nada ocurriese frente a sus narices. Peor aún, siguen regalando la renta petrolera como si se tratase de sus propios reales.
¡Es que no se agota la capacidad de asombro con las acciones o inacciones también de este gobierno!
En Caracas, los pacienticos oncológicos del Hospital J.M. de los Ríos llevan varias semanas sin recibir quimioterapia porque no hay los medicamentos, los comedores de las universidades cerraron por falta de presupuesto, las poblaciones del interior del país sufren apagones a diario, y los llamados refugios están repletos de gente que espera por una vivienda y… ¿qué hace Nicolás?
Les voy a decir qué hace… Mientras nuestro pueblo vive la peor crisis de la historia de nuestra Venezuela, este gobierno sigue con la regaladera de los reales de todos los venezolanos. Esta semana, sin ton ni son, sin pedir permiso a nadie, Nicolás comprometió a Venezuela con el financiamiento de proyectos, en otros países, ni más ni menos que por 10 millones de dólares. Como me comentó hace algunos días una abuela de nuestro estado Miranda: “¡es que este gobierno no tiene compón!”
Oscuridad en la casa y claridad en la calle, pues. Esta semana, reunieron en Caracas al club de Petrocaribe para que le dieran respaldo a su “diplomacia de paz” con el tema del diferendo con Guyana; a cambio de este apoyo, no dudó en firmar acuerdos para la construcción de una planta de energía eólica para el suministro de electricidad en Antigua y Barbuda por 4 millones de dólares, otro para un centro médico y apoyo al sector agrícola con Dominica con una inversión de 3 millones de dólares, y otros 3 milloncitos más para electrificar escuelas públicas y construir viviendas en San Cristóbal y Nieves.
No contento con esto, prometió apoyo a San Vicente y las Granadinas para convertir a esta nación en una potencia deportiva, y meterle el hombro a Granada y Santa Lucía para adelantar programas de inversión social. Los acuerdos, en firme, vendrán pronto, con el respaldo de la menguante chequera venezolana, como dice la querida abuela mirandina: “¡es que este gobierno no tiene compón!”.
Para este gobierno tan “humanista” no existen los niños que dependen de la quimioterapia para vivir, tampoco las necesidades de las familias trabajadoras a las que no les alcanza el sueldo para comprar los alimentos de sus hijos por culpa de su desgobierno, que tiene al país cruzando la raya a la hiperinflación.
Pero nada de eso no le quita el sueño a Nicolás. Mientras el pueblo padece, él duerme como un bebé.
A ninguno de los enchufados les desvela las necesidades de los venezolanos, ni siquiera les preocupa mucho el no cumplir, así sea por guardar la compostura, con la obligación que tiene el Ejecutivo de consultar a los venezolanos para darle a otros países los recursos que niega para reactivar nuestras industrias, y para que nuestros agricultores y ganaderos produzcan los alimentos y empleos que necesitamos aquí.
¡Qué va a estar solicitando autorización de la Asamblea Nacional, que ya sabemos que no se ocupa de lo que debe ocuparse!
Estas son las cosas que alejaron al pueblo de este gobierno al que una vez le dio su apoyo. Se han convertido en una cúpula que se han robado el país y ahora maniobran para intentar robarle a la gente la esperanza por el cambio.
Ya lo hemos dicho antes, y no nos cansaremos de repetirlo. El cambio es indetenible y la tendencia, le guste o no al grupete de enchufados en el CNE, es irreversible. El 6 de diciembre se producirá la verdadera OLP. La operación para la liberación del pueblo ya comenzó, restan 111 días para que nuestro pueblo se exprese de manera firme e irrevocable y quienes estamos comprometidos con impulsar ese cambio, tenemos la obligación de meternos en el corazón de las comunidades para explicarle nuestro proyecto de país, un proyecto con oportunidades de progreso para todos, y para continuar incorporando a las filas del cambio a los que finalmente se convencieron de que este desgobierno nos lleva directo al precipicio.
Los venezolanos tenemos razones infinitas para unirnos y juntos luchar para ganar la partida por el rescate del futuro nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros padres. Este 6 de diciembre alcemos nuestra voz por el cambio.
¡Dios bendiga a Venezuela!