Podemos ajustar cuentas o abrir puertas. Depende de nosotros.La queja y la posibilidad tienen raíces confusas.
Quejarse no es un acto de duelo. De hecho, es todo lo contrario. El agravio es la narrativa de vengarse.
Quienes basan sus acciones en las posibilidades no saben al detalle todo lo que ocurrirá, solo se enfocan en los efectos secundarios que provienen de actuar como si las cosas fueran posibles.
Básicamente, la queja mira por el retrovisor y la posibilidad conduce hacia adelante.
Las organizaciones y las personas que se centran solo en las quejas se preocupan mucho por excusar cualquier responsabilidad de su parte. Todo suele caer sobre “el otro” (a) o la competencia.
Mientras que aquellos que se centran en las posibilidades se preocupan mucho por lo holístico, por ver más al bosque en lugar del árbol; sobre como mejorar e innovar. Y sobre lo que sigue.
Podemos construir una relación o una carrera sobre la base de la queja o de la posibilidad.
Incluso los sistemas judiciales pueden ser administrados de la misma forma; el caso del rapero catalán encarcelado es un perfecto ejemplo de como un sistema obsoleto y quejumbroso puede hacer que un mediocre se erija como un mártir.
En un modo simplista de ver las cosas: La posibilidad engendra más posibilidades. Las oportunidades se multiplican.
Y, lamentablemente, las quejas conducen a más agravios. Porque es el combustible que mantiene viva la narrativa.
Las organizaciones; personas y sistemas que se centran de manera útil en las posibilidades no niegan que existen razones para las quejas, que seguramente han habido acciones y omisiones que deben abordarse. De hecho, adoptan una postura de movimiento hacia adelante como la mejor manera de abordar los problemas que surgieron antes.
El reto consiste en adoptar un enfoque efectivo y generativo de posibilidades cuando estamos seguros de que tenemos derecho a quejarnos.