Bolivia tras el paréntesis de Evo Morales vuelve a las andadas y desde el ADN de ese país cambia de gobierno golpe militar mediante.
No discuto con la ignorancia o con los odios polarizados de quienes cual sabios bizantinos debaten si el presidente Morales salió por golpe militar: Total hay quienes afirman que el hombre no llegó a la luna y que Carmona fue chupado por un “vacío de poder”.
Tampoco caeré en la simpleza que monopoliza las culpas de la tragedia que se desarrolla en Bolivia… sobre los hombros de ambiciosos militares y policías… Evo años atrás comenzó a cavar esta tumba de la cual como Aristide podría salir.
En nuestra América mestiza desde la Independencia corre libre el virus del caudillismo y ya se sabe que ese animalito produce la enfermedad del continuismo que en estos tiempos se llama reelección indefinida para no llamarla perpetua.
Fue un 24 de febrero del 2016 cuando el pueblo boliviano, contento con los logros de Evo Morales… no obstante le dijo “hasta aquí”… “si pasas la raya violas la Constitución”… y el boliviano más emblemático perdió un referendo para cambiar la Ley Suprema.
Otra cosa habría sido si en vez de tomar el ejemplo venezolano… Evo Morales hubiese copiado a don Pepe Mujica que en la cúspide de su mandato fue visitado por compatriotas nuestros que le recomendaron cambiar la Constitución… para reelegirse eternamente.
Es un hecho poco conocido pero esos venezolanos que viajaron hasta Montevideo para tentar a don Pepe chocaron con los valores republicanos y democráticos de ese admirable charrúa que hoy día es el ex mandatario más popular del planeta y también dicen que el más pobre.
Don Pepe es un rockstar para expresarlo en jerga que entienden los centennials.
Lo cierto es que puestas las cartas sobre la mesa de esta manera como las estoy barajando, me atrevo a pensar que Evo Morales, por lo demás un excelente presidente… en la soledad del exilio mexicano seguramente pensará para sus adentros “si en vez de hacerle caso a los venezolanos… hubiese escuchado a don Pepe”… “otro gallo cantaría”. O… “¿Será verdad que el electorado boliviano… después de mi gobierno… es incapaz de aceptar como Presidente a otra persona?”.
Pero… De ser cierta esa última elucubración, digo yo, ¿donde está esa revolución?