Como consecuencia del llamado proceso de «normalización» de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, el primero de esos países acaba de ser formalmente excluido de la lista norteamericana de países «exportadores» de terrorismo, en la que Irán, en cambio, acaba de ser ratificado. Bien o mal. Pero es así.
Uno diría que eso excluye definitivamente a Cuba de la posibilidad de seguir promoviendo o de promover la violencia en nuestra región, como ciertamente lo hiciera -activa y constantemente- durante la década de los 70, alimentando y armando a quienes salieron a matar civiles inocentes en los distintos “conflictos armados internos” de la década de plomo. Pero ello, como veremos enseguida, no es necesariamente tan así. Hay distintos tipos de engaños y variantes infames que todavía se están utilizando.
Cuba, desde hace rato ya, reprime a sus disidentes normalmente con sus fuerzas de seguridad, pero “acompañadas” en su accionar por grupos de “matones”, presuntamente independientes, que son los que, en las calles y plazas del país, golpean y lastiman -sin piedad alguna- a los opositores, con repudiable “profesionalismo”.
Esto permite a las autoridades comunistas sostener que sólo los presuntos “espontáneos” son los responsables de la represión y de sus consecuencias. Nunca las autoridades. Ellas, en cambio, pretenden no tener nada que ver con la violencia, cuando la verdad es que son quienes la preparan, deciden y hasta ponen en marcha a través de sus “matones”, en rigor sus “testaferros” en la represión. Como también lo hiciera recientemente y sigue haciendo nuestra aliada estratégica, la Federación Rusa, tanto en Crimea, como en el este de Ucrania. Viejo truco, que ya no engaña a nadie, pero que aún sirve para disimular la triste verdad de la violencia contra el propio pueblo. Que sirve para hacer el “trabajo sucio” de los regímenes autoritarios. Una y otra vez. Con el aval, escondido pero real, de las autoridades.
Esa técnica es la que usa también Nicolás Maduro, con sus llamados “colectivos”. Que se movilizan en motos, de a dos. Esto es, con sus propios grupos de matones armados hasta los dientes, no sólo con armas, también con palos y cadenas para lastimar a sus blancos. Y amedrentarlos. Los que tienen designaciones sugestivas: “Los Tupamaros”, “La Piedrita”, u otros. Ellos son los directamente responsables de la violencia; especialmente de la represión a los estudiantes, en la que han perdido la vida 25 de ellos y quedado heridos varios centenares de jóvenes que participaban en protestas pacíficas, de ambos sexos.
Esos grupos venezolanos se entrenan con frecuencia en Cuba o con instructores cubanos. O en la frontera de Venezuela, con instructores de las FARC, a estar al contenido de las computadoras secuestradas por el ejército colombiano a los cabecillas de esa organización terrorista. Por períodos que aparentemente son de hasta tres meses.
Son, además, con frecuencia, los “guardaespaldas” de los funcionarios públicos de todos los niveles. Como en su momento ocurriera con un ex secretario de comercio, ahora procesado, entre nosotros. Entre los responsables del entrenamiento aparecen –a estar a las noticias- tres generales cubanos: Leonardo Andollo; Ramiro Valdés; y Carlos Fernández Rondín.
Esto debe investigarse, denunciarse y no puede ser ahora ignorado. Y Cuba tiene naturalmente la responsabilidad de discontinuar estas aberrantes prácticas, esto es de no intervenir a través de ellas en los asuntos internos de otros países de la región. Y, además, la de actuar con la decencia y la transparencia que el delicado momento por el que atraviesa le requiere.
Emilio J. Cárdenas
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
Fuente: http://www.eldiarioexterior.com/cuba-entrena-a-los-matones-46323.htm